28 marzo 2007

Ya, Beirut!

Beirut está en punto muerto, parado, y no va ni hacia atrás ni hacia adelante.
Un gobierno débil, controlado económica y políticamente por la "Comunidad Internacional", ese eufemismo hipócrita para designar a Estados Unidos y sus aliados-súbditos.
Una oposición estancada y sin ideas, a imagen de sus tiendas de campaña, plantadas desde hace 4 meses en el "Centre Ville".
Cuando pasas por allí por la mañana ves las tiendas abiertas para que se aireen, vacías, paralizando y ocupando un barrio que era símbolo de políticos, bancos, turismo saudí y libaneses ostentando sus coches y su riqueza.
Cuando empezó la ocupación y las manifestaciones contra el gobierno, los políticos se encerraron en su palacio, mostrando a la vez su resistencia y su debilidad.
Los saudíes se volvieron a su país (en realidad ya lo habían hecho durante la última invasión israelí, en julio de 2006, cuando pagaban fortunas por un taxi que les sacara del país).
Los pijos con descapotable, las cantantes operadas, los mafiosos con corbata, también se fueron con su música a otra parte; siguen saliendo cada noche pero se han trasladado a otras zonas que tienen los que ellos necesitan: aparcacoches y restaurantes donde se come imagen y donde pueden hacerse la ilusión del glamour los que huelen a nuevo rico.
Sólo los bancos quedaron abiertos, porque los bancos son neutrales, les vale el dinero de cualquiera.
Entonces, durante un tiempo fue bonito ver a la gente humilde de los suburbios paseando por una zona que les estaba vedada, tomando té en familia y en la calle, al lado de las discotecas de lujo cerradas.
Y después pasó el tiempo y los charcos frescos de lluvia reciente se fueron secando y se estancaron y se llenaron de mosquitos.
Y el barrio quedó vacío de pudientes y de humildes.
Sólo quedaron las tiendas de campaña semivacías y las calles semicerradas y mucha gente controlando a nadie: los guardias de seguridad, más aburridos que de costumbre, y los militares con barreras 5 metros antes que los milicianos con barreras.
Todos te abren la bolsa, algo tienen que hacer, ¿no?
Y por las noches hay poca luz, hogueras para el frío y silencio.
Estancado, reducido, sucio, como un charco cuando le da el sol y no lo seca.

Los jóvenes se iban antes, y se fueron durante la última guerra y se van ahora, 50.000 cada año, hartos de no tener futuro en su país, hartos también de sus políticos-marioneta, del color que sean, naranjas, azules, amarillos.
Hay una pequeña reacción cívica, minoritaria, de gente cansada de los unos y de los otros; actos pacifistas de estampar las huellas de las manos en muros, poca cosa ante clanes tan ansiosos de poder, tan dispuestos a venderse a sus dueños con tal de mantener su pequeño poder, su estatus.

Al Primer Ministro lo vimos en París recogiendo el dinero de Condolezza Rice.
Generosa Rice.
Pero sabemos que su país no regala nada, que para tener sus dólares hay que hacer algo a cambio.
Bush recibe personalmente a mediocres jefes de clanes libaneses "pro-occidentales".
En las calles grandes carteles dan las gracias a los países del Golfo por su ayuda económica.
Y otros carteles dan las gracias a la "Comunidad Internacional", empezando, claro está, por Estados Unidos.
Y leemos en el periódico que USAID, la institución humanitaria del gobierno yanqui, va a construir escuelas en el sur de Líbano, y va a dar 30 millones de dólares y algunos ingenieros para reconstruir el viaducto de la Bekaa que destruyeron sus amigos israelíes en julio.
Y recordamos que Estados Unidos pudo evitar esa invasión o pararla el primer día, y lo que hizo sin embargo fue apoyarla, dar carta blanca a Israel y justificarla.
Esos dólares están manchados de sangre de niño, de los niños que ya no podrán ir a esas escuelas que tan generosamente están construyendo.

En el cristal trasero de su todoterreno alguien ha puesto un cartel en francés:
"Tenemos que vivir todos juntos como hermanos, porque, si no, vamos a morir todos juntos como idiotas".

Y ayer un taxista, al pasar por el centro de la ciudad, miró a un lado, hacia las tiendas vacías, hacia el silencio y la penumbra, y me dijo: "Haram, ya Beirut!" ("Pobre Beirut").

20 marzo 2007

Las Partes: 5 y final. El público.

Ya decía Camilo José Cela que en España hay más escritores que lectores.
Por lo tanto aún te queda la excusa de no escribir, teniendo en cuenta que no te va a leer nadie.
¡Que te crees tú eso!
Eso era antes, cuando había que escribir novelas a máquina y a doble espacio y enviar 3 copias a una editorial que las tiraba a la basura sin leerlas.
O cuando tenías que escribir a la sección de "Cartas al Director" de un periódico, teniendo cuidado de que tu ideología coincidiera con la del periódico y eligiendo con detalle el tema para que careciera por completo de interés y tuvieras así alguna posibilidad de ser publicado.
¡Qué infames tiempos aquellos en los que sólo aparecías en los periódicos en forma de esquela, y eso previo pago!
Después vinieron las editoriales en las que tú pagabas la edición de tu antología poética con una tirada de 100 ejemplares que después regalabas a tus familiares y conocidos.
Te salía por un ojo de la cara pero hacía ilusión.

Pero ahora los tiempos han cambiado.
Ahora te abres un blog y le mandas la dirección a toda la gente que conoces.

Además, como es un mundillo sectario, puedes dedicar 2 ó 3 horas diarias a entrar en otros blogs, ya traten de papiroflexia, viajes astrales o riego por aspersión, no importa, y dejar el siguiente comentario: "Un blog interesante", acompañado de la dirección del tuyo.

Y luego está también la gente que entra por azar, que está buscando, por ejemplo, una solución para sus almorranas y, como las ha cogido por vicio y comportamiento disoluto, pues pone en el buscador de Google: "Venérea".
Y el buscador de Google le responde: "Quizás quiso decir: Ven aérea".
Y aparece entonces tu poema: "Ven, aérea claridad, ilumíname con tu manto".

Así que público tienes.

Entre los lectores de tu obra podemos distinguir 2 grupos: los buenos y los malos.

1. El mal lector:
a) El que te lee pero lo niega, vaya usted a saber porqué; hasta que una vez se le escapa un comentario que te hace saber que en realidad sí te lee. Pero te callas, porque tú no eres psicólogo profesional.
b) El que te responde: "Sí, me gusta" cuando le preguntas: "¿Te gusta?".
c) Al que, como no dice nada, un día le comentas con la mirada baja y así como el que no quiere la cosa: "No sé si te mandé la dirección de mi blog". Y él te responde incómodo: "Sí, sí".
Tú aquí deduces que lo que escribes, o no lo ha leído o le parece una mierda, que si él hablara...
Pero no habla, o por pudor o por desinterés o porque no tiene nada que decir, y menos que escribir.
d) Mi favorito: el que te lee "en vez en cuando" y nunca dice nada; hasta que un día, cuando ya has escrito 100 artículos, de repente te dice que en el último te olvidaste un acento, o que su padre es taxista y tú criticaste a los taxistas en una frase.

2. El buen lector:
a) Al que le gusta lo que escribes porque le gustas tú, qué bonito.
b) Al que realmente le gusta lo que escribes y por eso lo lee y te lo dice o no te lo dice.

Si tienes un lector de cada tipo, si a una persona le gustas y a una persona le gusta lo que escribes, tu obra está justificada.

19 marzo 2007

Las Partes: 4. La Constancia.

La constancia es muy importante.
Como decía aquel escritor de cuyo nombre no nos acordamos en este momento, "si un día la inspiración viene a visitarme, seguro que me encuentra trabajando".
¿Cómo encontrar tiempo con nuestro ritmo de vida enloquecido, enloquecedor, loco y alocado?
He aquí unos sencillos consejos que te ayudarán a convertirte en un clásico de nuestras letras:

1. Al levantarte de la cama, arrodíllate y repite 3 veces esta invocación con las manos elevadas:
"¡Oh, constancia, constancia, ven a mí!"
De acuerdo, es corta y sinsustancia, pero mejor así, no vaya a ser que entres en trance e invoques por confusión al arcangel Grabiel, el de la inspiración.
Que hemos quedado en que inspiración ya tienes. Que tú lo que necesitas es constancia.
Repite este ejercicio cada mañana y verás cómo a partir del tercer día los resultados son sorprendentes.
Si envías este mensaje a 100 personas la constancia llegará a partir del segundo día.

2. Aprovecha los momentos de pausa, descanso y transición para escribir un poquito:
cambia la revista que tienes junto a la taza del váter por hoja y papel o un ordenador portatil, dependiendo de tus gustos o de lo pudiente que seas.
Después de hacer el amor no fumes, escribe.
Si tu vida sexual es poco activa, mejor que mejor, que así te dará tiempo a escribir novelas.
En el metro, escribe. Nunca más libros de Paulo Coelho o periódicos gratuitos.

3. Utiliza las ocasiones que la vida naturalmente te ofrece para practicar:

Por ejemplo, "Sr. Director, he leído en su periódico, del que soy asiduo, un artículo sobre la retirada del fútbol activo de Roberto Carlos y quería compartir con usted y sus lectores unos pensamientos sobre lo efímero de la gloria y lo perecedero de la fama...". Y ahí, aprovechas para engendrar un texto. Seguramente no van a publicarlo pero del público hablaremos luego, ahora se trata de practicar con constancia.

Pasas por delante de una iglesia y, oh qué suerte, hay un funeral. Dirígete directamente al libro de dedicatorias y engendra, engendra, aprovecha. En esta circunstancia probablemente tu inspiración te llevará hacia el poema hagiográfico:
"Como la flor esparce su polen y luego marchita
y así pervive y se perpetúa,
así tú nos has dejado, pena, pena, penita,
pero el amor que sembraste, actúa,
siempre estarás con nosotros, a nuestra vera verita,
querido Aitor...Aitor Pagazaurtundúa".

En el parabrisas de tu coche mal aparcado:
"Señor vigilante,
un poema consonante:
estoy abajo
en el trabajo,
sea usted majo,
sea usted galante,
sea usted elegante,
no se me plante
y siga adelante".

En la mesa de tu compañera de trabajo:
"Un angel a tu madre visitó,
una flor en su vientre plantó,
un pájaro a su lado cantó,
con leche y amor te amamantó,
el sol, de alegría saltó, (?)
vamos, es que te comía tó".

Así que no digas más eso de "yo, es que no tengo constancia".
Porque constancia tienes.

15 marzo 2007

Las Partes: 3. La técnica - 7º ejemplo.

7. LA AUTOBIOGRAFÍA TIERNA-MELANCÓLICA-JUGUETONA A LO ALFREDO BRYCE ECHENIQUE. Son 800 páginas y 116 tramos vitales, así que nos conformaremos con el capítulo 2:

"Siempre he vivido buscando un lugar donde empezar una nueva vida, pero en el fondo todos los lugares se parecen, no bien llego yo". (Alfredo Bryce Echenique)

CAPÍTULO II:

Eso de escribir una novela se me metió en mi cabeza de alauita (alta, grande, larga y despejada) cuando tenía unos doce años, aproximadamente, y escribí en el colegio un soneto voluntariamente (Y nótese la musicalidad de la frase: "...aproximadamente.....voluntariamente". Y alábese. Y ensálcese).
El poema era de amor, estaba lleno de ripios y me salió, -yo entonces no era un teórico-, alejandrino. Me pareció un error poético fatal hasta que, años después, decidí considerarlo un soneto modernista y hasta puede que lo conserve por ahí y que un día aparezca al ordenar mis papeles como tengo por costumbre hacer cada 6 ó 7 años.

Poco después de mi iniciación mística con la poesía olvidé lo de ser astronauta porque no era ni original ni nada y mis aspiraciones se orientaron a ser el primer tipo irresistible que ganara a la vez el premio Nobel de literatura y el Oscar al mejor actor secundario (secundario pero ya mítico en vida).

Por aquel entonces me hice seguidor incondicional del Hércules de Alicante, a la sazón en primera división (Obsérvese la rima "sazón/división", y admírese).
Lo hice porque eso sí que era original, hasta en Alicante, y por la fuerza, sonoridad y esdrujulez del nombre.
Y, como el primer amor nunca se olvida, durante años y hasta ahora ha estado en mi corazón.
Y en las quinielas, y lo digo con orgullo, acertaba 6 en lugar de 7 por ponerle siempre como ganador. ¡Qué me importa, si lo que vale no es el dinero sino el amor, y además tampoco los de 7 aciertos cobran!

A lo que iba. Para ganar el Oscar empecé a hacer teatro, que es la escuela del actor, en el instituto, en la universidad...
Y ahora mi carrera está estancada, pero todo llegará.
Y puede que en el capítulo ochenta y tantos me extienda en el tema teatral y en cómo no me sirvió para ligar pero sí para firmar un autógrafo y recibir algunas alabanzas sinceras de amigos sorprendidos porque un servidor fuera capaz de decir frases sin que pareciera que las estaba leyendo y sin que el final de las interrogaciones subiera al menos un metro al entonar.

Y si he dicho "en el capítulo ochenta y tantos" es porque esta novela, para una vez que me pongo, será larguísima, eterna; estaré un año o diez meses escribiéndola y así comprobaré quién es realmente mi amigo, el que me quiere tanto que no se salta del capítulo 3 al 115. Con un breve interrogatorio, como quien no quiere la cosa, averiguaré si han soportado estoicamente los avatares de mi vida:
- Oye, ¿qué te parece lo de mi afición por la caza?¿Y la historia de amor y sexo con mi profesora de Dibujo Técnico II?
- Pues, muy bien. Me ha gustado. Qué pasada, macho.
- ¿Ah, sí?, pues nunca he tenido afición a la caza y jamas hice dibujo técnico. ¡Vete de mi vista y vaga por los mundos y avergüénzate de tu iniquidad!

Y es que, aunque siempre quise escribir la novela, durante años y años creé sólo poemas sin rima, de sentimiento intenso (cuando estaba triste y mi psique sufría) y cuentitos, relatitos y desahoguitos en verano, que me inspiraba más.
Pero, eso sí, juro que en mis obras nunca aparecieron ninfas, ni dioses hindúes; a veces casi ni adjetivos, ni verbos, y todo porque siempre he huido de tales pedanterías.
Venga de sustantivos y conjunciones; y algún pronombre, sin abusar.

Pero, claro, siempre supe que acabaría escribiendo una novela, lento pero seguro, tauro.
Ya no me importa el Nobel: quedó sin valor para mí desde que se lo entregaron a ese tipo, europeo por más señas, que nunca había oído hablar de Cervantes. Y no es que sea obligatorio haber oído hablar de Cervantes, es sólo que me dolió en mi orgullo patrio porque hacía años que yo creía en el "españolismo" viendo la decadencia en que se encontraba, y, cuanto más moribundo está, más creo en él, por reacción, claro.
Y ahora doy clases de español a extranjeros y difundo así por el mundo mi lengua materna y paterna y fraterna.
Por lo tanto no fue la inevitable gloria lo que me impulso a decidirme a escribir ya de una puñetera vez, sino mi lamentable estado de ánimo (y esto no es nada, ya veréis en el capítulo 12 ó 14: qué depresión), y además una escena que viví en una estación de autobuses:

Así es el amor.
Y aquel día yo esperaba un autobús por amor.
Más de 40 pegajosos grados. Y yo llevaba 3 días sin ducharme, en autobuses, aviones, aeropuertos, carreteras y estaciones.
Y todo, ay el amor, para convencerla de que lo único que yo deseaba era quererla, pelearme poco con ella, porque yo no tenía tan mala leche como ella; y no volver a ser vulnerable ante ella; y decirle que ya no me imaginaba la vida sin ella y que el mundo era ella y que todo me recordaba a ella, las calles, las casas, la música, yo; y que haría lo que fuera por ella y que lo mío era para ella, ¡qué bella!
Y que nada en el mundo me gustaba más que hacer el amor bajo ella, y sobre ella, apretado contra ella, entre la pared y ella, tras ella.
Claro que también me gustaba hacerlo sin ella y ése era el problema, según ella.
Podría agotar la lista de preposiciones, porque me la sé, pero me parece que tanto "ella", si bien marca un ritmo intenso en mi prosa, ya empieza a irritar profundamente.

Los detalles sobre este amor antiquísimo tendrán que esperar al "flash-back" de los capítulos 95-96. Sólo adelanto ahora que al final llegué al culo del mundo y ella, la soberbia, la malvada, la insensible, abrió la puerta y se me quedó mirando sin dejarme entrar.
Me quité el sudor de la frente con la manga y, con cara de dolor y tono lastimero, le dije:
"Hola"
No respondió.
Volví a la carga: "He recorrido mileses y mileses de kilómetros para verte. ¿Me perdonas?"
Y ella respondió: "No".
¿Os dais cuenta? ¡Respondió que no la maldita, la estirada, la petarda!
Podía haberme hincado de rodillas y abrazarme a sus pantorrillas ("rodillas/pantorrillas", disfrútese el efecto sonoro). Pero, como soy un orgulloso, me di media vuelta y deshice los mileses de kilómetros sin mirar atrás.

Pero volvamos ahora a aquella estación de autobuses y a cómo exclamé por trigésima vez: "¡Coño, voy a escribir una novela!"....
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Etcétera.
Así que técnica tienes, porque sabes escribir y hablar y leer y para todo eso se necesita técnica.
Sí, sí, ya sé, piensas que aún te falta algo: la constancia.
Y algo más: el lector.
Nada, nada, hombre-mujer, que te ahogas en un vaso de agua.
Vas a ver que también tienes eso aunque no lo sepas.

14 marzo 2007

Las Partes: 3.La técnica - 6º ejemplo.

Otra fuente inagotable es la pura imitación del estilo o del tono o de los temas de un escritor.
¡Qué fácil!, te dirás, habiendo tantos escritores...
2 ejemplos:

6. EL ARTÍCULO HEROICO-CRÍTICO-MANIQUEO-EMOTIVO-BILIOSO-CLARO-CHULESCO A LO PÉREZ-REVERTE. Aquí se aprovecha cualquier tema para hablar de uno mismo y concluir que, aunque parezca que no, uno mismo es cojonudo.
(Por cierto, ¿por qué todos los Pérez, Gómez, Gutiérrez y demás "-ez" que llegan o piensan llegar a ser algo se colocan un guioncito o un "de" o un "y" entre sus apellidos, que los distinga de la chusma?):

Oye, Pérez-Reverte, que te veo cada vez más maricón, con lo que tú has sido, que los legionarios se te cuadraban y comías tarántulas sin masticar y eras el azote de infieles, estómagos agradecidos y catetos del hecho diferencial.
Que se me queda el ala triste cuando veo en lo que te has convertido, canalla, que seguro que has dejado las putas cariñosas y las borracheras en ciudades sitiadas y las tertulias en trincheras inhóspitas con el chaleco antibalas puesto...sin el chaleco, qué coño, que da calor.

Ya no nos queda más remedio que leer tus novelitas a lo Dumas que ocupan estanterías enteras en el Corte Inglés:
- Hola, buenas, ¿tienen algo de Alejandro Dumas?
- ¿Alejandro Dumas, el gabacho que escribe como Pérez-Reverte? Algo debe de haber en el almacén, si quiere se lo miro...

¿Qué fue de aquellas narraciones tremebundas que uno sudaba al leerlas, cuando las balas te silbaban a un centímetro de la cabeza y tú, duro como el pellejo de una mierda, ni te inmutabas, ni se te movía el vaso de güisqui DYC que tu traductor a 100 dólares el día te había conseguido jugándose el tipo en el mercado negro y peligroso?
¿Dónde fueron los cagondioses gloriosos?
¿Dónde quedaron aquellas despedidas dramáticas de amigos íntimos a los que habías conocido media hora antes? Es que eso de las guerras une que te cagas de lo que une.

Yo, lo confieso con la boca pequeña, yo, me identificaba contigo, con tus bilis, con tus experiencias únicas, con esa ética incorruptible que te hacía llamar gilipollas a cualquier gilipollas.
Me has dejado solo, Pérez, seguro que hasta tienes ahora el móvil del ministro, colesterol y ofertas de Jolibud.
Éramos los 7 magníficos tatachín, primero cayó Alejandro Magno, luego le tocó el turno al General Custer, y, tras él, desaparecieron Churchill y De Gaulle, Mario Alberto Kempes...y ahora tú.

Pues yo sigo, porque "alguien tiene que hacerlo".
Porque a mí, que te enteres, también me han disparado y no voy contándoselo a todo el mundo.
Porque he cogido arena negra del Tigris, allí Turquía, allá Irak, aquí Siria.
Y me he paseado bajo la lluvia junto a rascacielos agujereados de balas, hundidos de tiempo, en Beirut.
Y he llegado a una aldea perdida junto al Éufrates y me han dado ganas de quedarme allí para siempre entre hombres enjutos con "galavia" y bigotito recortado que no saben qué lengua se habla en España.
Y he visto amanecer mil veces en Oriente y los viejos iban a rezar y el aire estaba caliente y la luna caída.
Y me he bañado en el Mar Rojo, al frente Arabia, entre miles de peces de colores que venían a verme.
Y he tomado café en Lisboa, en Palermo, en Anmán, en el Cairo, en Baalbeck, en Alepo, en Montpellier, Madrid, Sfax...
Y no sólo conozco sino que he sufrido mafias nacionalistas y contratos basura de la España que va tan bien.
Y he emigrado.
Y he visto desde fuera cómo España se hacía europea para lo bueno y para lo malo.
Y cómo unos fascistas soberbios me cambiaban mi Bilbao por otra cosa que no me creo con la ayuda del miedo y porque el que grita parece que tiene razón.
Y me he encontrado solo, o muy cerca de mujeres encantadoras.
Y he visto gente con honor, pero más veletas, cantamañanas, chupapollas y enchufaos.
Y he hecho cosas terribles: he mentido, he leído libros de Javier Marías, me he hecho una foto con Jon Juaristi...
Te lo juro por Arturo.
Y muchas más cosas buenísimas y malísimas.
O sea, como todo el mundo.

Y no por eso llevo un halo luminoso en la cabeza ni soy más profundo ni más listo ni más irresistible ni me ha cambiado la cara de tonto.
Ni cuando hablo, que es cada vez menos, la gente se arremolina a escucharme.
Más bien, al contrario.

Así que no me vengas con pamplinas y vuelve a contarnos historias tuyas.
No hace falta que sean verdad, Pérez.

07 marzo 2007

Las Partes: 3. La técnica - 5º ejemplo.

5. EL CUENTO FUTURISTA DE CRÍTICA AL NACIONALISMO VASCO O A CUALQUIER NACIONALISMO, TEMA QUE LA INSPIRACIÓN DIVINA ME DEJA CAER SOBRE LA CABEZA CÍCLICAMENTE:

Yo era un turista alemán y llegaba con reserva de hotel a aquel exótico país, nación ancestral donde se aúna la más vanguardista modernidad con las más viejas y curiosas tradiciones europeas.
Aquella lengua extraña que allí se había hablado siempre (salvo 40 años de invasión española), que había resistido, impoluta y pura, a las hordas romanas y a cualquier otro pueblo extranjero, siempre todos al acecho de contaminar la raza pura, de disfrutar de las verdes praderas donde una vez estuvo el paraíso y después la Atlántida.
Territorio virgen para lingüistas, antropólogos, sociólogos...
La gente era amable y hospitalaria (aunque todos tenían una prominencia occipital).
En su extraña lengua había 3 ó 4 palabras del español (las únicas para las que todavía no se había inventado un equivalente ancestral).
Llevaban piedras cilíndricas bajo el brazo, cruces gamadas en el cuello y tocaban una flauta ancestral con un agujero solo (pero que nada tenía que ver, faltaría más, con aquella otra de Bartolo).
No sé porqué, se habían convertido al cristianismo, pero aún rendían culto -restos de su ancestral paganismo- a unos guerreros, al parecer superiores a los espartanos y a los que llamaban "gudariak" o "batzokiak" o algo así.
Oí que había comunidades de infrahumanos venidos de fuera, pequeños, morenos y con pelos debajo de la nariz. No los llegué a ver porque eran pocos y trabajaban bajo la tierra y farfullaban una lengua latina.
¡Qué extraño era todo!
Bebían un líquido ancestral que llamaban "Zerbesa" en unos lugares denominados "Herikos" o "Irispaf", no sé, no me enteré bien.
Lo único que aprendí de la lengua milenaria fue "bankoa", y eso porque se parece a nuestra palabra, por casualidad.

Y mientras me lavaba la cara, me miré al espejo y le dije con voz ronca a mis ojeras:
"Joder, qué pesadilla. Tengo que dejar de beber".

Las Partes: 3. La técnica - 4º ejemplo.

El cuento futurista es muy agradecido: te permite la crítica sociopolítica, el humor, los temas universales del amor y la muerte, el absurdo, el cientifismo, la premonición.
2 ejemplos:

4. EL CUENTO POÉTICO FUTURISTA SOBRE LA MUERTE:


Dobló una esquinita, y luego otra esquinita, pensando en aquello. En aquello..., en aquella civilización ancestral y futura que había casi vencido a la muerte: la había despojado de sus armas -el miedo, su violencia, el llegar casi siempre mucho antes de tiempo, y, a veces, peor, avisando-.
Y detrás del miedo encontraron placidez.
Y vivían ochocientos años, y llenarán el mundo hasta que explote, o lo llenaron hasta que explotó.
No, sus cuerpos nunca duraron tanto: como mucho un siglo, poco más.
Después era sólo su cerebro el que estaba, mucho y mucho tiempo; pero cada vez estaba menos. Las oscilaciones eran muy pequeñas y siempre terminaban un poquito más abajo de donde habían empezado.
Y la consciencia desaparecía tan poco a poco a poco que la consciencia no era consciente de que era menos consciente.
Y un día la última luz se apagaba y tal vez se encendía otra luminosa y blanca que llenaba todo.
O tal vez no.

Y dobló otra esquinita y se paró y deseó morir así.

Las Partes: 3. La técnica - 3º ejemplo.

3. EL MICROCUENTO MELANCÓLICO DE FINAL SORPRENDENTE:

Madre Tierra

Roqui estaba sentado en un sofá, en el centro, delante de una puerta acristalada que daba a un balcón y después a unos árboles y después a unas antenas de televisión y a unas terrazas y a unas casas blancas y bajas con ventanas azules. Y al fondo había una torre, en realidad el minarete de una mezquita, y un chopo, o un álamo, que Roqui nunca entendió de nombres de árboles.

Y dentro de la casa sonaba música, ritmos calientes que contaban historias de pasión, de desamor salvaje, que ni gritándolo en una canción nos lo quitamos de dentro, imaginaba Roqui, que aunque comprendía el desamor nunca había cantado hasta deformar la cara.

En un momento se alzaron en el atardecer los cantos que llaman a la oración.

Porque también había un atardecer de gaviotas que iban a dormir y de nubes rotas por trozos de cielo, un atardecer que se apagaba como... ¿una bengala cuando se termina? No, no.

Y cuando las músicas se callaron hubo un silencio de coches, ladridos y trozos de conversación lejana.

Y Roqui seguía sentado, desolado porque aquel día se había ido (¡tan pronto!).

Había más cosas, tan poco necesarias como las otras; y, por dentro, como una pena que se cagaba en las gaviotas y los perros, en los atardeceres y en los árboles, fuesen chopos o abedules.
Una pena sin principios morales.

Las Partes: 3. La técnica - 2º ejemplo.

2. EL POEMA-ENGAÑO CON TONO LASTIMERO Y MÍSTICO Y APARIENCIA PROFUNDA, Y QUE NO SIGNIFICA NADA; O PUEDE QUE PARA TI SÍ:

Juego

Y ha vuelto, escondiéndose en los cantos.
Y ha huido, persignándose en los odios...
me ha dicho que jamás la encontrarían...
desaparecida, vacía, encombrada,
entre ruinas sucias,
la vida.


Me insulta, pretenciosa y engreída.
Y respondo, entre alardes asesinos,
que me deje, que se vaya, que no es sitio
para hundirse entre mis brazos
estirados,
la pena.


Y se irá. Y será mejor así,
que no hay dudas que no acaben
cuando el día. Y ese día
será corto será eterno
sin rencor,
el amor.

05 marzo 2007

Las Partes: 3.La técnica.

Bueno, bueno, ya tenemos el tema y la inspiración.
Así que ya podemos comenzar a escribir.
¿Cómo? Utilizando tu técnica. Hay muchas posibilidades...
Por ejemplo, escribe la primera frase de tu "novela total" y luego sólo tienes que continuar la historia:
"No, señores, yo no era así: hasta que me decidí a bailar desesperadamente por las mañanas ritmos frenéticos para despertar"...
Venga, ya tienes un magnífico principio de novela autobiográfica retrospectiva.

Después de miles de años de literatura a tu disposición, sólo tienes que elegir la técnica, el autor, el tono, el movimiento.
He aquí unos ejemplos al azar:

1. EL POEMA VANGUARDISTA VISUAL SONORO QUE HABLA DE SERPIENTES O MUJERES E IMITA SU SILBIDO (EL DE LAS SERPIENTES):

Serpientes sinuosas sensuales sensibles sangrientas sumisas
sorprendentes
sencillas sedosas salvajes silenciosas
sanguijuelas sarnosas
sanadoras serviciales succionantes
sempiternas
sobrevivientes

Sí seis: sexis saltonas señoritas sabelotodo sicosomáticas sudamericanizadas

soñadoras salerosas suletinas saltimbanquis
sospechosas saliveras sibilinas salpicadas sobaqueras

saludonas subnormales sarpullidas soplamocos sudorosas sardas sozinhas seviciosas salmodiadoras sinsorgas simpáticas santas soperas salpimenteras seminales sacudidas sudanesas siamesas soplapollas salmodiadas suspicaces serosas solucionadas sobrevaloradas soflamadas sotaneras salvajotas sopesadas sorprendidas sortudas sesudas sabrosas y sanas sorbidas sordas sobadas sandungueras solaneras suspirantes sincopadas sentidas sentadas silbadoras selváticas sintéticas sureñas sonrientes sadomasos sirvientes salaces subidas sumergidas superadas subterráneas subrayadas

sísmicas sépticas súbitas sórdidas
-sentenciosas-

siseantes semejantes sevillanas soliviantadas solteras santeras secas
servidoras
saltadoras
succionadoras
sarcásticas

sueltas y separadas: solas soltadas sexuales suntuosas secadoras sugerentes

sensacionales situadas suspensas surgidas seminales supuestas sometidas
santiguadoras sangüicheras sanpetersburguesas suprarrenales
-sentenciadas-

SALIDA }

Sociales, solitarias, saladas y sosas, sabias,
serias, sardónicas, sucias, silúricas,
sediciosas, sigilosas, salvadoras,
surcadoras, sedosas,
simbólicas,
saturnales.

Sin sentido. Sin solución.
Sin salvación.


P.D.: Encuéntrense las 2 palabras repetidas.

Las Partes: 2. La inspiración.

La inspiración, esa cosa divina que está siempre sobrevolándote y que en un momento te roza el hombro o te cae en la cabeza de golpe; o levantas una piedra y estaba debajo.
O inspiras un perfume y se te mete, por narices, por tu nariz semita o por tu naricilla en serie o por los ojos, y te entra y te va recorriendo el cuerpo como tu meada recorre las alcantarillas, y te invade el espíritu como tu meada invade el mundo. Y cae sobre tu alma como tu meada evaporada llueve sobre los océanos.

Estás durmiendo la siesta y te cae una manzana en la cabeza: aquí está la inspiración. Y es divina porque estabas durmiendo en tu cama y no debajo de un árbol.

Estás, por ejemplo, preparando huevos fritos y pensando en nombres que le pondrías o no a una niña, y, de repente, ves la luz, oh my Lord. And you feel good, porque es divina. La inspiración.

Estás, por ejemplo también, sintiendo el pánico de la hoja vacía y, de repente, sueñas, porque puedes soñar despierto, o quizás no es un sueño, que aparece el arcangel Grabiel, que se dedica a la inspiración más que su colega el arcangel Gabriel, y lleva, Grabiel, una espada flamígera, y te toca con ella y sientes un ardor en el hombro y te dices a ti mismo: "¡Tate! ¡Rezapateta! ¡Caramba!¡Aquí está la inspiración!". Y te brilla la mirada y en el papel empiezan a aparecer manchas azules que se llaman palabras.
Y es divino.

Así que no vuelvas a decir, hombre/mujer(=políticamente correcto) de poca fe, que no tienes inspiración.
Si no escribes es porque no quieres, amigo/-a.
Porque inspiración tienes.
Y tiempo, que, si no, no habrías llegado hasta aquí a pesar de mis advertencias.

04 marzo 2007

Las Partes: 1. El tema.

Todo vale como tema.

El tema puede ser la propia noción de tema, mejorando lo presente.

O la meditación filosófica sobre el destino de tu meada cervecera en un bar ("Mi aguita amarilla", Los Toreros Muertos).

Un tema maravilloso es la nariz.
Puede ser una nariz "infinita" ("A una nariz", Quevedo) o una nariz "ínfima" como la recién operada de esta chica de al lado, nariz sufriente, aún con los puntos de sutura, una reflexión sobre la negación de la nariz semita con personalidad y su transformación en ridícula naricilla en serie.
La nariz es un tema que no se agota nunca: ¿Por qué se dice "por narices", en plural? ¿Por qué tenemos el olfato en la nariz y no en los ojos?

Un tema puede ser el primer sustantivo del primer mensaje de móvil que recibas a partir de ahora: "Oye, cabrón, ¿qué haces esta noche?"
¡ Qué bonito el tema de la noche !

O abrir un diccionario por aquí por allá y cerrar los ojos, dar unas vueltas en el aire al dedo índice y lanzarlo sobre una palabra al azar: "Duodenal" (y escribir sobre escribir con las tripas), "arcipreste" (y escribir sobre la cosa anticlerical, que da mucho juego).

Incluso se puede escribir sin tema, la nada, la escritura automática, la sensación pura, la palabra vacía:
"Muevo los brazos e inmediatamente soy consciente de que tengo brazos. Y entonces me doy cuenta de que tengo consciencia. Lo que no alcanzo a saber es si mi consciencia está en los brazos o en otro lugar, si soy brazos o algo más... ¿Por qué, cómo he llegado a saber que lo que tengo o lo que soy se llama "brazos"? ¿Me lo ha dicho alguien? Eso significaría que no siempre he estado solo en esta obscuridad..."

Pongamos por caso que necesitas una palabra como tema y tienes más, incluso frases: "un nombre pa' ponerle a una niña", "nombres que no le pondría" y "huevos fritos".
¿Qué hacer ante este problema?
Pues nada, porque no es un problema, al contrario, tienes 3 temas para escribir 3 veces.
O los puedes mezclar en un tres en uno:
"P. había conseguido levantarse de la cama por fin y mientras preparaba huevos fritos en una cazuela, ("tengo que comprar una sartén") meditaba sobre un sueño que había tenido esa noche, ya no podía saber si era un sueño o un pensamiento porque P. podía pensar y hablar cuando soñaba y podía soñar mientras pensaba y podía hablar mientras dormía y podía dormir mientras pensaba. "Un nombre pa' ponerle a una niña". ¿O era "nombres que no le pondría a una niña"? ¿Qué niña? ¿Era "su" niña? Pero ella nunca se había planteado tener niñas. Le daba miedo. Prefería los perros. Le gustaba pasear a los perros... Y sin embargo...".

Así que, si no escribes, es porque no quieres.
Tienes tema.
Y también tienes tiempo; la prueba es que lo estás perdiendo leyendo esto.