18 diciembre 2007

Notas de la Semana Santa en Jerusalem (2)

Jueves Santo:
9’00 de la mañana. El aceite ha hecho bastante efecto. La espalda me dejará moverme todo el día, aunque intento no forzar y andar despacio.
Dicen que el aceite de oliva tiene propiedades anti-inflamatorias. O quizás es un milagro.
Desayuno fuera de la ciudad antigua, al lado de la puerta de Damasco: café y bocadillo de hilachas de queso con tomate y aceite de oliva.
Saco una foto de un caballo cargado con el material anti-disturbios de su dueño, un militar israelí; más fácil moverse así entre las callejuelas de la ciudad vieja.
Un palestino de 75 años, correctamente vestido con chaqueta vieja pero cuidada y aspecto digno, se me ofrece como guía: “Llevo 75 años en la ciudad”
- Prefiero ir solo, gracias.
Entonces me dice que son 10 en su casa, que con la “situación” no hay trabajo, que a ver si puedo ayudarlo.
Qué pena.
Sigo la Via Dolorosa en dirección inversa a la de Jesús y llego a la Puerta de los Leones, desde donde se ve el Monte de los Olivos en la colina vecina. El ambiente es de paz. Los palestinos se dirigen a la mezquita a rezar. Sol, silencio. Entro en la casa donde nació la Virgen María y en la vecina Iglesia de Santa Ana (su madre): en la cripta estoy solo.

Intento entrar a Al-Aqsa pero en cada puerta los soldados me dicen, sin más explicaciones, que no; la única posible es la última, la que está dentro del recinto del Muro de las Lamentaciones.
Hago fotos entre los judíos que rezan.
Por fin entro al recinto de las mezquitas pasando otro control. El lugar es magnífico, sobre todo la Mezquita de la Roca, octogonal y con su cúpula dorada tantas veces vista también en fotos. Recorro la zona entre olivares donde familias palestinas comen, los niños juegan y se respira paz. Dentro también hay soldados escoltando a un grupo de judíos ortodoxos (porque aquí está la puerta por la que entrará el Mesías a Jerusalem; hasta ese momento permanece cerrada. De hecho, hay rabinos ultraortodoxos que consideran que la creación del estado de Israel es una herejía puesto que no debe producirse la vuelta a la "tierra prometida" hasta que el Mesías regrese). Me acerco a ellos y los militares se ponen nerviosos, y sobre todo hombres de paisano que se comunican por radio entre ellos; son palestinos y hablan árabe pero se ve que trabajan para los israelíes. Un soldado se me acerca y me pregunta qué son las fotocopias que leo: -“una guía sobre Jerusalem”. Se va. Uno de los palestinos se me acerca después. No le veo la radio y cometo el error de hablarle en árabe. Me dice que siga andando, que dé la vuelta, que no se puede estar sentado. Con bastantes malos modos. Lo peor desde que llegué a Jerusalem. No quiero juzgar al que se vende pero pienso que sus problemas de conciencia (suponiendo que tenga conciencia) no son culpa mía. Y además no me dejan entrar en ninguna de las dos mezquitas: en Al-Aqsa, el portero me da un golpecito en el hombro y me dice que me vaya: -“Sólo musulmanes”. Ya se han acercado dos militares...
Pues me voy. Decepcionado al ver cómo la situación y el contacto con sus opresores está destruyendo la hospitalidad de algunos palestinos. Esta intolerancia me recuerda a Túnez; en Oriente Medio un extranjero siempre es bienvenido si quiere visitar una mezquita.

Tomo un café turco en un zoco cubierto muy bonito, mirando a los niños palestinos.
Andar: barrio judío, barrio armenio. Visito la casa de Anás (uno de los sacerdotes del Templo, miembro del Sanedrín en la época de Jesuscristo); actualmente es la iglesia armenia del Olivo.
Encuentro una procesión de curas, unos 50, de muchas nacionalidades, acompañados de algunos fieles. Entre ellos hay un cura español, un cámara y un periodista de TVE. Escucho la entrevista que saldrá en el telediario. Pregunto al periodista que cuándo y si se verá por la TVE internacional “porque yo vivo en…”. No parece interesarle donde vivo, ni se sorprende de ver a un español en Jerusalem. Y además le llaman por el móvil.
Pienso que si yo fuera periodista sí me habría interesado saber quién es ese español y dónde vive; le habría hecho una entrevista. A mí tampoco me interesa él.
Entro a una catedral.

Paseo por el barrio judío: mucha gente, casi todos fácilmente reconocibles como judíos, se habla yidish, sefardí, inglés, ruso…
Teatro de calle para niños con kippa.
Vista magnífica sobre el Muro de las Lamentaciones y la cúpula de la Roca.
Veo al primer mendigo judío. Palestinos he visto muchos.

La gran sorpresa del día: entro por casualidad, ya en el barrio cristiano, al Patriarcado copto y encuentro cientos de viejos etíopes y muchos curas negros. Los hombres llevan traje y corbata; las mujeres, túnicas blancas. La imagen es espectacular; están comiendo dulces y bebiendo zumos en el patio de la iglesia. Dentro huele a antiguo, es oscuro y estrecho, con pasadizos, iconos, como desgastado todo por el tiempo. Es un lugar impactante. La iglesia da por la otra puerta a la entrada de la iglesia del Santo Sepulcro.

He visto muchos judíos argentinos estos dos días, es decir que he oído a veces español pero en general hablo en inglés y a veces en árabe con los palestinos, especialmente para que no me timen en los cafés y tiendas. En una de recuerdos cristianos el vendedor me pregunta ¡que si soy libanés, por mi manera de hablar!
Pero en general varias veces me han confundido con un griego o con un chipriota (supongo que vienen muchos).
Los falafel aquí llevan picante (optativo) y se hacen con pan de pita. Apenas he visto pan árabe (sin levadura).
Ah, olvidaba, cerca de la Puerta de los Leones, en el mismo recinto de la iglesia de Santa Ana (construida por los Cruzados), están las cisternas y piscinas donde Jesucristo curó al paralítico. Un lugar lleno de paz donde huele a pino.
Tantas cosas cada día…
Mañana es viernes santo.

No hay comentarios: