Las tradiciones, a diferencia de la energía, no sólo se transforman sino que se crean y se destruyen.
Y como el concepto de tiempo es relativo y es corta la memoria de los seres, pues resulta de ello que hay tradiciones de todas las edades, desde tradiciones ancianas, algunas con demencia senil, hasta bebés-tradiciones concebidos con fines comerciales o políticos.
Todas ellas son "tradicionales" para un niño, pero cuando tienes una cierta edad sabes que no hace tantos años no existían en España Halloween, Papá Noel y el kiwi.
La tradición del Belén es del s. XIII y la de los Reyes Magos muy anterior; el turrón y el mazapán vienen de Al-Andalus, la Nochevieja se celebra desde que se impuso el Calendario Gregoriano en 1582.
Otras no son tan antiguas como pensamos: el árbol de navidad y sus luces los imitamos de la tradición alemana a finales del s. XIX. Lo de comer 12 uvas -gran tradición española- resulta que "se importó de Francia en 1894". Y la pseudo-tradición de empezar el año con ropa interior roja viene de Italia, en España tendrá unos 15 años y fue impuesta por los comercios.
Todo esto es para decir que la verdadera tradición navideña en España, la ancestral, la que dura perdura y se mantiene, la que se transmite de generación en generación y está arraigada en nuestros corazones y en nuestras costumbres...es la de subir los precios el 1 de enero.
Los diezmos perpetrados por políticos mediocres y sin imaginación, pagados de sí mismos pero pagados por nosotros mismos; tradición de rapiña que no hay peligro de que desaparezca, y menos aún con el actual gobierno que es tan tradicionalista de este tipo de tradición pero que ha terminado de eliminar esa otra tradición de subir los salarios.
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