23 febrero 2010

El creador de cuentos.

Cuarenta años de microrrelatista. Una carrera brillante, llena de descubrimientos
("También fracasos e incomprensión. Qué importa ya").

Lenta, solemnemente, recorría los pasillos semioscuros, las filas de probetas polvorientas.
Estaba orgulloso de su colección.

Sentía a los lados las miradas: ojos tiernos de los microcuentos de amor; ojos inquietos, alucinados, de los de final sorprendente; ojos lascivos de los eróticos, tristes de los que acababan mal.
Él era el Padre, el Dios que los había engendrado.
Fetos de cuentos inéditos en formol.
Relatos publicados flotando dormidos en un líquido negruzco.
Tras la vitrina sucia, los campeones, removiéndose en el fluido, ¿amenazantes?, hinchados de pretensión.

Se paró ante su última creación.
Lo recibieron unos ojillos viciosos, desconfiados. Malignos.
Desenroscó la tapa, quería acariciar su criatura.
El ser viscoso trepó, se deslizó por su mano, cayó como cae una fruta podrida, y se escabulló reptando bajo las estanterías mugrientas dejando un rastro de baba verdosa pegada al polvo.

Horrorizado, miró el frasco vacío, la etiqueta en la que reconoció su propia letra: ¨El creador de cuentos¨ (Microrrelato).

01 febrero 2010

Los Premios Beritus.

Hay profesiones más dignas que otras, estarán ustedes de acuerdo en que no es lo mismo ser el que da un discurso sobre el hambre en Copenhague que el médico que trabaja de gratis en África; ni es igual controlador aéreo que carpintero como José de Arimatea, ni banquero que basurero, ni subdirector general que agricultor, ni esposa de empresario compradora compulsiva de ropa que obrero textil chino. Por mucho que los primeros “muevan” la economía, sobre todo la propia.
Las hay igualmente más creativas y menos, más equilibradas entre lo que se hace y lo que se gana, y absurdas en ese aspecto.

La de comerciante en su más amplio sentido no destaca precisamente por ninguna de las 3 cosas, digna, creativa, equilibrada, dejando claro también que no es ni parecido el comerciante árabe que pasa 11 horas en su tienda a cambio de un beneficio razonable, que el presidente del Banco de Santander.

Ante el comerciante ladrón es casi tan difícil defenderse como ante el poder abusivo.
Pero es muy importante intentarlo al menos, desenmascarar al estafador y poner lo más difícil posible la impunidad de su engaño.

Así que, sin más preámbulo, paso al grano:
Los Premios Beritus se constituyen hoy para “premiar” mensualmente al comerciante caradura y al poderoso abusador.
Por ello se otorgan dos galardones: el Beritus Mierdicus y el Beritus Detritus, respectivamente.
Son premios que cumplen todas las condiciones habituales: son una broma (como el Premio Nobel de la Paz a Obama), con ellos se premia a los mediocres (como el Premio Planeta), cumplen una función esencialmente divulgativo-comercial (como los Oscars) y los conceden un “grupo de expertos”, en este caso yo.
La única diferencia es que no hay premio en metálico ni estatuilla, porque no se trata de dar sino precisamente de que el ladrón restituya lo robado a la vez que sabe que su engaño será físico pero en ningún caso mental.
Y vamos con los premiados del mes de Enero.
¡Qué emoción! ¿Qué pondrá en el sobre?
La verdad es que había muchos candidatos y que la elección ha sido muy difícil porque todos ellos lo merecían… pero, tras arduas y complicadas deliberaciones,…

Se concede el Beritus Detritus con carácter retroactivo a la policía libanesa y en concreto a uno de sus funcionarios llamado Albert K. que, en lugar de tocarse los huevos a dos manos como sin duda suele hacer habitualmente -qué tierno verlos mirar hacia otro lado cuando los coches aparcan sobre la acera-, decidió un día luchar contra la inmigración ilegal en Líbano y no se le ocurrió nada más brillante que ponerle un juicio absurdo a un ciudadano español.
Se da la circunstancia de que este ciudadano tiene un pasaporte especial de servicios en el que el campechano rey Juan Carlos pide a las autoridades extranjeras que no pongan ningún problema al titular de ese pasaporte. Asimismo cuenta con un Permiso de Residencia expedido por la policía libanesa, es decir, por los compañeros del capullo Albert K.
Si creemos que el tal Albert merece el premio en solitario es debido a su actitud abusadora y ruin que consistió en decirle con una sonrisa al ciudadano español que no había ningún problema en salir y volver a entrar por la frontera sirio-libanesa mientras le ofrecía un papelón en árabe en el que el abajo firmante reconocía que era un inmigrante ilegal, que aceptaba un juicio, que sabía que estaba en libertad condicional y que había entendido todo lo que estaba firmando.
El juicio se llevó a cabo y su surrealista historia es tema de otro relato.
¡Enhorabuena, madero Albert K., te felicitamos por tu excelente trabajo!
(Aplausos).

Y el Beritus Mierdicus del mes de Enero goes to… huy, que me tiemblan las manos…
¡las líneas aéreas turcas: TURKISH AIRLINES! Por su pésimo trato y peor servicio, por juntar 2 vuelos en uno habitualmente haciendo esperar al viajero, por perder las maletas, por no asegurar la llegada al destino final del viajero como es su obligación, tras marearle interminablemente, por no querer gastarse un duro en un billete de otra compañía tras haber llevado al viajero a otro país distinto del de destino y dejarle tirado en ese país ofreciéndole, eso sí, un guarrihotel, importándole un comino los días que hacía perder al pasajero y su cansancio físico y mental.
Haciendo una excepción, en este caso el galardón va acompañado de 2 premios en metálico: el de la indemnización que tendrán que pagar y, aún más valioso, ¡el de todos los billetes que el viajero nunca les comprará de aquí en adelante en pago a su ineptitud!
(Aplausos)