21 diciembre 2007

Notas de la Semana Santa en Jerusalem (4 y final)

Sábado Santo:
Me despierto otra vez a las 7’30. Mejor para aprovechar el día.
Voy a la Iglesia del Santo Sepulcro pero, claro, cruzando el pueblo etíope (allí siempre hay algo simpático): hoy están repartiendo ramitas de palmera, que algunos se ponen alrededor de la frente. Dentro, la iglesia está casi vacía. Sólo un cura lee unas oraciones en la capilla de abajo y ya se oye el ruido del patio del Santo Sepulcro. Esta tomado literalmente por decenas de policías israelíes. Incluso dentro de la iglesia hay montones, armados. ¡No puedo creerlo! Fuera también hay cientos, controlando el recorrido de la procesión que tendrá lugar después.
Evito la misa (cuando termina veo al, supongo, arzobispo, bendiciendo a diestro y siniestro, y los seminaristas emocionados como si hubieran conseguido un autógrafo de Ronaldo).

Aprovechando que toda la gente está en la misa, veo casi solo la capilla de la Reina Helena y la gruta donde supuestamente encontró la cruz y los clavos de Cristo. Es una capilla medieval preciosa y simple, llena de cruces grabadas en los muros por los cruzados. Muy emotivo: son “pintadas” que tienen setecientos años;
También impresiona la capilla sirio-jacobita del siglo I, muy descuidada.
No me dejan entrar al Santo Sepulcro: veo una esquina por un agujero circular del muro. Lo intentaré después.

Hoy es el cumpleaños de mi madre; como regalo, le enciendo una vela al lado del Sepulcro y otra al lado del Calvario, donde he subido al principio y no he conseguido imaginarme, sentir, que allí clavaron a Cristo. Pero a ella le hará ilusión el regalo.
Como el mundo es tan pequeño, me encuentro en los zocos con V. y F., una pareja (español-francés) que conozco de Beirut. Hablamos un rato y nos vamos cada cual por su lado.
En el barrio armenio encuentro una procesión de ¡gaiteros! (Palestina estuvo bajo dominio británico y ésta es una de sus herencias; hay otras peores).
Busco el Convento del Olivo para volver a hacer la foto que no salió de la casa de Anás (quiero dársela a mi amigo J. porque, de adolescentes, hicimos la ópera-rock “Jesucristo Superstar” y él hacía de Anás y yo de Caifás, su suegro y sumo sacerdote).
El convento está cerrado pero disfruto de la calma, de la paz y el silencio del pueblecito armenio (casas y conventos en un mismo recinto).
Sale de su casa una mujer vieja que se llama María y que se parece mucho a mi madre. Otro misterio en el día de su cumpleaños. Se ofrece a enseñarme el lugar y me pregunta si soy cristiano. Le digo que sí, sonríe y se siente más a gusto. Me enseña el olivo donde fue azotado Jesús y me explica con detalles cómo era el látigo. Es el primer lugar donde cayó la sangre de Cristo. El olivo tiene un tronco viejísimo, muerto, del que han salido muchas ramitas formando un nuevo olivo. La mujer atribuye las ramas y la “resurrección” del olivo a la sangre de Cristo. Me dice que en este mismo olivo se ahorcó Anás, comido por los remordimientos. Detrás está la prisión de Cristo, cerrada. Estoy solo con ella pero me dice que antes de la Intifada había procesiones de peregrinos a este lugar.
Los armenios no parecen tener mala relación con los judíos. En la procesión de gaiteros hablan y ríen con los policías.

Salgo de la ciudad antigua por la Puerta Nueva; quiero ver la parte moderna. Cojo una avenida residencial en la parte judía. Mucho calor y nada que ver. Giro hacia la parte musulmana, recorro la zona comercial pero tampoco tiene mucho interés. Entro en la ciudad vieja por la Puerta de Herodes y salgo por la de los Leones. La gente sale de rezar en la Mezquita de al-Aqsa y de la Roca y cogen “services” y autobuses para volver a sus barrios o pueblos.
Otra vez en Getsemaní, cojo tierra y hojas de olivo para K. y para mí y para regalar, y disfruto de la tranquilidad y los cantos de los pajaritos sentado al pie de un olivo y con las murallas enfrente. Veo toda la ciudad antigua desde aquí.

Hoy he estado también en una iglesia greco-ortodoxa (moderna) cerca de la Puerta Nueva: había un mapa de los cristianos en Oriente Medio y Africa, con todos sus tipos y ritos…

Vuelta al Santo Sepulcro: para entrar a la sala del sepulcro hay una cola grande de gente apretándose y empujándose, porque sólo se entra a la minúscula sala de 4 en 4. Cuando quiero darme la vuelta me encuentro aprisionado en la marabunta y tengo que seguir allí esperando el turno. El paso lo da un cura calvo y con coleta que grita, empuja y golpea a la gente que se cuela; muy duro como guardián del Santo Sepulcro pero parece que las circunstancias lo exigen. Y ver la supuesta tumba de Jesucristo bien vale una bofetada de un cura coletudo, ¿no?

Tengo más de cinco carretes hechos en 4 días pero en ninguna foto aparezco yo. Decido que me hagan una y qué mejor sitio que en el pueblo etíope. Me hace dos un chico palestino. Me pongo con un cura etíope que casi no habla inglés (y árabe bastante mal, como yo). Me dice que quiere la foto, el pobre. Le explico mi situación y le digo que si vuelvo se la traeré.
Paseo por los zocos ya sin rumbo, cansado y como despidiéndome de esta ciudad. Compro, para cenar en el hotel, un pan, “zaatar” y un falafel.
Un último té en mi café de cada tarde, “The Gate’s Café”, al lado de la puerta de Damasco, en una terraza discreta con pocos clientes, la mitad lugareños y la mitad turistas (el precio es para turistas). Ya me conocen los dueños: un matrimonio. La mujer, aún guapa, me enseña a su hijo y a su nieto (y a la mujer de su hijo, que no es la madre del niño). El niño es rubio y nadie diría que es palestino por su aspecto.
Al hotel. Mañana me voy y tardaré muchas horas de taxis, visados, fronteras en esta tierra que nunca las tuvo, para llegar a casa, en Beirut.

Jerusalem-Al Qods es una ciudad única: se respira por todas partes, si no a Dios, si no a los dioses, sí el deseo de dioses de los hombres. Se respira historia. Y se respira opresión. Parece que un Dios les prometió esta tierra a unos, al menos eso dicen ellos. Pero creo que ningún Dios tiene derecho a hacer eso.

19 diciembre 2007

Notas de la Semana Santa en Jerusalem (3)

Viernes Santo:
En un café fuera de la Puerta de Damasco – 8’00 de la mañana.
Estoy tratando de despertarme. He comprado un pan y una bola de falafel y me he sentado en la terraza de un café ultra-cutre. Estoy pensando en que allí hay gente muy rara, palestinos con la ropa sucia, zapatos rotos, mirada perdida. Pienso en que el café turco en Jerusalem es gigante: un vaso de plástico grande. Eso me gusta. Veo que la policía, al otro lado de la calle, ha cerrado la entrada a la ciudad antigua: supongo que porque es viernes, fiesta para los musulmanes y, además, viernes santo. Los palestinos no tienen ninguna libertad de movimientos; los judíos y los turistas, sí.
De repente, un hombre gordo que juega a las cartas en la mesa de al lado, cae al suelo y queda de rodillas y la cara en el suelo, como si estuviera rezando. La silla choca contra la mía. Es un ataque al corazón. Sus compañeros le echan agua en la cara y le frotan el pecho. Echa espuma por la boca. Me doy cuenta de que se está muriendo. Los policías miran de lejos pero no vienen. Les gritamos para que hagan algo.
Por fin se acercan 2 muy tranquilamente y llaman a una ambulancia, que llega muy rápido. Tratan de reanimarlo. Tarde.
Yo me voy de allí con la sensación de que ha empezado viernes santo. Hace sol. Nadie parecía demasiado triste; sólo miraban con curiosidad. Tal vez están más acostumbrados a la muerte que yo. Pienso en el hombre gordo: seguro que tenía una mujer gorda con pañuelo en la cabeza y un montón de hijos. Vestía muy mal. Hoy era su día de fiesta. Habría ido a la mezquita y ahora jugaba a las cartas y tomaba un café turco en vaso grande.

Cuando voy a entrar a la ciudad antigua un policía israelí me pide con mal tono y en árabe el carnet. Cuando ve que soy un turista me deja pasar sin ninguna simpatía, sin mirarme.

9’00 – Via Dolorosa
Cojo un lugar privilegiado para hacer fotos de la procesión, en la esquina de la Via Dolorosa y al-Wad.
Muchos soldados y policías y, sobre todo, integristas cristianos: filipinos, polacos, franceses con cruces,… curas de todo tipo, vestimenta, aspecto y color. Miles de curas y beatas, con ramos, iconos, cruces, cámaras de vídeo.
Muchos fotógrafos también. La policía intenta despejar la calle de peregrinos para que pase la procesión; hay vallas metálicas. Un estadounidense con un perrito que duerme la siesta. Siempre hay un pijo-bohemio con perrito, en todas partes.

¡Y cuántas monjas! Blancas, negras, con bigote, pálidas, con ojeras, beatíficas.
A algunas me las imagino mortificándose en sus celdas, poniéndose el cilicio, flagelándose para expiar sus malos pensamientos.
Un grupo de mejicanos. Cristianos de la India.
Fotógrafos de la agencia Reuters (con ese aire de superioridad y de no creerse nada) y fotógrafos aficionados; hasta curas con cámara.
Viejas que cantan en griego, en francés, en polaco, en ruso, en tagaloh,…se oyen cientos de lenguas en Jerusalem.
Empieza la procesión, se ven cruces entre la masa de gente; se acercan, se acelera…. Y caen en la esquina en avalancha, empujados por los de atrás.
Un cura barbudo impresionante se clava la valla metálica a mi lado y así se queda unos segundos. Pero no se queja. Faltaría más.
Un niño palestino le sopla la vela a una vieja del este de Europa y ésta empieza a darle manotazos al niño loco que se ríe.
La policía interviene para frenar a la gente. Megáfonos.
No busquéis ninguna espiritualidad ni aquí ni en la iglesia del Santo Sepulcro. A Cristo se le imagina mejor en cualquier iglesia de pueblo, en cualquier mezquita solitaria.

Desde un café hago fotos de la gran mezcolanza de gente que existe en esta ciudad: de ropas, de color, de religión, de lengua, de pobres y ricos.

Voy al Santo Sepulcro, pero pasando por la iglesia etíope que tanto me gustó ayer. Me quedo una hora encantado por los colores, olores, silencios, amabilidad de esta gente.
Algunos se hacen fotos llevando la cruz. En la iglesia sigo la misa un rato, tan distinta de la católica, tan misteriosa. Estos cristianos etíopes rezan arrodillándose a veces y tocando el suelo con la frente, de forma muy similar a la de los musulmanes. Al salir, me encuentro otra vez en el “templo de los mercaderes”: qué jaleo en la iglesia del santo sepulcro, qué ruido, qué chabacanería. No se puede andar.
Un polaco levanta los brazos al sol. Llegan procesiones presididas por muchos curas.
Dentro de la iglesia el mismo ruido que fuera: cámaras, griterío. Viejas que bendicen todo lo que llevan en el aceite perfumado de ámbar de la losa de la entrada. Veo una monja que ¡consagra su móvil!
Escapo a un café cercano pero muy tranquilo desde donde veo llegar la procesión de los cristianos palestinos, cantando en árabe, con niños en uniforme.
Vuelvo por los zocos centrales –el de la carne, donde huele a sangre, el de las telas.
Decido salir de la ciudad, de sus murallas, ir al Monte de los Olivos. Salgo por la Puerta de los Leones. Un vendedor de agua me dice que el monte está cerca, que puedo ir a pie. Y es verdad. Voy parando en cada iglesia. Algunas son maravillosas, sobre todo la de la Tumba de María, misteriosa, preciosa, sombría. Hay que bajar unas escaleras anchas y oscuras que llegan hasta el final de la iglesia. Hay un cura como de “El nombre de la Rosa” que come algo de una bolsa de plástico. En la tumba de la Virgen un cura reza. Me pongo al lado. Hay billetes (dólares, euros, shekels…) que los devotos han metido en la tumba, como si no hubiera otros sitios para las ofrendas.
Entro en la Gruta de Getsemaní, donde Jesús se reunía con sus discípulos.
Voy a una iglesia y de ella a un jardín, el de Getsemaní. Una monja rumana me dice que el “oficial” está al otro lado pero que éste es la continuación. El “oficial” no tiene mucho interés: un jardincillo cercado, con setos y flores; sólo merecen la pena los viejísimos olivos.
El otro, la continuación, si es bíblico, mediterráneo; con olivos “en libertad”. Y no hay nadie. Hasta que lo cruza un adolescente en un burro, seguido de un rebaño de ovejas y cabras. Le digo: “¿Es aquí el jardín de Getsemaní?”
Y me responde: -“Por Dios, no sé”.
Aquí sí me he imaginado a Jesucristo en su época.
Cojo tierra para mi hermano, que es creyente, creo. Y hojas de los olivos.

Me paro en una iglesia moderna pero preciosa, el “Flevit”, erigida donde Jesús lloró viendo por última vez la ciudad. A través de las vitrinas de la iglesia se ve todo Jerusalem y, enfrente, la Cúpula de la Roca, magnífica.
Me paro en la Tumba de los Profetas: me sale un hombre con muy malos modos y un perro que me ladra. Los dos me dicen: “¿Qué quieres?”. Respondo: -“Nada”. Y me voy.
El Monte de los Olivos es un cementerio judío inmenso. Le he prometido tierra de allí a K., que es palestino pero nunca ha estado en Palestina. Parece que sus padres son de Jerusalem. Pero creo que no es el sitio apropiado para cogerle su tierra. Mañana buscaré otro.
La vista es una maravilla: toda la ciudad amurallada con las cúpulas brillando al sol de la tarde.
Más arriba veo dos iglesias más: una donde esta escrito el “padrenuestro” en azulejos en multitud de lenguas (y pseudolenguas) por todos los muros: hasta en “asturianu”, “valenciá”, “esperanto”,…
Aquí me doy cuenta de que he perdido 300 shekels, todo lo que me quedaba cambiado. Se me ha caído del bolsillo al sacar el plano de la ciudad. Por la tarde leo en un mensaje de L., que ella ha perdido, no sabe cómo, 100.000 libras libanesas: ¡es la misma cantidad de dinero y el mismo día! Misterios de un día misterioso.
La otra iglesia, la de la Ascensión de Jesús, en realidad es una mezquita donde está la piedra con la huella del pie de Jesús al ascender a los cielos. Los musulmanes se han reservado una parte para rezar, al lado. Otra muestra más de que el Islam es, en esencia, muy tolerante. ¿Podemos imaginar que los cordobeses dejen una parte de la mezquita Omeya a los musulmanes para que recen allí?
Estoy cansado de turistas y de vendedores que me hablan en inglés. Miro Jerusalem desde lo alto por última vez y me bajo por donde he subido, hasta la ciudad, los cafés,…
Mañana es sábado.

18 diciembre 2007

Notas de la Semana Santa en Jerusalem (2)

Jueves Santo:
9’00 de la mañana. El aceite ha hecho bastante efecto. La espalda me dejará moverme todo el día, aunque intento no forzar y andar despacio.
Dicen que el aceite de oliva tiene propiedades anti-inflamatorias. O quizás es un milagro.
Desayuno fuera de la ciudad antigua, al lado de la puerta de Damasco: café y bocadillo de hilachas de queso con tomate y aceite de oliva.
Saco una foto de un caballo cargado con el material anti-disturbios de su dueño, un militar israelí; más fácil moverse así entre las callejuelas de la ciudad vieja.
Un palestino de 75 años, correctamente vestido con chaqueta vieja pero cuidada y aspecto digno, se me ofrece como guía: “Llevo 75 años en la ciudad”
- Prefiero ir solo, gracias.
Entonces me dice que son 10 en su casa, que con la “situación” no hay trabajo, que a ver si puedo ayudarlo.
Qué pena.
Sigo la Via Dolorosa en dirección inversa a la de Jesús y llego a la Puerta de los Leones, desde donde se ve el Monte de los Olivos en la colina vecina. El ambiente es de paz. Los palestinos se dirigen a la mezquita a rezar. Sol, silencio. Entro en la casa donde nació la Virgen María y en la vecina Iglesia de Santa Ana (su madre): en la cripta estoy solo.

Intento entrar a Al-Aqsa pero en cada puerta los soldados me dicen, sin más explicaciones, que no; la única posible es la última, la que está dentro del recinto del Muro de las Lamentaciones.
Hago fotos entre los judíos que rezan.
Por fin entro al recinto de las mezquitas pasando otro control. El lugar es magnífico, sobre todo la Mezquita de la Roca, octogonal y con su cúpula dorada tantas veces vista también en fotos. Recorro la zona entre olivares donde familias palestinas comen, los niños juegan y se respira paz. Dentro también hay soldados escoltando a un grupo de judíos ortodoxos (porque aquí está la puerta por la que entrará el Mesías a Jerusalem; hasta ese momento permanece cerrada. De hecho, hay rabinos ultraortodoxos que consideran que la creación del estado de Israel es una herejía puesto que no debe producirse la vuelta a la "tierra prometida" hasta que el Mesías regrese). Me acerco a ellos y los militares se ponen nerviosos, y sobre todo hombres de paisano que se comunican por radio entre ellos; son palestinos y hablan árabe pero se ve que trabajan para los israelíes. Un soldado se me acerca y me pregunta qué son las fotocopias que leo: -“una guía sobre Jerusalem”. Se va. Uno de los palestinos se me acerca después. No le veo la radio y cometo el error de hablarle en árabe. Me dice que siga andando, que dé la vuelta, que no se puede estar sentado. Con bastantes malos modos. Lo peor desde que llegué a Jerusalem. No quiero juzgar al que se vende pero pienso que sus problemas de conciencia (suponiendo que tenga conciencia) no son culpa mía. Y además no me dejan entrar en ninguna de las dos mezquitas: en Al-Aqsa, el portero me da un golpecito en el hombro y me dice que me vaya: -“Sólo musulmanes”. Ya se han acercado dos militares...
Pues me voy. Decepcionado al ver cómo la situación y el contacto con sus opresores está destruyendo la hospitalidad de algunos palestinos. Esta intolerancia me recuerda a Túnez; en Oriente Medio un extranjero siempre es bienvenido si quiere visitar una mezquita.

Tomo un café turco en un zoco cubierto muy bonito, mirando a los niños palestinos.
Andar: barrio judío, barrio armenio. Visito la casa de Anás (uno de los sacerdotes del Templo, miembro del Sanedrín en la época de Jesuscristo); actualmente es la iglesia armenia del Olivo.
Encuentro una procesión de curas, unos 50, de muchas nacionalidades, acompañados de algunos fieles. Entre ellos hay un cura español, un cámara y un periodista de TVE. Escucho la entrevista que saldrá en el telediario. Pregunto al periodista que cuándo y si se verá por la TVE internacional “porque yo vivo en…”. No parece interesarle donde vivo, ni se sorprende de ver a un español en Jerusalem. Y además le llaman por el móvil.
Pienso que si yo fuera periodista sí me habría interesado saber quién es ese español y dónde vive; le habría hecho una entrevista. A mí tampoco me interesa él.
Entro a una catedral.

Paseo por el barrio judío: mucha gente, casi todos fácilmente reconocibles como judíos, se habla yidish, sefardí, inglés, ruso…
Teatro de calle para niños con kippa.
Vista magnífica sobre el Muro de las Lamentaciones y la cúpula de la Roca.
Veo al primer mendigo judío. Palestinos he visto muchos.

La gran sorpresa del día: entro por casualidad, ya en el barrio cristiano, al Patriarcado copto y encuentro cientos de viejos etíopes y muchos curas negros. Los hombres llevan traje y corbata; las mujeres, túnicas blancas. La imagen es espectacular; están comiendo dulces y bebiendo zumos en el patio de la iglesia. Dentro huele a antiguo, es oscuro y estrecho, con pasadizos, iconos, como desgastado todo por el tiempo. Es un lugar impactante. La iglesia da por la otra puerta a la entrada de la iglesia del Santo Sepulcro.

He visto muchos judíos argentinos estos dos días, es decir que he oído a veces español pero en general hablo en inglés y a veces en árabe con los palestinos, especialmente para que no me timen en los cafés y tiendas. En una de recuerdos cristianos el vendedor me pregunta ¡que si soy libanés, por mi manera de hablar!
Pero en general varias veces me han confundido con un griego o con un chipriota (supongo que vienen muchos).
Los falafel aquí llevan picante (optativo) y se hacen con pan de pita. Apenas he visto pan árabe (sin levadura).
Ah, olvidaba, cerca de la Puerta de los Leones, en el mismo recinto de la iglesia de Santa Ana (construida por los Cruzados), están las cisternas y piscinas donde Jesucristo curó al paralítico. Un lugar lleno de paz donde huele a pino.
Tantas cosas cada día…
Mañana es viernes santo.

10 diciembre 2007

Notas de la Semana Santa en Jerusalem (1)

Miércoles, 7 de abril - 00 horas-Beirut-Estación de taxis colectivos “Al Marfaa”.

Noche de viaje completa. Intento dormir y no lo consigo; pero cierro los ojos porque no tengo ganas de hablar con el taxista. Salida de Líbano; entrada en Siria. Los policías son amables, las fronteras tranquilas; despertamos a los encargados de los visados. Apenas hay control.
Salida de Siria; entrada en Jordania a las 3 aproximadamente de la noche. También despertamos al policía de los visados. Todos son simpáticos. Uno me dice que el Madrid ha perdido.
Me devuelven el dinero del visado (10 dinares jordanos) porque tengo pasaporte de servicios.
Un taxista, amigo del mío, me invita a un café. Hace mucho frío y tengo poca ropa.
Antes de llegar a Ammán mi taxista me dice que le pague; quiere bastante más de lo que pactamos con el encargado. Dice que es un malentendido; regateo, ni pa ti ni pa mí, un poco más. Me dice: “Pero no te enfades conmigo”.
En el campo, para el taxi y yo me paso al de su amigo porque mi taxista ha llegado a su pueblo.



Estación "Al-Abdalíe", Ammán. Taxistas durmiendo en sus coches, mucho frío. Son las 4,30. En mi bolsillo hay dólares, libras libanesas, libras sirias y dinares jordanos (y después habrá también shekels israelíes).
Encuentro un taxista beduino con “kuffie”, “galavie” rota y muy tranquilo. Me pide 12 dinares por llevarme al puente del rey Hussein, frontera con Israel. Acepta 10.
Llegamos aún de noche, 5,30, todo está cerrado; esta frontera sólo se abre unas pocas horas al día. Cuando Israel quiere. Los policías jordanos no saben a qué hora podremos pasar. Así que el taxista ¡se queda una hora conmigo! Y con el policía de guardia.
Estoy practicando mi árabe. Después otro policía me invita a un café turco gigante.
No me cobran el visado tampoco. Cambiamos de edificio porque el ordenador no funciona. Encontramos también una paloma en el edificio; los policías intentan sacarla pero en la escaramuza le despluman la cola; a pesar de todo, se va volando.
Pero yo no: es de día, estoy muy cansado, casi sin dormir; cada vez me duele más la espalda; tengo los ojos resecos. Y aún me queda otra frontera muy dura y un taxi colectivo más.
Por fin salimos en un autobús para recorrer unos kilómetros de “tierra de nadie”; varios controles en el camino.
En nuestro autobús no van los palestinos; al llegar los vemos haciendo cola y nos tenemos que quedar dentro del autobús hasta que ésta casi ha terminado.
En el autobús de los “extranjeros” vamos sólo seis: una mujer de EE.UU. y su marido jordano; ella habla árabe con fluidez (lleva 35 años viviendo en Jordania) aunque con un terrible acento yanqui. Dos chicos con pasaporte francés pero de origen argelino. Un palestino con pasaporte de EE.UU. y que me habla español. Va a visitar a su familia en Ramallah.
Por supuesto, la “verdadera” norteamericana y su marido pasan mucho más rápido que nosotros. Unos tipos con pinta de acabar de llegar de una playa de California (si no fuera por sus metralletas) deciden a gritos quién pasa primero. Uno de ellos se lleva a los yanquis para que no esperen la cola. Los demás enseñamos los pasaportes y nos dice que esperemos nuestro turno.


Hay muchos controles, muchos. Muchas preguntas, muchas, las mismas, repetidas:
¿Cuál es el propósito de tu visita? (Ver la Semana Santa en Jerusalem)
¿Así que vives en Beirut? (Sí)
¿En qué trabajas? (...)
¿Cuánto tiempo vas a quedarte? (5 días)
[La chica policía, con nombre, apellido y cara rusos, tacha el sello de “15 días” y escribe a boli “one week”]
¿Hablas árabe? (Unas pocas palabras)
- Por favor, no me selléis el pasaporte*.
- Pasa por aquí. Espera aquí. Siéntate, por favor.
El último me llama todo el tiempo por mi apellido: “Entonces, ¿vives en Beirut?...”


Mi mochila ha desaparecido hace una hora y no la recuperaré hasta el final.

Por fin. Un taxi colectivo más y estoy en Jerusalem. Son las diez de la mañana: 10 horas de viaje, fronteras y más fronteras, taxis, esperas y enseñar el pasaporte a todo el mundo.
Hace un día soleado. Qué pena que me duela la espalda.
A pesar de eso, ando y ando, ando durante todo el día, hasta que no puedo más y la espalda cada vez está peor.
Son las seis de la tarde y me voy al hotel. Pido que me pongan ropa limpia en la cama porque la que hay debe de llevar meses puesta, por el olor que despide.
Me froto la espalda con el aceite consagrado que me ha dado un cura barbudo y con coleta (creo que hablaba armenio) en, ni más ni menos, el Santo Sepulcro, en la iglesia más sagrada de la Cristiandad.
Quiero tener fe en que el aceite me va a arreglar la espalda, en que mañana me despertaré como nuevo, sin dolor, e iré a ver la mezquita Al-Ahsa, a ver si tengo más suerte que hoy y me dejan entrar los soldados; me han dicho que “de 7 a 10 y de 12,30 a 13,30”.


Supongo que éste es el mejor sitio para tener fe.
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Primero, al llegar a Jerusalem doy vueltas por los zocos buscando un hotel; me quedo en el hostal “Al-Arab”, típica casa antigua, descuidada, sucia y con terraza. Es muy cutre el sitio, acorde con el precio, 11 dólares la noche.
Mi habitación está en la terraza y tiene 2 literas y un colchón más en el suelo. Las duchas colectivas funcionan, sorpresa.
A la calle, a ver el ambiente, gentes tan diferentes: palestinos, mujeres de los pueblos que venden verduras en el suelo, niños corriendo, comerciantes; judíos ultraortodoxos con sus tirabuzones, sus sombreros, sus ropas negras, que cruzan la calle al-Wad camino del muro de las lamentaciones, escoltados por jóvenes en camiseta, con la cabeza rapada y pistolas enganchadas a un brazo mecánico que cuelgan justo delante de la mano, ingenioso sistema para disparar rápido (parecen muy ligeras); judíos del Este de Europa, vestidos casi como la familia de “La casa de la pradera”. Militares y policías en cada esquina, en cada cruce, en las murallas; algunos turistas, que es Semana Santa; curas barbudos, ¿serán ortodoxos griegos, armenios, coptos, católicos,…? Los típicos zocos árabes: olores de especias, barullo, carne, tiendas de falafel; es difícil andar con tanta gente en calles tan estrechas. La ciudad te envuelve.
Sigo la calle y llego al Muro de las Lamentaciones: militares en la entrada, registros, arcos magnéticos. Uno me pregunta si llevo navajas u objetos punzantes. En el muro, la imagen tantas veces vista en la televisión: la gente rezando y moviendo la cabeza. Un espectáculo, muy visual.
Intento entrar a la Explanada de las Mezquitas para ver la Mezquita de la Roca (desde donde Mahoma ascendió a los cielos acompañado del arcángel Gabriel, y donde mucho antes Abraham preparó el sacrificio de su hijo. Uno de los muros del recinto es, del otro lado, el muro de las lamentaciones (supuestamente, resto del antiguo templo judío, aunque en realidad sea romano). No me dejan entrar los soldados israelíes: la entrada (para los no musulmanes) está restringida a una sola puerta y al periodo de 7 a 10 y de 12’30 a 13’30.
Visito el barrio judío, un alarde de nacionalismo; algunas camisetas para turistas son “dignas” de verse: “JerUSAlem”, “Jerusalem, ciudad del amor”, “Israelian Utzi*: Just do it”. En fin.
Visito el barrio armenio, un oasis de paz y silencio. Entre los dos barrios un ultraortodoxo me pregunta porqué estoy haciendo una foto de un póster: es sobre el genocidio armenio a manos de los turcos a principios del siglo XX. Porque genocidios también ha habido muchos, aunque algunos ni siquiera se reconozcan oficialmente.
Visito el barrio cristiano: la iglesia del Santo Sepulcro, donde termina el Via Crucis, donde Cristo fue crucificado y enterrado; llena de capillas de diferentes ritos cristianos; cristianos ruidosos; el ambiente tan terrenal no deja imaginarse, sentir lo que pasó aquí.
Entro en una capilla y unos curas están bendiciendo a la gente con aceite consagrado, poniéndoselo con un algodón sobre la cara y las manos. Las viejas acercan botes y botellas para que se los llenen de aceite. Me gustaría tener un poco de recuerdo y para regalar: salgo a la calle, compro un botellín de agua en una tienda de turistas a precio de turista. Me bebo el agua y vuelvo a la iglesia; llego a tiempo para que me pongan aceite en mi botella.
Si Jesús levantara la cabeza vería que las tiendas de los mercaderes siguen aquí.

Vuelta al zoco: como-ceno en un restaurante árabe, muy popular, donde se puede comer el pollo con los dedos y en grandes cantidades.
Es de noche. Necesito dormir. Escribo un poco y me duermo sobre las 8 de la tarde. El frío y la mezquita de al lado me despiertan sobre las 5. Me pongo otra manta y duermo hasta las 9.






*Siria y Líbano no reconocen al estado de Israel; tener un sello israelí en el pasaporte supone la prohibición de entrar a estos dos países, incluso si se reside en uno de ellos. Así que digamos que esta historia me la contó un amigo que tiene un amigo al que le pasó.

*Utzi: Marca de armas ligeras israelíes.

03 diciembre 2007

Esa tarde de domingo.

Esa tarde de domingo tenía, como tienen todas, un olor acre de algo que está muriendo.

Había camareros, un sol amarillo, flores amarillas,
sirvientas y niños y niños con sirvienta -sirvientas amarillas-.

Había también un mar callado, como de domingo.
Y un avión que llegaba a veces.

Había alguien que te esperaba, triste por esa tarde de domingo. Y por ti.
Pero que aún así te esperaba.

Había un faro encendido y muchos corazones apagados.

Y un vientecillo, agresivo en su pequeñez,
como un perro de tres kilos.

Y tú tenías ganas de que ese domingo por la tarde se muriera
de una vez,
llevándose con él al viento, al mar entero,
a la ausencia de perro
y a la melancolía.

Que fuese mañana por la mañana
y sentir el esfuerzo de empezar algo
mejor
que la nada
de esa tarde
de domingo.

Olas en la Corniche de Beirut.

A veces llegan salvajes, revueltas y grises,
con gaviotas gritando,
y ellas también gritan,
y saltan a la carretera, enfadadas,
y chocan contra los muros, histéricas...
y otra vez y otra vez y otra vez...

A veces vienen relajadas,
como empujadas por la manita de un niño,
sopladas por un viejo,
resbalando por una calle casi casi...casi
sin pendiente...

Depende.

Pero siempre vienen.
De día y de noche.

26 noviembre 2007

Otro día en Beirut.

Hace frío. Hace sol. Estoy cansado. Ahora a trabajar. Tap tap tap tap. ¡Bloom! La basura al contenedor. Era una bolsa bonita pero muy incómoda para usarla en otras cosas. Yo me ocupo de la basura. Selecciono bolsas por su tamaño, grosor, otras posibles utilidades, y pongo la apropiada en su lugar. Tengo 3 basuras en casa: una en la cocina, otra fuera de la cocina, para la casa. Otra, en el cuarto de baño porque en estos países los váteres no tragan bien y hay que echar el papel higiénico, las compresas y los botes vacíos de champú a una bolsa. Bueno, los botes vacíos de champú y las compresas, es normal. Y me da placer ver cómo la bolsa que he puesto, con su justo tamaño y grosor, se va llenando. Y cuando está llena, me da placer cerrarla, cambiarla por otra apropiada y tirar la llena al contenedor. Me siento bien.

A las 8’30 de la mañana. Ese hombre de bigote, el marido de la bruja de la tienda, que barre la calle y tiene un café turco en una silla y saluda a los que pasan del barrio. A mí, no. No tenemos costumbre. El gordo de la tienda de arriba, siempre sentado en la puerta. Enfrente, el taxista jubilado con su taxi, que aun funciona si pasa un extranjero. Entonces grita: “¡Takkksi!
Yo ni me inmuto.
Ha empezado otro día. La estudiante preciosa de la Universidad Americano-libanesa. El del taller de coches. El que come un bocadillo en la calle. Uno que saca dinero. La sirvienta. El gato. El todoterreno. Los taxis. La gasolinera.

Y después otras cosas y personas desde la ventanilla.
Otro día en Beirut.

Las palabras.

¿Acaso las palabras pueden moverse solas y saltar entre las líneas e incluso reproducirse?
No lo creo las palabras porque entonces las palabras las historias serían absurdas las palabras. No podríamos leerlas porque las palabras las palabras se habrían intercalado ocultándonos todo el sentido las palabras lógico del texto. ¡Qué tontería las palabras!
Las palabras las palabras no tienen vida. ¡Gracias a las palabras Dios! Nos las palabras volveríamos las palabras locos las palabras y eso las palabras no puede las palabras pasar.
Al menos las palabras no ha pasado hasta las palabras ahora las palabras las palabras.

¿Y las pala pueden romperse bras?

La hoja.

Se ha caído una hoja gigante y retorcida de un árbol. Era marrón y estaba reseca. Parecía una rata y una gran vaina no comestible.
Y se me ha abierto un agujerito en la cabeza. No sé cuál es la relación pero alguna debe haber porque estas cosas no pasan por casualidad. Pasan por causalidad (como decía aquel filósofo incomprendido hasta por él mismo).
El agujerito era redondo, como de balín y supuraba liquidillo con olor de gardenia. Y caía por el cuello, la camisa...
Me acordé de un cuadro de Dalí, de uno cualquiera. Tal vez él tuvo un día un agujerito en la cabeza, como yo. En aquella época en la que se creyó inmortal porque estaba vivo.

19 noviembre 2007

La situación en Líbano.

El viernes 23 de noviembre termina el discutible mandato del Presidente de Líbano, Emile Lahoud.
Pero todavía no se sabe quién lo va a sustituir, ni siquiera si lo va a sustituir alguien.
Algunos pensamos que sin jefes las cosas funcionan mejor, especialmente sin malos jefes.
Y en Líbano al parecer están intentando encontrar a un jefe bueno (difícil), moderado (muy difícil), neutral y de consenso (casi imposible)
Bueno, ¿lo están intentando realmente?
Porque aquí el Presidente debe ser cristiano maronita por ley (lo mismo que el Primer Ministro musulmán suní y el presidente del Parlamento musulmán chií) y es elegido por el Parlamento, sin participación directa del pueblo.
Y las reuniones parlamentarias para elegir al Presidente se han ido aplazando por falta de acuerdo hasta llegar al siguiente calendario:
-21 de noviembre: Pleno parlamentario para elegir al preidente.
-22 de noviembre: Fiesta Nacional.
-23 de noviembre: Termina el plazo legal.
Qué emocionante, ¿no?
Una de 2: O las posturas siguen tan alejadas que no se ha podido convocar al Parlamento antes...en ese caso difícil será que en una sola sesión se pongan de acuerdo.
O todo está decidido desde hace tiempo; y entonces el 23 se presentará al nuevo presidente de consenso y será el comienzo de nuevas negociaciones entre las partes. O al nuevo presidente sin consenso y dejando fuera a la mitad de las fuerzas políticas del país, y será el comienzo de un periodo difícil y violento.

La actual división del país en 2 bloques políticos, con su consiguiente parálisis política, económica, social, no obedece a razones confesionales sino de intereses de poder y alianzas internas e internacionales.
El bloque del gobierno, mal llamado"antisirio", está formado sobre todo por la mayoría de los musulmanes suníes, la mayoría de los drusos y la mitad de los cristianos maronitas (los falangistas).
La oposición, que se retiró del parlamento hace meses, está dominada por la mayoría de los chiíes (los grupos de Hezbollah y Amal) y la otra mitad de los maronitas cristianos (los seguidores del general Aoun). Son los mal llamados "prosirios".
Multitud de pequeñas formaciones están aliadas a uno u otro bloque.
Lo que les opone es casi todo, a pesar de que los 2 bloques estén llenos de políticos chaqueteros, señores de la guerra, jefes de clanes, hombres de negocios y demás calaña.

Quizás se exagera cuando se dice que las decisiones del gobierno se toman en la Embajada de Estados Unidos, pero sí es evidente la influencia del gobierno Bush en este grupo.
Lo mismo que la de Siria e Irán en el grupo de la oposición.
Últimamente las presiones externas y los supuestos intentos para acercar a las partes se multiplican: Estados Unidos, Francia, la Unión Europea, Rusia, Irán, todos aparecen en el oscuro panorama de este débil, complicado e inestable país. Desde dentro, el patriarca maronita, Sfeir, intenta reunir a los hermanos peleados.

Así las cosas, vamos a ver qué pasa el día 23 (también vamos a ver si antes de ese día hay bombas de cualquier interesado en que crezca la tensión, el caos y el vacío de poder en Líbano).
Y quedan 2 posibilidades:
1. El 23 se elegirá a un candidato de transición aceptado por ambas partes.
2. No se llegará a un acuerdo y entonces los parlamentarios pro-gubernamentales elegirán a un candidato propio con la mayoría simple que poseen.
En este caso la Oposición no aceptará el resultado y puede incluso que presente a su propio Presidente.
2 países, 2 presidentes y muchos problemas.
El "Presidente" progubernamental será designado como único legal por la "Comunidad Internacional", es decir, por Estados Unidos. Y por lo tanto, por la ONU, Europa, etc.
El "Presidente" de la oposición será por tanto declarado "ilegal", representante de grupos "terroristas" y reconocido sólo por los países del "eje del mal", los malos de esta peli de Hollywood.
Quizás sea esto lo que buscan ciertos países, lo que ya han hecho en Palestina, "ilegalizar" a la mitad del país y tener así carta blanca para que empiece la caza al Hezbollah, que pasaría así a ser un grupo terrorista dentro de un gobierno ilegal.
Perfecto.
Y si hay una guerra, que sea entre buenos y malos, que así es todo más claro, ¿no?

27 octubre 2007

Sabra y Chatila.

Sabra y Chatila (nunca he sabido dónde acaba uno y empieza el otro) son 2 campos palestinos en pleno Beirut.
Dos de tantos campos repartidos por todo Líbano donde se hacinan gran parte de los 500.000 palestinos expulsados por Israel desde 1948. Muchos nacieron ya en los campos (y nacen) y vivieron (y viven) y murieron (y mueren) en ellos.
Estos campos de Líbano no son libaneses y sus habitantes tampoco. El estado libanés se niega a regularizarlos con las importantes excusas de que alterarían el delicado equilibrio confesional del país (500.000 musulmanes suníes) y de que son refugiados provisionales (¡desde hace 60 años!) en espera de volver a su patria, patria que la mayoría ni siquiera conoce.
Israel tampoco los acepta porque...porque no. Y no hay más que hablar.
Por tanto, son palestinos nacidos en Líbano, pero no pueden volver a Palestina ni trabajar o adquirir propiedades en Líbano.
No son nada; pero, como hay que sobrevivir, se dedican a arreglar coches o a vender tomates o películas y discos piratas. O a ir a la mezquita a ver si Dios, o sus representantes o la ONU proveen. Y a soñar con que un día volverán a sus campos y a sus pueblos.
Aunque en sus tierras viven ahora israelíes venidos de Estados Unidos o Rusia o que también han nacido ya en esos campos y en esos pueblos. Y que no piensan irse ni compartirlo.

Sabra y Chatila no es lo peor de Líbano: no ha sido bombardeado y destruido por el ejército libanés este verano como Naher el-Bared (cerca de Trípoli, en el norte); ni está rodeado de un muro y controlado en la entrada por el ejército, ni hay en él facciones palestinas armadas que se matan entre ellas, ni criminales refugiados en esos guetos donde no se aplica la ley libanesa, como Ain el-Heloue (cerca de Saida, en el sur).

No, Sabra y Chatila es tranquilo y comercial. Pobre pero comercial, con su mercado al aire libre. Con sus africanos, sus sirios, sus asiáticos...y sus palestinos.

Sabra y Chatila además es muy famoso por la masacre que allí ocurrió en 1982: el ejército israelí había invadido Líbano (es una costumbre que tiene Israel, la última vez fue el verano pasado) y había llegado hasta Beirut.
Arafat y sus milicianos habían tenido que salir del país, exiliarse.
En Sabra y Chatila quedaron sobre todo viejos, mujeres y niños.
Sharon tenía el campo rodeado y dejó entrar a los falangistas cristianos, en guerra con la O.L.P. y que hasta ahora consideran a los palestinos como los culpables de la guerra civil.
Y durante varias noches y días los milicianos se dedicaron a asesinar casa por casa a los habitantes del campo entre 0 y 90 años.
Dicen que más de 2.000.
Dicen también que por las noches los israelíes iluminaban el campo con focos para facilitarles el trabajo, la matanza.
Cuando todo acabó, salieron los carniceros, supongo que les dieron la mano a los de los focos, y se fueron.
Algunos de los responsables siguen siendo figuras importantes en la política libanesa.
En cuanto a Sharon, ya se sabe, nunca se le pudo juzgar como criminal de guerra, al contrario, llegó a ser presidente del gobierno israelí...

De aquella masacre hoy sólo queda un recinto, la fosa común, con unos rosales escuálidos, un cartel conmemorando el vigésimo quinto aniversario de aquella cobardía donde los perros mean, y otros carteles que recuerdan otras masacres posteriores de Israel en Líbano.











26 octubre 2007

Oriente Medio suplicando (sin éxito) a "Occidente" que le deje en paz.


Tienda de películas piratas en el campo palestino de Sabra y Chatila.

14 octubre 2007

12 de Octubre, Feliz Navidad.

Si os dijera que la Embajada de Francia en Beirut celebra la fiesta nacional del 14 de julio el día 6 de agosto, laborable además, y que ha enviado las invitaciones a sus ciudadanos en inglés, pensaríais que es ridículo y no os lo creeríais.

Pues aquí va la invitación que yo he recibido de la Embajada de España:

"A l'occasion de la Fête Nationale
L'Ambassadeur d'Espagne
et Madame Miguel B.... P....
prient................................
de leur faire l'honneur d'assister à
la réception qu'ils offriront le lundi 5
Novembre 2007 entre 19h.00 et 21h.00
au Palais Chéhab.

Cette invitation est personnelle
la carte sera exigée à l'entrée".


Dejando aparte lo mal que suena eso de "Madame Miguel...." (serán usos diplomáticos)...

Olvidándonos del mal gusto que supone decirle a un invitado a qué hora se tiene que ir (la elegancia se les supone a los embajadores, como a los soldados el valor)...

Pasando por alto incluso lo del cambio de fecha: como está España ahora mismo hasta parece normal que el 12 de octubre se celebre el 5 de noviembre o que no se celebre; así es nuestro talante y cada uno celebra lo que quiera cuando quiera...

Haciendo caso omiso también de que el lunes 5 de noviembre es un día laborable, que no todos los españoles terminamos de trabajar a las 3 de la tarde, y que, por lo tanto, una parte de la colonia española no podrá ir a la recepción aunque quisiera, lo cual no es mi caso...

Lo que realmente es inaceptable es que la invitación esté en francés.
Parece que la Embajada de España no considera que la lengua española sea digna ni para invitar a los españoles de Beirut a la Fiesta Nacional Española del 12 de octubre.
Perdón, del 5 de noviembre.
C'est magnifique!

05 octubre 2007

Ganas de salir a la calle.

El vencejo le dijo al cuervo: -"Si nevara este invierno no podríamos comer el grano".
El cuervo se acercó a las cigüeñas, que iban poco a poco emigrando: -"¿Sabéis que me han dicho que este invierno nevará, aquí y allí donde vosotras vais, y que no podremos comer el grano?"
Las cigüeñas pararon a beber en una charca y una se acercó a la garza: -"Pues resulta que este invierno ha nevado tanto que hasta el vencejo no ha podido comer el grano. Y se ha muerto. Me lo dijo el cuervo".

Y así vuelan los rumores.
Y por los aires y en el camino crecen y se transforman.
Todos somos pájaros de la fábula, pero los hay como el vencejo, que lanzan suposiciones. Por decir algo.
Otros como el cuervo que, cambiando el punto de vista, inventan.
Y hay otros pájaros, ciertas cigüeñas, que no sólo mienten sino que adelantan el invierno y matan al cuervo.
Líbrenos de ellos la Virgen de la Suposición.

31 julio 2007

Microcuento de la paranoia.

- "Esa cara me suena. Lo conozco, seguro, pero no sé de qué".

Lo miraba fijamente, sin darse cuenta de su impudicia, concentrado en el esfuerzo de recordar.
¿Dónde lo había visto?
Las ojeras marcadas de no dormir bien, la mirada indirecta, la boca ligeramente torcida...todo le era familiar, pero...
Imposible.
Le pasaba algunas veces, nunca olvidaba una cara pero no se acordaba de porqué la conocía.

Hizo un esfuerzo de concentración para recordar al menos si el tipo de enfrente le gustaba o no...
Le venía al mirarlo una sensación entrañable, de cariño, como la que se siente frente a un viejo amigo al que ya no se tiene nada que decir...
Pero algo más dentro iba saliendo imperceptiblemente, algo como un odio, una ira contenida que manaba muy poco a poco e iba llenando su estómago, su esófago, hasta la garganta.
Se le crispaban los dedos según le venían las imágenes sueltas, inconexas, a la cabeza; se le cerraban los puños, tan fuerte que los dedos se ponían blancos.
No sabía porqué aún pero lo odiaba, le hubiera gustado hacerlo desaparecer...triturarle los huesos.

De reojo lo observaba, no quería mirarlo de frente, resignado ya a la evidencia de que esa persona era su peor enemigo...pero no podía evitar ya lo inevitable.
Mientras giraba lentamente la cabeza hacia él sentía cómo le temblaba todo el cuerpo, la tensión en el cuello, el odio asesino.

Se miraron fijamente, sin pestañear.
En los ojos del otro vio el mismo odio que en los suyos, la misma inmisericordia.
Ya no pensó nada más, cerró los ojos inyectados de venitas, una nube le cegaba el cerebro.
Lanzó el brazo con toda la fuerza de su cuerpo, de su odio, de su maldad.
E inmediatamente sintió punzadas agudas en su puño y el ruido de los cristales que caían al suelo.

El mundo al revés.

Vuelvo a España y me pongo al día.
Hay un famoso que se llama Luismi Ortiz, por ejemplo. Profesión: contar a buitres que dicen que son periodistas cómo folló con Sara Álvarez, y decir, por ejemplo, que él no dijo lo que Sara dijo que dijo. ¿Quién es Sara? La que tuvo un asunto con un empresario famoso porque salió con una modelo famosa porque se casó con un futbolista famoso porque hace anuncios de Coca Cola.

Mira, resulta que el lehendakari basko tuvo que hacer cursos intensivos de basko para poder hablar basko y así defender la idiosinkrasia de nuestro pueblo basko y de nuestra raza baska y de nuestra lengua baska.

Este lehendakari, que Aitor y Amaya lo bendigan, envió un telegrama de felicitación a la Kasa Real del Estado Invasor para felicitar al Príncipe Felipe y a su parienta por el nacimiento de su hija, que no me acuerdo cómo se llama.
Es normal, lo mismo hicieron Izquierda Unida y Esquerra Republicana de Cataluña, que lo cortés no quita lo jet-set.

Este Príncipe de nacimiento inaugura por doquier, y cual si fueran pantanos, Institutos Cervantes donde trabajarán miles de personas con contratos basura y algunos escogidos con sueldo de ministro.

En estos Institutos Cervantes se van los jefes de vacaciones antes que nadie y todo funciona igual.
No es extraño si el mérito para ser jefe consiste en ser coleguita de otro más jefe.
Cómo está el país, ¿no?

Simpáticos equipos de fútbol como la Real Sociedad de San Sebastián, modesto ejemplo de cantera y coraje, donde sólo juegan vascos...y extranjeros de cualquier país del mundo que no sea España.

Hay etarrras que acaban en el PP, ministros de Franco que se convierten en símbolos de la transición y los valores democráticos, independentistas vascos que juegan en la selección española de fútbol, ex-ministros de España transformados en catalanistas-europeístas.
El símbolo de mi ciudad es un museo norteamericano.
El mundo al revés...

La democracia participativa consiste en votar por sms cuáles son las 7 nuevas maravillas del mundo, el ganador de Operación Triunfo, el cantante que nos representará en Eurovisión...

Eurovisión...Letonia canta en inglés, Chipre canta en inglés, Turquía canta en inglés...si supiéramos inglés cantaríamos en inglés.

Los opresores se disfrazan de oprimidos, fascistas presidentes de países democráticos, los que tienen armas nucleares se las prohiben a los demás, los defensores de los derechos humanos practican la tortura, todos somos culpables hasta que no se demuestre lo contrario, un presidente de Israel Premio Nobel de la la Paz, unos genocidios son importantes y otros no, unos criminales de guerra son juzgados y otros son presidentes, se invaden países para llevarles la democracia, los militares son símbolo de la paz y el humanitarismo, la primera noticia del telediario es que los neoyorquinos tuvieron miedo porque pensaron que un accidente era un atentado terrorista.

El alcohol, los coches, la pena de muerte, las minas antipersonales, las centrales nucleares, las guerras, las cámaras ocultas, el control de las comunicaciones son legales, y la marihuana ilegal.
Las películas que más ven los adultos y los libros que más leen son los infantiles.

Las empresas contaminan y consumen un 90% pero nosotros cogemos las colillas de la calle, nos duchamos rápidamente y separamos la basura -gratis- para no sentirnos culpables de la destrucción del planeta.

No sabemos si ese objeto es un extintor o una escultura, un mono gana un concurso de pintura, la señora de la limpieza de un museo tira a la basura una obra vanguardista.

Algunos gays quieren casarse de blanco en la iglesia que los considera enfermos, a algunos conductores de coches les molesta mucho el humo de los cigarros, los banqueros llevan corbata, unos se mueren de gordos y otros de hambre, pagamos para hacer publicidad de Dolce&Gabana y de Armani.
Y el amor duele.

05 julio 2007

Agua.

He andado mucho bajo la lluvia
para pensar en cosas tontas:
porqué el amor se muere;
y lo de no soportar a quien se quiere.
Y todavía aquello de querer una cosa y su contrario.

Y había truenos,
ríos que corrían desbocados,
viento en ráfagas...
Truenos, ríos, viento.
Que estaban en mi cabeza.
Dentro de ella.
Y no sé si el agua me resbalaba por la frente
o por el cerebro.

Y al final ha dejado de llover fuera.
Pero no ha salido el sol, ni la luna, ni estrellas,
ni gente.
Ni lo que estaba dentro.
La lluvia interior.

04 julio 2007

El garbanzo.

Las gaviotas revoloteaban nerviosas, como enfadadas, con esa energía del que ama y del que odia, entre las olas bruscas que el cielo aumentaba.
Pasaron unas aves en formación, no sé cuáles, no soy un experto en aves, pero no eran gaviotas.
Volaban bajo, muy cerca del mar, para evitar el viento.
Pero aún así la formación se había roto: un grupo seguía todavía al guía pero algunas se habían retrasado e intentaban, solas o de dos en dos, llegar hasta la cabeza. Siempre me han fascinado las aves que vuelan así, orientándose, con guías, en línea recta, turnándose delante, recorriendo continentes, mares, hasta llegar al destino que marcaron sus antepasados.
Desaparecieron las aves de mi vista.
Les deseé buena suerte en su viaje sin pausa, con viento, con lluvia, con noche, con calor.
Y volví a mirar mi café turco, lo que quedaba de él: los posos recubiertos de una fina capa líquida, las manchas en la taza, esos posos y esas manchas donde está escrito nuestro destino y que algunos pueden leer porque conocen esa escritura.
Vi mi vaso de agua al lado de otros 3, inútiles porque estaban boca abajo, más inútiles porque yo estaba solo en aquella mesa. Había a su lado un cenicero vacío y otro no: éste último tenía diez o doce huesos de aceituna, diez o doce güitos (es bonito, "güito"); y 3 colillas de cigarro, dos de ellas apoyadas sobre güitos. Y ceniza. Y un garbanzo huérfano. ¿Qué hacía allí el garbanzo? Extraño destino el de un garbanzo en un cenicero, acompañado no de otros garbanzos sino de güitos.
En las mesas de alrededor la gente hablaba: el sonido era familiar, como una música de fondo que has escuchado muchas veces sin saber qué historia cuenta.
Me sentí como un garbanzo entre güitos pero comprendí, porque así lo sentí y sentir es comprender, que no hay nada de malo en ser un garbanzo mientras tengas patas para moverte de los güitos a los garbanzos pasando por los altramuces (no las lentejas cocidas, aquello es el infierno), y de los ceniceros al suelo, del paquete de garbanzos a una boca.
Y me dio pena aquel garbanzo sin patas obligado ya para siempre a vivir entre güitos y colillas, sin entender nada, sin poder contarle a nadie que no entendía nada.

02 julio 2007

El regreso del chupapollas.

El título original de este artículo era el de "Oración Póstuma a Tony Blair" pero resulta que el ex-presidente del gobierno británico acaba de ser nombrado (¿por quién?) enviado del "Cuarteto" para Oriente Medio, sin apenas darnos tiempo a descansar un poco de él.
Como decía mi padre, "esta gentuza nunca se queda en el paro".
Será por méritos.

No seamos injustos con Tony, meritos le sobran:
-por ejemplo ha demostrado, aunque no ha sido el único, que en las "democracias occidentales" se puede mentir, invadir países, dar un escándalo tras otro, justificar asesinatos "legales", espiar a los ciudadanos, recortar drásticamente las libertades...y no pasa nada.
Mientras no te pillen follando con tu secretaria...


-ha demostrado, pero tampoco es el único, que la diferencia entre derecha e izquierda ha desaparecido, incluso que se puede pertenecer a un partido supuestamente de izquierdas y hacer una política de ultraderecha.


-también ha demostrado que entre Inglaterra y Estados Unidos hay una mentalidad en gran parte común, y que están más cerca entre ellos que de Europa en el pensamiento y la visión del mundo.


-porque Tony, oh Tony, también es uno de los principales responsables, junto con algunos países "nuevos ricos" del Este y algunos pequeños fachas como Aznar y Berlusconi, de que Europa no se haya convertido en un bloque unido, independiente y democrático, defensor de los derechos humanos en el mundo y freno a los abusos imperialistas del tío Sam.


-porque Tony, y esto sí que es mérito impresionante por caso único en el mundo y en la historia, ha convertido a su país en colonia de su antigua colonia... bueno, la economía va bien a cambio, que algo hay que salir ganando.


-Tony nunca ha tenido las ideas muy claras: ha cambiado de ideología, parece que quiere cambiar de religión, -¿será que no tiene la conciencia muy tranquila o habrá visto la luz simplemente?
Pero en algo siempre ha sido fiel y coherente: nunca, nunca, nunca ha tenido el más mínimo desacuerdo con su jefe Bush. Durante años y años ha seguido al pie de la letra, cien por cien y sin la más mínima duda las instrucciones del patrón.
No me digan que no es un caso impresionante de fidelidad. O de subordinación con beneficios.
El mimetismo ha llegado a tal extremo que a Tony incluso se le ha quedado, como diría Bryce Echenique, "andadura y andadera de vaquero nato en Texas".

¿Pero es que no se han dado cuenta de que imita al presidente del eje del bien cuando aparece en los discursos de golpe, el mentón alto, la mirada fija y segura, las piernas arqueadas y balanceando los brazos?
Pues vean a Tony en algún vídeo antiguo, aprecien la diferencia y díganme si se trata de admiración por el maestro o es que han tenido el mismo profesor de imagen pública.


Sí, Tony es un tío importante.
Es uno de los símbolos de la degeneración de la democracia y de la impunidad del poderoso.


Por eso lo han nombrado enviado del "Cuarteto".
No se trata de un cuarteto de viento.
Es más bien un cuarteto formado por un percusionista (por el ruido de sus bombas) y otros 3 que le dan cuerda. Y tienen cuerda para rato.
Se trata del grupete que corta el bacalao.
Lo forman Estados Unidos, la Union Europea, Rusia y la Onu.

Sí, sí, yo también pensaba que Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia estaban incluidos en la Onu y que por lo tanto sólo la Onu tenía el derecho de intervenir en las crisis para tratar de arreglarlas.
Pero desde que Estados Unidos acabó por deslegitimizar a la Onu al invadir ilegalmente Irak, y convirtió a esta institución en una Ong de lujo, parece que ya no es suficiente un solista y se necesita un cuarteto.

Así que Tony ha cambiado de trabajo.
Ahora se va a dedicar a arreglar los problemas de Oriente Medio.
Él, que es un tipo objetivo:
uno de los principales defensores de los abusos israelíes
uno de los principales responsables de la invasión y del desastre en Irak
uno de los principales continuadores del neocolonialismo.

Pues nada, si es por méritos, me callo.
Suerte.
No para él sino para Oriente Medio.
Y que alguno de los dioses de Tony nos coja confesados.