"Esperanza volvió y dejó caer un objeto pesado que resonó sobre la madera de la mesa, un revólver negro, tan sencillamente como si hubiera traído un cenicero. Gaylor la miró sin comprender.
- Bueno, ¿qué pasa? -dijo ella. Parece que tienes miedo de él. No se va a ir solo.
-Pero Dios mío Speranza, ¿de dónde has sacado eso?
- Un torero me lo ofreció, hace mucho tiempo, en prueba de amor, en Pamplona.
- Curioso regalo -murmuró Gaylor.
- Todos los españoles no ofrecen flores. Estaba muy atado a él. Su padre se había cargado 32 fascistas con él. Entonces tú me entiendes.
- Sí, claro. Es delicado, novelesco. ¿Cómo es que no me habías hablado nunca de esto?
- ¿Del revólver o del torero?
- ¡Del revólver, Dios!
- ¿Acaso se habla de un revólver? Pero el torero se llamaba Lorenzo, y había sido famoso en Sevilla. Me parece incluso que lo seguí un poco en su gira.
-¡Me da igual el torero! ¿Dónde estaba? No Lorenzo, el revólver.
- En una caja, en el fondo de mi armario. ¿Qué pasa? ¿Hubieras preferido que lo colgara en la pared?
- ¡En fin, es increíble! ¿No te das cuenta?
- Pues no, eres tú el que está haciendo toda una historia por nada. ¿Qué tiene de raro que yo tenga un revólver? Tú no sabes nada de los españoles, eso es todo. Lo tenía y lo he guardado. Un revólver no es algo que se tire, especialmente cuando es un regalo de amor, y que ha matado a 32 fascistas, y además es algo que siempre puede servir".
Fred Vargas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario