27 junio 2014

Soy monárquico...pero muy poco.

Si hacemos caso a la prensa del régímen, los españoles han salido en masa a las calles de aquí de Madrí para saludar enfervorizados a los nuevos reyes de España, que, como era de prever, son el hijo del anterior y su parienta, así es España y así es la monarquía, puritito nepotismo. Pues sí, pues sí, los madrileños han vitoreado a sus reyes, les han dado por doquier muestras de cariño, respeto y admiración, se han roto las manos aplaudiendo sin descanso y no han querido dejar pasar esta ocasión de ofrecerles su apoyo, solidaridad y afecto.
Si por el contrario miramos las fotos del evento -difundidas sin duda por los antisistema, chavistas y perroflautas, que es como se denomina a la gente que no grita de alegría ante el paso de los privilegiados- tendremos la sensación de que los únicos que han salido en masa a la calle han sido los Cuerpos y las Cuerpas de Seguridad del Estado en todas sus formas, colores y apariencias. En dichas fotos, en efecto, se ven unos huecos que dan pena, vamos, que si yo fuera un rey y salieran a vitorearme 4 pelaos pues me daría una depresión, perdería la risa, perdería el color y los suspiros se escaparían por mi boca de fresa.

La verdad debe de andar entre las 2 versiones: algo de cierto habrá -lógicamente- en la apática respuesta del populacho ante el paso  de sus reyes, puesto que los seguidores del régimen se han apresurado a asegurar que es que las fotos están manipuladas porque están hechas a las 10 de la mañana y ya se sabe que los españoles somos poco dados a madrugar; y eso.. Excusitas y mentiritas, pero si la plebe es capaz de dormir 2 noches al raso para comprarse el nuevo IPhone, ¿y no van a levantarse a las 7 y pasar 6 controles de seguridad para ver a Felipe Sexto (no confundir con Camilo)? Dicen que si hacía calor...venga, hombre, más calor hace en la Plaza de las Ventas a las 5 de la tarde en Sol y Sombra.

Pero no es posible tampoco que las calles estuvieran vacías, por la sencilla razón de que los entronizados son famosos y salen en el "Hola", en la tele, y hasta en la sopa. Si se anunciara el paso por la Gran Vía de Jonnhy Depp, Rafael Nadal o Belén Esteban, se juntarían allí varios miles de personas; y más un domingo, siendo gratis y con regalo de bandera nacional. Aunque sólo fueran los jubilaos y las marujas a ver si la reina es anoréxica como dicen o son habladurías ("Pues yo la veo bien guapa, oye", "coge otra bandera"...). Si les sumamos otros grupos: los guiris, los republicanos, los que pasaban por allí, los policías vestidos de paisano, y algunos peperos convencidos de que la Monarquía es el mejor sistema posible para que nada cambie...tendremos que concluir que, objetivamente, ahí había mucha gente.

Y que conste que no se puede decir que yo sea monárquico. Primero, porque soy demócrata, pero no en el sentido de Obama o de Felipe González, sino en el otro, en el de creer que la democracia no es sólo un sistema sino unos valores, que incluyen la igualdad y la justicia y que por lo tanto excluyen a los poderosos y privilegiados. Y segundo, tampoco soy monárquico por tradición familiar: recuerdo a mi padre dormido delante del telediario; cuando oía la voz del rey Juan Carlos se despertaba, daba un respingo y decía indignado: "¡Ya está ahí "El Leto"!". El rey era "El Leto" y, por extensión, la reina era "La Leta", Felipe era "El Letín" y toda la familia eran "Los Letos". Con su anarquismo inconsciente de jornalero extremeño y de obrero inmigrante, la familia real representaba para él el símbolo de la injusticia. Los calificativos que empleaba para referirse a ellos eran sobre todo "vagos" y "sinvergüenzas". Y su deseo principal era que se pusieran a trabajar y dejaran de vivir del cuento. A mí me sorprendía que sus improperios se centraran en esta familia, sobre todo teniendo en cuenta la campechanía del rey. Intentaba convencerlo de que exageraba, que vagos y sinvergüenzas había muchos más en España y que muchos de ellos salían en el telediario también. Sin éxito..durante años y años escuchamos sus exabruptos invariablemente. También le preguntaba por el origen del apodo: me pareció comprender que "el Leto" había sido el tonto de su pueblo, en la época en que cada pueblo tenía su tonto.
Lo que quiero decir es que los que no somos monárquicos -es decir, casi todos los españoles- podíamos aceptar a Juan Carlos porque era simpático, o porque estábamos seguros de que otro podía ser peor; o porque entre las parejas Juan Carlos-Aznar y Aznar-Rajoy, me quedo con la primera, por eliminación; o porque era uno de los símbolos de España, igual que los futbolistas de la selección -a los que, por cierto, tampoco he elegido, si no Torres no hubiera ido al Mundial-; o porque con la marcha de Juan Carlos desaparecía una de las pocas cosas que aún representaba la pertenencia a un mismo país en una España tan necesitada de símbolos comunes.
Pero considerar a Felipe como sucesor natural de su padre resulta difícil, y más en estos momentos en los que es tan evidente la división de las 2 Españas, no la de izquierda y derecha, católicos y ateos, monárquicos y republicanos, españolistas e independentistas..., no, la verdadera división entre los españoles: Ellos y Nosotros, los injustamente privilegiados y los otros, los corruptos y los engañados. Felipe es de ellos, de hecho es un símbolo de ellos. Por lo tanto no es de los nuestros, no podemos verlo como Felipe VI, sólo como el hijo de Juan Carlos El Campechano.

Solamente en algunas pelis los buenos acaban triunfando; en la realidad es mejor que mi padre no haya visto que después del Leto vino la Leti. No le hubiera gustado.

25 junio 2014

Fotos de "Se ve que el carnet te tocó en una tombola, gañán", con título.

"Proyecto sin duda pagado con fondos de la Unión Europea para explicar al embrutecido conductor que los pasos de cebra no son marcas para ayudarte a aparcar".

"Coche Hyundai, modelo "a ti qué te enseñaron en la escuela", aparcado perfectamente sobre la acera".

23 junio 2014

Fotos de sillas con título.

Silla cristiana posando.

Grupo de sillas cristianas posando.

Sillas pijitas disfrazadas de minimalistas.