Ya se sabe que me encantan los artículos idiotas de un tipo de ¿periodista? pagado para intentar mitificar a los poderosos cueste lo que cueste. En España hay unos cuantos dedicados en cuerpo, alma y cheque a la reina Letizia, que si compró un aguacate, como una ciudadana más, que si se tomó una cervecita (¿o cervezita?) con sus amigos, mezclándose con el pueblo como a ella le gusta, que si acudió -porque esta banda no va a los sitios, acude- a ver una película, pero no de cualquier manera como tú, gañán, sino que lo hizo para "apoyar al cine español", con dos cojones, y eso que la película era una caca yanqui. Que si se ha puesto un vestido en 2 ocasiones -porque la gente fina tiene "ocasiones" y no "veces"-; y además el tal vestido era "low-cost", que, en lenguaje hortera, quiere decir barato.
En resumen, se trata de inculcar en nuestras simples cabecitas un movimiento binario como el del flujo y reflujo de las mareas -no me voy a poner a mirar ahora en Wikipedia si son las mareas las que tienen flujo y reflujo o los coños-, movimiento que consiste en mostrarnos que los privilegiados son gente normal, como tú y como yo, y hacen cosas ordinarias con las que puedes identificarte; pero que, al mismo tiempo, esas cosas cobran una significación especial, un valor, un halo mítico y una magia cuando las hacen ellos, magia que casi justifica a nuestros ojos que vivan por encima de nuestras posibilidades y que nos hace olvidar su escasa utilidad. Así que, por resumir, hay selfies y selfies: el tuyo, que no le interesa ni a los que te dicen que sí en el facebook, y el de ellos, que se iguala en su trascendencia a la llegada del hombre a la la luna.
Pero, ¿qué pasa? Que la reina de Inglaterra me gusta más que la de España porque es más exótica y porque el género ¿periodístico? dedicado a mitificarla alcanza cotas increíbles de ridiculez.
Ya una vez escribí sobre el apasionante tema de los enojos de la reina -porque la sangre azul es más de enojarse que de ponerse de mala ostia-: ella tiene por costumbre arrancar malas hierbas cuando se enoja, debido a que ello la desenoja bastante.
Y ahora, para mi deleite y deshueve, he encontrado un artículo que nos informa sobre "las 10 rarezas desconocidas de la reina de Inglaterra", firmado por una tal Carmen Ro, que para mí tengo que no existe, o como mucho que se trata de uno de esos ¿periodistas? con tan poca dignidad como para poner su nombre en un artículo de Reuters (mal) traducido directamente del inglés.
¿Cuáles son esas 10 rarezas?
Pues entre ellas hay varios records mundiales: "Es la reina más retratada de la historia -141 veces, perdón, ocasiones- y le encanta que la pinten". "Le han hecho 23 figuras de cera para el Museo Madame Tussauds". "Es sin duda la monarca que más barcos ha bautizado: ha estampado la botella de champagne en 24 nuevos barcos". Y "cuando tenía 18 años le regalaron un perro Corgi. Desde entonces ha tenido otros 30 Corgis". Aquí no queda claro si es que los Corgis le duran 2 ó 3 años nada más o si por el contrario los tiene en manada o jauría, habida cuenta de que su jardín no debe de ser pequeño.
Bueno, yo a todo esto no lo llamaría "rarezas" sino "mamonadas".
Hay otras que tampoco calificaría de rareza, más bien demuestran la gran labor universal de esta mujer:
-"Lleva años pendiente de las personas que son muy longevas. Cada vez que uno de sus súbditos llega a cumplir 100 años, Isabel II le envía un telegrama personal. Lleva enviados más de 100.000 telegramas".
Bueno, enviar un telegrama no sé yo si es "estar pendiente de alguien", pero, ¡atención!, aquí hay 2 datos de vital importancia: uno es que el servicio telegráfico inglés se mantiene gracias a la reina, puesto que debe de ser la única persona que aún envía telegramas; y el otro es que, sin duda, los británicos viven más años de esa manera: muchos de ellos insisten en llegar a los 100 años motivados por la posibilidad de recibir un telegrama escrito esa misma mañana por su graciosa majestad.
-"Tiene 30 ahijados y mantiene el contacto con todos y cada uno de ellos". Los pringaos mantenemos el contacto con todos nuestros ahijados también, pero ella "con todos y cada uno", que es más, como más intenso, ¿no?
-"Tiene prohibido que le pongan ajo en sus comidas. No lo hace por su salud, ni porque no le guste el ajo, lo hace para no faltar al respeto a los demás con su olor". Porque además de graciosa es generosa.
Hay otras 2 rarezas que no tienen nada de raro, como vamos a ver:
"No besó en público a su marido, el duque Felipe de Edimburgo, hasta que la reina tuvo 74 años, en ocasión del cambio de milenio". Lo que viene a demostrar, quizá, que en esta gente tan "especial" la pasión va llegando poco a poco.
Sin embargo a solas y entre ellos sí que hay romanticismo, picardía y buen rollito: "En privado, su marido llama cariñosamente a la reina Isabel "Cabbage" (= Repollo). Y lo más curioso es que a ella le gusta el apelativo".
Y Carmen Ro termina su magnífico artículo diciendo: "Rarezas de una reina, ya digo".
Pero he dejado para el final mi favorita: de por sí ya es interesante la cosa puesto que parece que el gusto musical de la reina no le anda a la zaga al que demuestra para los sombreros; pero es que además la ¿periodista? ha cometido un error al ¿escribir?, lo que hace a la rareza aún más jugosa, si cabe:
"Es una enamorada de las gaitas. Cada mañana un gaitero se toca bajo su ventana de Buckingham Palace para despertarla".
Los comentarios al artículo que el pueblo español escribe dejan claro que a los pseudo-periodistas aún les queda mucho trabajo por hacer, porque una cosa es soportar a la casta y otra creérsela:
-"Pues qué guarrillo el tío, ¿no?"
-"Jajaja, ya dice el artículo que es una enamorada de las gaitas".
-"Le tendrán que pedir disculpas por el error a "su realeza"".
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