26 noviembre 2007

La hoja.

Se ha caído una hoja gigante y retorcida de un árbol. Era marrón y estaba reseca. Parecía una rata y una gran vaina no comestible.
Y se me ha abierto un agujerito en la cabeza. No sé cuál es la relación pero alguna debe haber porque estas cosas no pasan por casualidad. Pasan por causalidad (como decía aquel filósofo incomprendido hasta por él mismo).
El agujerito era redondo, como de balín y supuraba liquidillo con olor de gardenia. Y caía por el cuello, la camisa...
Me acordé de un cuadro de Dalí, de uno cualquiera. Tal vez él tuvo un día un agujerito en la cabeza, como yo. En aquella época en la que se creyó inmortal porque estaba vivo.

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