24 noviembre 2011

Así cualquiera, mesié.

En este mundo curioso nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira...
Y así, si nos ponemos unas gafas deformantes del color que hay entre la hipocresía y el morro, no tendremos ningún problema para ver nítidamente todo tipo de animales alucinógenos: ricos que organizan la lucha contra la pobreza, dictadores demócratas, millonarios de izquierdas, Organizaciones No Gubernamentales patrocinadas por los gobiernos o pertenecientes directamente a partidos políticos, sindicatos subvencionados por el poder, chaqueteros de toda la vida, independientes jueces nombrados a dedo por los políticos, banqueros respetables, nobles a los que la nobleza se les supone, y toda una amplia fauna de parásitos para los que ningún insecticida es eficaz.

Viene esto a cuento del político francés Dominique Strauss-Kahn, exdirector gerente del FMI.
Dejando a un lado el tema de si es un violador o no; dejando al otro lado la discusión sobre si todos somos iguales ante la ley; y apartando las "peculiaridades" del sistema judicial estadounidense...
¿Alguien sin gafas de hipócrita es capaz de creer que este individuo es de izquierdas?
¿Alguien puede escuchar sin orejeras las palabras del "socialista" Pierre Moscovici diciendo que "éste es un hombre que ha dedicado su vida a la esfera pública, cuya pasión es la política, que está comprometido con la izquierda"?
Solamente un ciego o un sinvergüenza puede decir sin sonrojarse que el expresidente del Fondo Monetario Internacional comparte los valores sociales y de igualdad de la izquierda, de esa izquierda que no hay que confundir con los partidos que se autodenominan "socialistas".
No, Zapatero no es socialista más que de nombre; mucho menos el facha de Blair o este Strauss-Kahn que representa todo lo que puede repugnar a un verdadero socialista.

Si a los seminaristas los alojaran en el Hotel Sheraton con pensión completa, dietas y viajes incluidos, chófer y sirvientes, seguro que las vocaciones religiosas aumentarían y mucha gente vería la luz; es ley humana, por desgracia.
Pero no es esa la idea de una vocación, ¿verdad?

Lo demás son trepas, vividores sin escrúpulos disfrazados de socialistas aunque el traje sea demasiado caro.
Quizá la asesora de relaciones públicas de Strauss-Kahn, Anne Hommel, debería decirle a su jefe que queda muy feo para un "hombre comprometido con la izquierda" tener una asesora de relaciones públicas.

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