"Sentado en su coche, seguía las idas y venidas de los clientes por la puerta de la galería comercial, preguntándose por qué un número tan grande de ellos tenía el pelo morado. No solamente las señoras mayores con bastón o deambulador, que lucían un peinado con reflejos rosados, sino también los adolescentes con la cabellera fluorescente. Debía de ser la moda en el barrio".
(Lilja Sigurdardóttir).