29 noviembre 2010

Día de la independencia.

Como cada año, el día nacional de Líbano, 22 de noviembre, se celebra con un desfile militar "privado", es decir, sólo para políticos y diplomáticos. Un cordón militar en el centro de la ciudad impide la entrada a todo ciudadano normal.





18 noviembre 2010

El hombre de la cabeza roja- Capítulo 6 (y final).

¿Se estaba volviendo loco o todo el mundo lo miraba? Esas risitas, esos corrillos, ese mirar atrás, ¿eran para él? ¿Tendría que empezar a partir bocas y caras? Imaginaciones tuyas, Abu Ali.
Los conductores aminoraban la marcha y sacaban la cabeza por las ventanillas, las mujeres con pañuelo se tapaban la boca, el de la frutería lo saludaba levantando los brazos...¡levantando los brazos! ¡Un indicio!
Cruzó la calle a la carrera y se plantó ante el hombre diciendo: "¿Qué tienes para mí?"
-"Hombre, un coco, te regalo un coco".
-"¿Cuál?"
-"Elígelo tú mismo".
Pero, cuál; todos eran iguales...no todos: éste tenía 3 ojos en lugar de 2...
Apretaba el punto negro con un dedo por si fuera un resorte, por si tuviera un papelito enrollado. Daba vueltas al coco, lo levantaba, lo miraba a trasluz...
Estaba perdiendo la paciencia... "¿Cómo se abre?" Cogió al frutero por las solapas, "¿cómo se abre?", y empezó a golpearle la cara con el puño, con el coco, "¿cómo se abre?".
-"¡Abu Ali!, ¿qué estás haciendo? ¿Te has vuelto loco? ¿De qué estás disfrazado?"
Antes de girarse ya había reconocido la voz de su jefe Abu Mansur el ajocharmuta, su risa estridente.
Ahí estaba, en su coche, mirándolo de arriba a abajo con ojos incrédulos y sonrisa socarrona que dejaba ver sus dientes negruzcos.
-"Te estaba buscando, Abu Ali, jeje. Falsa alarma, todo era un malentendido, el hombre de la cabeza roja no existe, jeje".
El rencor lo invadía, el odio se apoderó de él. Se le nubló la vista y su vena hizo clac.
Lo último que llegó a ver fue a la gente arremolinada y a él mismo tirado en el suelo, las miradas de pánico, las bocas abiertas, las carreras...
Y lo último que llegó a escuchar fueron llantos, griterío, aullidos, a un hombre que decía: "Quitadle el tubo de la boca para que respire mejor".
Y a un niño, "tiene una vena gordísima".
Y, algo más allá, a una mujer inconsolable que explicaba entre gemidos, hipidos, ladridos, suspiros: "¡Es un monstruo, va desnudo, tiene ojos gigantes y boca de tubo...y su cabeza es gorda y muy roja".
FIN
(Fotos: Quqi San/ Texto: Alicatillo).

El hombre de la cabeza roja- Capítulo 5.

Abu Ali se puso las gafas de buceo y el tubo. Había dejado su disfraz de turista sobre las rocas y resbalaba y se pinchaba y hacía continuamente ah ah y estaba a punto de estallarle la vena y la explosión destruiría el mundo.
Cualquier observador imparcial, suponiendo que los haya, le habría tomado por...por lo que era, un hombre peludo -excepto en la cabeza-, vestido de calzoncillos, gafas y tubo, intentando entrar al mar.
Pero nadie habría imaginado que entre los calludos dedos del pie de este hombre intrépido estaba en juego, quizás, el destino del mundo...
Bajo el agua, entre las bolsas de plástico, las latas y alguna chancla, primero se dijo: "blubluglo" y después exclamó: "¡Glablagla!"
Suerte tenemos de que el narrador sea omnisciente y por ello capaz de interpretarlo: así que primero se dijo: "Cagontó" y después exclamó: "¡Ahí está!".
Pero ni siquiera un narrador omnisciente hubiera podido saber por qué Abu Ali escogió aquel sitio para buscar el indicio.
Dicho indicio era, lógicamente, una botella.Una botella con un mensaje: "Ahora hacia arriba".
Vuelta a empezar.

El hombre de la cabeza roja- Capítulo 4.

-"¿Qué haces aquí?"
El niño lo miró perruno y no dijo nada.
-"¿Trabajas aquí?"
El niño le ofreció un trozo de papel higiénico como a cualquier cliente.
Abu Ali estaba a punto de atizarle ya 3 soplamocos ó 6 pero lo detuvieron las palpitaciones brutales de su venaza, su antigua venita en la sien, amén de que de reojo vio que algo estaba escrito en el papel higiénico: "Abajo, siempre abajo".
Reconoció la letra de su jefe, el ajocharmuta Abu Mansur. ¿Qué tramaba y por qué siempre aparecía en todas partes? ¿Sería él el hombre de la cabeza cabeza colorada o roja, que de ambas formas podemos llamarlo?
Desechó los pensamientos.
¿Y qué quería decir aquello?
Le dio una moneda al niño -siempre pagando, antes no era así- y recibió a cambio otro trozo de papel higiénico, que leyó ávidamente: "Ah, ten cuidado con las trampas, los traidores acechan, tu sombra puede engañarte, y sobre todo bajo ningún concepto tomes el café que te ofrezcan".
Sintió cómo el pánico le recorría el cuerpo, subía por las piernas, se detenía en el corazón y llegaba por fin a la venaza. ¡Y se lo decía ahora! ¡Lo habían envenenado!
Desesperado agarró al muchacho: ¡Dame el antídoto!
Le dio otra moneda y esperó el papel. Nada. Subió tambaleándose contra las paredes, necesitaba aire, apenas veía...le gente era doble, todo estaba borroso, distorsionado, iba a morir.De pronto recordó aquello que había leído un día sobre las enfermedades psicosomáticas, los efectos placebo y el poder de la mente.
Contó hasta 25 y se convenció poco a poco de que todo aquello lo producía su cabeza. Abrió los ojos y veía mejor. La vena seguía allí, hinchada y palpitante. Pero veía mejor. Y se sintió orgulloso de haberse forzado a leer durante sus periodos de estreñimiento, por aquello de ocuparse.

A la derecha, un muro...una línea que era una flecha que indicaba...hacia...¡abajo!
Se agachó. La flecha señalaba una pintada en el suelo de ésas hechas con molde y spray.
Se parecía a las que hacían esos niños de papá de la Universidad Americana, los peludos, los melenudos, ay la vena, los que estudiaban Empresariales para ir a Estados Unidos primero y hacerse cargo después de la empresa de papá. Y mientras estudiaban, tocaban la guitarra y hacían pintadas para educar a la sociedad en el ecologismo, el civismo y el igualitarismo.
Se parecía, pero no era una de ellas, porque esta pintada era un indicio.
Decía: "Use the sea".

El hombre de la cabeza roja- Capítulo 3.

¿Cómo encontrar al niño? ¿Y qué niño?
La cabeza empezaba a girarle...el café, el hombre escapando a toda velocidad...lo habían envenenado...No. Desechó los pensamientos e hizo un esfuerzo de concentración tan grande que la venita se convirtió en venaza y amenazaba con explotar.
Un indicio. "Buscar un indicio", eso decían los papeles de la CIA que quedaron olvidados y amarillentos en aquella casa durante la guerra civil y que él encontró y guardó como un tesoro, porque de los americanos un policía siempre podía aprender algo.
Bueno, un indicio...quizá aquel hombre que lo estaba mirando...no...el sol escondiéndose, la orientación de la luz con respecto a...no, tampoco, piensa. Le giraba todo.
Pasó ante un café, siguió, se detuvo, volvió... ¡el indicio!
Aquel hombre sentado hacía girar su rosario despreocupadamente. Lo miró y el otro le devolvió la mirada. Sí, indícame dónde está el niño...su vena, se puso la mano en la sien y siguió hipnotizado el rosario: delante, detrás, vueltas, parada, delante, centro, quieto y... cayó de la mano al suelo. El hombre lo cogió despacio, lo miró y lo puso en la mesa.
¡Ése era el indicio, el suelo, abajo, tenía que ir abajo, debajo de la tierra!
Entró al café y bajó corriendo las escaleras que conducían al baño...en la puerta, cejudo, mirada perdida en la nada, había un niño.

15 noviembre 2010

El hombre de la cabeza roja- Capítulo 2.

¡El hombre de la cabeza roja! El malvado facineroso y criminal. Muchos decían haberlo visto pero nadie había podido describirlo convincentemente: cabeza roja, hinchada, ojos inyectados, mirada perdida y colérica, baba, puños cerrados...Aparecía inesperadamente, golpeaba a los niños, a las mujeres, ancianos, a cualquiera que osara mirarle...y desaparecía.
La ciudad tenía miedo.
Sintió que la sangre se agolpaba en sus sienes.
Esta vez lo atraparía...si Dios quería.
------------


El contacto lo miró con extrañeza y Abu Ali sonrió para sus adentros interiores: no lo había reconocido, el disfraz de turista que había elegido para la misión funcionaba perfectamente: pantalones blancos, camisa de turista por fuera, gorra de turista y mochila de turista.
Era cierto que un turista en Trípoli llamaba más la atención pero eso era lo que buscaba precisamente: ¡atraer la atención del hombre de la cabeza roja! Abu Ali había urdido una trampa perfecta y el criminal sería su víctima, como las moscas en las telas de araña.


Llevaba la pistola dentro de la gorra; también era cierto que ello le producía un bulto llamativo, una forma de cabeza apepinada y chichonesca; la hubiera podido meter en la mochila vacía pero así estaba más a mano para desenfundar: con la izquierda un golpe a la gorra, zas, y, con la derecha, ziuuu, pistola en mano, apuntar entre los ojos, detente ajomañuke, ya te tengo.
Lo había ensayado muchas veces ante el espejo del cuarto de baño.
Y además, ¿acaso no había gentes por esos países con cabeza de calabacín?
Miró a los lados rápidamente y lanzó al contacto:-"Guerra a la vulgaridad".
Y éste le respondió: "Use the sea, hermano. Hay veces en la vida que es mejor no preguntarse".
Correcto. Positivo.
-"¿Tienes algo para mí?
-"Adivina en qué cafetera está tu café?
Un destello de cólera le pasó por la cabeza. Jueguecitos a mí. Respiró hondo, suspiró, contó hasta 6.
-"Éste".
-"Quizás, si has acertado mejor para ti".
¿Amenazas? Sonaba a amenaza. A que le doy un guantazo al zalame y así habla claro. A veces los métodos americanos modernos le sacaban de quicio. Uff. Respiró otra vez, estaba perdiendo la paciencia, le temblaba la venita. Contó hasta 8.
-"¿Qué más?"
-"El niño te dirá más".
Y salió corriendo dejando el puesto de café vacío y a Abu Ali anonadado, entre indignado y estupefacto, como el que quiere esto y lo otro a la vez.
Bebió el café de un sorbo y se fue a buscar al niño.

12 noviembre 2010

El hombre de la cabeza roja. Capítulo I

El detective Abu Ali meneó la cabeza exasperado: ser el mejor policía de Trípoli no era ningún regalo. De acuerdo, tenía a su disposición toda la última tecnología de investigación, pero a veces echaba de menos su antigua oficina destartalada dotada de una mesa, 2 sillas desparejadas y un ventilador; echaba de menos las visitas de los amigos y de los soplones para tomar el café, el horario de 8 a 15 con una pausa de 3 horas de siesta y la cabeza apoyada sobre la mesa. Echaba de menos que la gente agolpada en su puerta le pidiera favores (a cambio de favores); y los paseos por el barrio, los saludos de la gente entre admirativos y temerosos.
Ahora no tenía horarios, su oficina era toda ciudad y su uniforme estaba en un armario porque ahora iba de incógnito. Incluso se había afeitado su querido bigote para pasar desapercibido. Ahora la gente no lo saludaba porque no lo reconocía. Ahora se encargaba de los casos más extraños y delicados. Y además la gloria iba entera a su jefe el ajocharmuta Abu Mansur, sí, porque él, Abu Ali era un secreta.
Y además hacía calor.
Eran las 8'36 de la mañana y una nueva jornada empezaba para él.
Mientras le limpiaban los zapatos pensó hastiado en que cuando era el Ustaz Abu Ali nunca tenía que pagar nada. Ahora era X, estaba de incógnito.
Así que sacó el billete de mala gana y se lo dio al limpia.

¡No era posible! El chico había rechazado el dinero y le había guiñado un ojo.
¡Un maricón! A él, que una vez fue conocido como el más putero del barrio y las putas lo adoraban, era el semental Abu Ali. Y tampoco pagaba.
Ya estaba a punto de darle un bofetón o seis al invertido cuando notó que éste le volvía a guiñar el ojo ostensiblemente mientras señalaba la caja de los betunes. Dentro había un teléfono fijo negro, y siguiendo el cable vio que estaba conectado al poste de la electricidad general.
Los del Departamento de Tecnología se superaban, pensó admirado.
Cogió el auricular: ¡Allo! ¡Allooo!
-"Agente James", oyó que tronaba la voz de su jefe, el ajocharmuta.
Agente James era su nombre en clave.
-"Ponte en contacto con el contacto. Es urgente. El hombre de la cabeza roja ha vuelto a aparecer".

08 noviembre 2010

La Náusea.

España está llena de políticos corruptos; cada día sale uno en los periódicos, pero, por ingenuos que seamos, sabemos que los que no salen son muchos más que los que salen.
Sin embargo, no es necesario que un político sea corrupto para poder considerar que está robando a todos los españoles, porque a robar a todos los españoles se dedican todos los políticos sin ninguna excepción.
Veamos un ejemplo: "María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP y presidenta (sic) del partido en Castilla-La Mancha, ingresó en 2009 más de 241.000 euros, según se recoge en el Boletín Oficial de Castilla-La Mancha".
Si dividimos un poco, sale a más de 20 mil euros al mes.
Eso no es un sueldo español; es más bien un insulto al resto de los españoles, y más en tiempos de crisis.
Es más bien un escándalo. Así cualquiera se hace padre o madre de la patria, servidor público, político de vocación y su puta madre.
Así cualquiera se llena la boca cacareando "medidas de austeridad" (para los otros) mientras se llena a la vez los bolsillos (o los bolsos de Vuiton) con un dinero que vamos a ver en concepto de qué gana:
167.864 euros por su cargo como secretaria general del PP (unos 14 mil euros mensuales, debe de ser un trabajo muy útil y muy importante y muy difícil y muy digno y que da la felicidad, mediante el "arte" de la política, al pueblo llano que lo paga).
43.771 euros por su condición de senadora (unos 3.600 al mes). Antes de marearnos leyendo cómo viven estos abnegados, hagamos una pausa.
¿Senadora? Sí, miembra de esa cámara inútil. Bueno, no inútil del todo, puesto que sirve para pagar 3.600 euros al mes a varios cientos de estómagos agradecidos. Si yo fuera senador estaría muy contento y además orgulloso de mi labor como senador. Pero como no soy senador, desgraciadamente para mis bolsillos, mi prestigio, mis contactos y mi tiempo libre, pues creo que me cago en todos ellos y pienso que cerrar ese antro permitiría subir las pensiones de los jubilados y las viudas amén de librarnos de esa pandilla.
Pero aquí no queda todo: la señora Dolores (caracterización onomástica) percibe otros "25.538 euros (más de 2.000 al mes) del Senado por sus gastos como parlamentaria".
Yo me pregunto cuáles son esos gastos, ¿el café de 60 céntimos, el sofá de su despacho, viajes importantísimos para España, negros que escriban sus informes, el bonobús?
Ej que no me se ocurre oiga, pero seguro que los hay.
Y tampoco me explico que con más de 4 millones de parados esta servidora ocupe 2 puestos de trabajo (aunque el de senadora sea más "puesto" que "trabajo").

El señor José María Barreda, presidento de Castilla-La Mancha (que recordemos que es una de las autonomías con menor renta per cápita del Estado) "declara 3 bienes urbanos en Ciudad Real, Madrid y Las Salinas [...] así como 2 bienes rústicos en Almagro y Cantabria".
Sí, lo normal en España es tener 5 casas.

Si pensamos en la cantidad de partidos, autonomías y políticos que hay en España, y multiplicamos toda esta mierda, obtenemos una cifra que equivale exactamente a la de la crisis.
Crisis moral de ellos, y crisis económica del resto de los españoles.
A ti, no sé, pero a mi toda esta gentuza no me representa.

04 noviembre 2010

Soy minero.

Sólo es noticia lo que se convierte en noticia, o dicho de otro modo, los medios de comunicación convierten en noticia lo que deciden. Y nosotros aceptamos la importancia de lo que dicen que es importante.
¿Con qué criterios?
Ninguno por nuestra parte.
Pero los periodistas (sus jefes) sí los tienen:
a) el criterio comercial.
b) el criterio de jerarquización etnocéntrica que hace que lo que pasa en Europa -y en el exótico Estados Unidos- prevalezca, que una falsa alerta de bomba, por ejemplo, en Nueva York sea más importante que una bomba y 60 muertos de mierda en Kabul.
c) el criterio sensacionalista que nos vende, también por ejemplo, el montaje del ántrax o de la gripe A como si fuera más grave que los mil millones de personas que no tienen agua potable en el mundo.
y d) el criterio de la humanización por la individualización, que remarca a Yi Han Hu, que se salvó milagrosamente de un terremoto en China y fue encontrado 17 días después, por encima de los 17.000 muertos de ese mismo terremoto.


Si a esto unimos que el "reality show" es una filosofía de vida, podemos comprender lo que ha pasado con los mineros chilenos.
El caso era perfecto para la prensa: 33 mineros encerrados durante meses a 700 metros de profundidad. Y además con imágenes y familiares angustiados.
Igual que en el Gran Hermano o en la Isla de los Famosos. Pero mejor porque en este caso el "reality show" era real. Lo máximo.
El siguiente paso era "individualizar" a los personajes: el líder, el médico, el bígamo,... e introducir emociones suplementarias para que el televidente no cambie el canal: que si se adelanta el rescate, que si visitas de presidentes, que si uno le pide matrimonio a su señora...
El único fallo es que no podíamos votar quién salía primero con un mensaje al módico precio de 0'60 euros + coste del sms. Habría sido el programa con más audiencia en la historia de la televisión.
Pronto los mineros caerán en el olvido, como los personajes del Gran Hermano.
Es lo que tiene el consumo de vidas ajenas.


P.D.: 19 de octubre- "Mueren 37 trabajadores por un escape de gas en una mina de carbón en el este de China".
21 de octubre- "Hallan muertos a 4 mineros atrapados tras un derrumbe en un yacimiento de oro ubicado en una zona remota de Ecuador".

02 noviembre 2010

El viaje a ninguna parte.

Es un viaje la vida.Nunca pudo ir muy rápido. Ni con la bici que aprendió a montar con 18 años, siempre en línea recta porque un día se cayó y aquí acabó su historia; y aquel día aún no había aprendido a dar las curvas.

Tampoco con el coche llegó muy lejos, no fue el destino comprar aquél de tercera mano sino más bien irse lejos pero a pie. Y pasó el tiempo y olvidó cuál era el freno y cuál el acelerador, y para entonces ya había decidido que el viaje era andar.


Y que el viaje era cíclico, de aquí a aquí pasando por ninguna parte y llegando a todas.


(Fotos: Quqi San / Texto: Alicatillo).