12 marzo 2008

Mano de obra, carne de cañón.

Están en la esquina, esperando.
Cada mañana los veo al pasar.
Son obreros sirios en busca de trabajo.
Sobre el solar forman pequeños grupos y hablan para matar el tiempo.
Otros están solos, de cuclillas, con el culo casi tocando el suelo, como en el Éufrates, como en el norte de Alepo, donde, en esa misma posición, esperan sin hacer gestos a que un coche pare y los lleve, o un camión, o una furgoneta de transporte público.
Se parecen, la posición es la misma.
La cara es la misma. Morenos, despeinados; pero el bigote recortado y muy bien afeitados.
La ropa es la misma: pantalones de baratillo y camisa hortera que un día tuvo brillo, sucia. Zapatos raídos y sin cordones.
Se parecen porque son los mismos.
Han venido a Líbano para trabajar en la construcción, de día y de noche, sin ninguna protección, sin casco, pagados al día (10 dólares).
Pero Líbano ya no es el paraíso de gruas y cemento. La economía está casi paralizada, no hay trabajo para todos. Por eso esperan sin hacer nada a que aparezca un libanés, un empresario, y se lleve a unos pocos a la obra.
Son chicos -algunos también mayores- de pueblo, ingenuos, pobres.
Quizás sueñan con ganar bastante dinero para poner una tienda en su aldea del norte, o para casarse, que sin dinero de por medio, nadie da a una hija.
Les gustan mucho las colonias baratas de imitación de las de París.
Dejaron la escuela de niños para ponerse a trabajar en lo que se pueda.
Nacieron pobres, y así siguen. Y así morirán.
Éste es, de momento, el único país al que pueden viajar.

No quiero decir que Líbano los explota miserablemente en trabajos indeseables, al mismo tiempo que los desprecia.
No quiero hablar de empresarios sin escrúpulos que se enriquecen a su costa y aparcan los Ferraris en la otra esquina para ir a la manifestación contra "la opresión que padecen".
No quiero explicar en qué edificios abandonados de la guerra se les ve dormir por las noches.
No quiero decir decir que en Siria su miseria se perpetúa.

Lo único que quiero decir es que los veo cada día al pasar.

Hoy no ha habido suerte.
Mañana volverán temprano, a ver si alguien les pone a cargar escombros 12 horas y les da 10 dólares a cambio.
Un hombre cargado con una cafetera gigante pasa entre ellos, se para en un grupo, les vende café dulce a 500 liras.

10 marzo 2008

Quiero votar en el Caucus de Wisconsin.

Hay un medio chiste que dice que todos deberíamos votar en las elecciones de los Estados Unidos de América puesto que el Presidente de ese país tan descaradamente inperialista se convierte en el Presidente Mundial, que lo mismo interviene en la política colombiana que en la libanesa o en la inglesa. El presidente de Irak no es la marioneta que oficialmente ocupa el cargo. Si Kosovo es independiente lo es exclusivamente porque así lo ha querido E.E.U.U. Y la mayoría de los países se han apresurado a reconocer esa independencia para seguir al jefe supremo, amén.
Porque no basta con que un país se autoproclame independiente; se necesita que los otros -quiero decir los que deciden- la reconozcan. Y desgraciadamente Estados Unidos tiene el monopolio de las bulas, los carnets de bueno y malo, los permisos para tener armas nucleares o para ser independiente.
Por eso Palestina no es un país independiente.
Así que el chiste es sólo medio chiste.

En la realidad Estados Unidos nos dice a todos lo que tenemos que hacer y lo que no. Sin su acuerdo nada es legal, ni siquiera lo que vota la gran mayoría en la Onu.
Cuando España y Marruecos tuvieron un contencioso por un pequeño islote pelao, la llamada Isla de Perejil, se pidió a Estados Unidos que interviniera en el asunto, en lugar de a la Onu, qué triste.
Así que en democracia deberíamos todos poder elegir al sheriff, suponiendo que realmente alguien pueda elegir realmente algo.
Porque otro de los mitos más extendidos es que en las llamadas "democracias occidentales" cualquier ciudadano puede ser presidente y todos podemos elegir a nuestros gobernantes.
No es tan fácil, primero hace falta encaramarse a la cima de una maquinaria política jerarquizada que acapara el poder -normalmente existen 2 principales en cada país.
Por eso, en la práctica, en las elecciones generales de mañana en España existen 2 ciudadanos, entre más de 40 millones, con posibilidades de ser presidente del gobierno: la mirada positiva y los hombros estrechos de José Luis Rodríguez, alias Zapatero, y los problemillas bucales de Mariano Rajoy.
No muy amplia la elección.

Si pudiéramos votar al Presidente del Mundo, las opciones tampoco serían muy amplias:
por un lado, el senador McCainn, héroe de Vietnam -por Dios, hay más héroes en Estados Unidos que cortes de luz en Beirut, que ya es decir.
Este caballero anciano (¿por qué los políticos no se jubilan a los 65 años como el resto de la gente?) representa la continuidad del imperialismo salvaje, una mentalidad iluminada de país elegido por Dios para dirigir el mundo, la convicción de que sus valores y su estilo de vida son los mejores, y la contradictoria idea de que una democracia puede basarse en la fuerza militar.

Por el otro lado, una mujer y un negro.
Una apuesta arriesgada por parte del Partido Demócrata.
La mujer representa el nepotismo y la máquina oficial.
El principal "mérito" de Hillary Clinton es ser la mujer del ex-presidente Bill Clinton, sí, el de la mamadita.
Dicen que Barack Obama simboliza un aire fresco en el atrofiado sistema estadounidense.
Ojalá.
Que ya vale de héroes, joder.
Estados Unidos se siente orgulloso de ellos. Pos vale.
Debería sentirse avergonzado de lo que hizo en Vietnam. Pero no es así, si no no habría invadido Irak, por ejemplo.

Si gana el partido demócrata la política exterior -que es la que nos importa a los extranjeros sin derecho a voto, y no quién gana la SuperBowl o si los guionistas de Hollywood están en huelga- no va a cambiar mucho: van a seguir con las garras afiladas, van a seguir dando carta blanca a Israel para que cometa todo tipo de atrocidades en el nombre de su sagrada seguridad, van a seguir controlando y manipulando a la Onu...
pero quizás van a morir menos miles de inocentes en el mundo.

Así que todo el misterio consiste en saber si en la mentalidad de ese país que da miedo, cabe la posibilidad de tener un presidente negro e hijo de inmigrantes africanos -Obama el fresco-, o una mujer presidente -la señora de Clinton.