17 marzo 2009

Los candidatos(1).

Dicen que cada pueblo se merece a sus gobernantes y a sus políticos.
Pero si fuera cierto, ¿querría eso decir que Fraga, Maragall, Gaspar Llamazares, Juan José Ibarreche y la ministra Chacón –por no citar más que algunas flores de nuestro jardín- no son un castigo divino por nuestros pecados, sino que los pueblos, nacionalidades, etnias, unidades de destino y comunidades superhistóricas, prehistóricas e incluso suprahistóricas que componen la antiguamente llamada España nos hemos ganado a pulso a tales “personalidades”?
La realidad no puede ser tan cruel, pero también es cierto que Aznar, por ejemplo, no salió de debajo de una piedra sino que representa a millones de personas formadas en la asquerosilla mentalidad del visigodo-cristiano viejo que se cree, además, -converso antes y converso ahora- que somos más similares a uno de Minesota que a uno de Alejandría.
Bush tampoco salió de un cactus, como los higos chumbos: es hijo de John Wayne y de una puritana imperialista, y se cree bueno y nacido en el mejor país del mundo porque Dios así lo ha querido…como muchas decenas de millones de sus compatriotas.

En las recientes elecciones israelíes, observando a los candidatos, uno constata que, desgraciadamente, tampoco han nacido en un árbol –la mayoría, ni siquiera en Israel-, y que aunque las elecciones sean democráticas, sería mucho más dudoso calificarles a ellos con el mismo adjetivo.
La segunda constatación es que “el pueblo israelí” está cada vez más alienado y radicalizado, que ya es decir, aferrado a un nacionalismo agresivo que se sustenta en la violencia y el odio, salvo honrosas excepciones cada día más minoritarias.
Y en ese sentido los candidatos representan perfectamente al pueblo.
Si hacemos un breve repaso de los 3 líderes políticos con más votos en estas elecciones, comprobaremos que aunque “candidato” viene de “candido”, en la práctica significa lo contrario.
En orden de importancia los 3 primeros partidos han sido: Kadima, Likud e Yisrael Beitenu (Israel, nuestra casa).
El primero, dicen, es de centro, el segundo de derechas y el tercero de ultraderecha. Pero, claro, esto es una broma. El patético Tony Blair era oficialmente de izquierdas, así que está todo dicho.
En realidad, los 2 primeros están en diverso grado entre la derechona dura y la ultraderecha (el supuesto partido de centro, Kadima, lo formó como escisión del Likud, Ariel Sharon, más conocido por su tripa y por sus crímenes que por su moderación, y del que otro día hablaremos). Y el tercero, si estuviera en Rusia -que es donde debería estar-, en Austria o en España, sería calificado de neonazi.

Los candidatos(2).

1.Benjamin Netanyahu, “el americanoide” (líder del Likud; fue primer ministro de 1996 a 1999).
Basten unos pocos datos para hacernos una idea de la calaña de “Bibi”:
En 1996, siendo primer ministro, él y el alcalde de Jerusalem, un tal Ehud Olmert, “decidieron abrir una entrada hacia el Muro de las Lamentaciones, lo cual provocó 3 días de revueltas palestinas, durante los cuales fueron asesinados 12 israelíes y 100 palestinos” (sic; el orden en la nacionalidad de los muertos pertenece al biógrafo).
“Después de una larga cadena de escándalos y una investigación abierta acusándole de corrupción, Netanyahu perdió mucho apoyo popular”.
“En el 2003 fue ministro de finanzas. Netanyahu no apoya el proyecto del futuro estado palestino (eufemismo del biógrafo para decir que está en contra de que los palestinos sean independientes). En 2001, y en 2 ocasiones, expresó su deseo de que el Comité Central de Likud rechazara el Estado Palestino”.
En 2005 dimitió como protesta contra la retirada israelí de Gaza. Según él, el Likud -¡de Sharon!- se estaba “convirtiendo en un partido pacifista y de izquierdas”.
Probablemente esta bella persona va a ser el próximo primer ministro.

2.Avigdor Lieberman, “el ruso” (líder de Yisrael Beitenu).
Nacido en Moldavia (Unión Soviética), emigró a Israel en 1978 a la edad de 21 años.
“Es conocido en Israel por su plan de intercambio de territorios. El plan consiste en mantener los asentamientos judíos en Cisjordania y, a cambio, pasar a la Autoridad Palestina zonas de la región de Wadi-ara, habitada casi totalmente por árabes. Los pobladores de esa región, que actualmente tienen ciudadanía israelí, la perderían. Propone también poner trabas al derecho a la ciudadanía para los ciudadanos árabes en Israel, tales como exigirles que juren fidelidad al estado sionista para poder conservarla. Anteriormente apoyaba el plan conocido como Transfer, según el cual todos los habitantes árabes de Israel y los territorios ocupados serían transferidos a Jordania u otros países árabes”.
Ha sido, coaligado al Likud de Olmert, “ministro de Asuntos Estratégicos, un nuevo cargo cuyo enfoque principal es el trazado de políticas estratégicas contra las Armas de Destrucción Masiva de Irán”.
En fin, un moldavo al que Dios -o él mismo- le dio el derecho sobre esa tierra.
Sus seguidores son mayoritariamente inmigrantes rusófonos provenientes de las antiguas repúblicas ex-soviéticas, cuyo grito de guerra es “muerte al árabe”.
Probablemente el angelito volverá a estar en coalición en el gobierno de Netanyahu.

3. Tzipi Livni, “la moderada” (actual ministra de Asuntos Exteriores y presidente del partido Kadima; ha sido la más votada en las últimas elecciones pero seguramente no conseguirá el poder a causa de la coalición entre los otros dos partidos).
Su verdadero nombre es Tzipora Benozovich Rosenberg.
Sus padres, polacos sionistas radicales, emigraron a Palestina y fueron miembros activos del “Betar”, movimiento sionista revisionista fundado en 1923, y, posteriormente de la “expresión armada de dicha ideología chovinista y ultraderechista, el Irgun Zvai Leumi, organización paramilitar que combatió con métodos terroristas el Mandato Británico de Palestina”.
(Nótese el cuidado que tiene el biógrafo de no llamar terroristas a los papás, solamente sus “métodos” lo eran. Sin embargo los medios de comunicación califican a Hamas sin pudor de “terroristas” cuando utilizan los mismos métodos contra la ocupación de sus país, a diferencia de los Benozovich, que eran colonos extranjeros).
La joven Tzipi “heredó miméticamente las convicciones políticas y el impulso de empuñar las armas de sus progenitores”. Siendo escolar participó en manifestaciones en 1973 contra la devolución del Sinai a Egipto y los Altos del Golán a Siria. Por aquel entonces “era una ferviente defensora del Eretz Ysrael, el Gran Israel, proyecto expansionista de resonancias bíblicas que exigía la colonización y anexión de Cisjordania, Jerusalén Oriental y el resto de territorios ocupados en la victoriosa Guerra de los Seis Días, en 1967”.
En 1980, con 22 años, fue reclutada por el Mossad, los servicios secretos:
“La naturaleza secreta de las actividades de los agentes del Mossad impide conocer con certificación oficial qué funciones desempeñó Livni en esta institución, aunque cabeceras de las prensas israelí e internacional señalan que perteneció a una “unidad de elite” y que realizó “misiones sensibles” en París, en una época en que la capital francesa era el escenario de una guerra subterránea y a muerte entre infiltrados de los servicios secretos israelíes, activistas de los partidos palestinos y agentes de los países árabes como Irak. Según fuentes consultadas por estos medios, Livni, tras la pantalla de estudiante en la Sorbona, habría mantenido una vivienda empleada como piso franco por colegas implicados en misiones de “búsqueda y eliminación”.
(“Misiones sensibles”, qué bonito. El terrorismo de estado no es algo de lo que los medios de comunicación se atrevan a hablar normalmente. Por otro lado hemos visto ya muchas películas anglosajonas como para saber que el justiciero, el liquidador y el agente 007 con licencia para matar son buenos).
Su carrera política y su “medramiento” se produjeron de la mano de Ariel Sharon (que, por cierto, se llamaba realmente Ariel Scheinerman), de triste recuerdo para todos lo que creen en la paz, en la democracia y en los derechos humanos.
Su partido, Kadima, “plantea el carácter democrático y mayoritariamente judío del Estado de Israel sobre las bases de la entrega a la ANP de algunos territorios de Cisjordania y el mantenimiento definitivo de los mayores asentamientos de colonos” (pasándose por el forro de los cojones, añado yo, la legalidad internacional y las resoluciones de la ONU).
Su última hazaña ha sido el bombardeo de Gaza y la masacre de su población, con un resultado de más de 1.300 muertos (entre ellos, cientos de mujeres y niños) y más de 5.000 heridos (bastantes de los cuales se habrán ya convertido también en muertos).
La dimisión, por corrupción, del primer ministro Olmert, le ha dejado el paso abierto al liderazgo de su partido.

Dos últimos datos “inquietantes”, por no decir otra cosa: ha sido precisamente la masacre de Gaza lo que, según las encuestas, le ha hecho ganar las elecciones, puesto que la mayoría de los ciudadanos israelíes consideran que así se defiende a Israel y que, para su seguridad, cualquier medio está justificado.
Sin embargo los resultados electorales han sido bastante ajustados porque muchos piensan, como acabamos de ver, que el Kadima es “demasiado blando”.

Ante semejante actitud y tales ejemplos de políticos democráticos, no nos queda más que desear suerte al pueblo palestino. Que la va a necesitar.