27 octubre 2007

Sabra y Chatila.

Sabra y Chatila (nunca he sabido dónde acaba uno y empieza el otro) son 2 campos palestinos en pleno Beirut.
Dos de tantos campos repartidos por todo Líbano donde se hacinan gran parte de los 500.000 palestinos expulsados por Israel desde 1948. Muchos nacieron ya en los campos (y nacen) y vivieron (y viven) y murieron (y mueren) en ellos.
Estos campos de Líbano no son libaneses y sus habitantes tampoco. El estado libanés se niega a regularizarlos con las importantes excusas de que alterarían el delicado equilibrio confesional del país (500.000 musulmanes suníes) y de que son refugiados provisionales (¡desde hace 60 años!) en espera de volver a su patria, patria que la mayoría ni siquiera conoce.
Israel tampoco los acepta porque...porque no. Y no hay más que hablar.
Por tanto, son palestinos nacidos en Líbano, pero no pueden volver a Palestina ni trabajar o adquirir propiedades en Líbano.
No son nada; pero, como hay que sobrevivir, se dedican a arreglar coches o a vender tomates o películas y discos piratas. O a ir a la mezquita a ver si Dios, o sus representantes o la ONU proveen. Y a soñar con que un día volverán a sus campos y a sus pueblos.
Aunque en sus tierras viven ahora israelíes venidos de Estados Unidos o Rusia o que también han nacido ya en esos campos y en esos pueblos. Y que no piensan irse ni compartirlo.

Sabra y Chatila no es lo peor de Líbano: no ha sido bombardeado y destruido por el ejército libanés este verano como Naher el-Bared (cerca de Trípoli, en el norte); ni está rodeado de un muro y controlado en la entrada por el ejército, ni hay en él facciones palestinas armadas que se matan entre ellas, ni criminales refugiados en esos guetos donde no se aplica la ley libanesa, como Ain el-Heloue (cerca de Saida, en el sur).

No, Sabra y Chatila es tranquilo y comercial. Pobre pero comercial, con su mercado al aire libre. Con sus africanos, sus sirios, sus asiáticos...y sus palestinos.

Sabra y Chatila además es muy famoso por la masacre que allí ocurrió en 1982: el ejército israelí había invadido Líbano (es una costumbre que tiene Israel, la última vez fue el verano pasado) y había llegado hasta Beirut.
Arafat y sus milicianos habían tenido que salir del país, exiliarse.
En Sabra y Chatila quedaron sobre todo viejos, mujeres y niños.
Sharon tenía el campo rodeado y dejó entrar a los falangistas cristianos, en guerra con la O.L.P. y que hasta ahora consideran a los palestinos como los culpables de la guerra civil.
Y durante varias noches y días los milicianos se dedicaron a asesinar casa por casa a los habitantes del campo entre 0 y 90 años.
Dicen que más de 2.000.
Dicen también que por las noches los israelíes iluminaban el campo con focos para facilitarles el trabajo, la matanza.
Cuando todo acabó, salieron los carniceros, supongo que les dieron la mano a los de los focos, y se fueron.
Algunos de los responsables siguen siendo figuras importantes en la política libanesa.
En cuanto a Sharon, ya se sabe, nunca se le pudo juzgar como criminal de guerra, al contrario, llegó a ser presidente del gobierno israelí...

De aquella masacre hoy sólo queda un recinto, la fosa común, con unos rosales escuálidos, un cartel conmemorando el vigésimo quinto aniversario de aquella cobardía donde los perros mean, y otros carteles que recuerdan otras masacres posteriores de Israel en Líbano.

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