27 noviembre 2016

Mujer con pelusilla.


Esta mujer es falsa. Es una foto de ésas de las obras en las que se ve lo bien que va a quedar el edificio y los jardines que tendrá y lo chic que será y la gente rubia que entrará y saldrá, activa pero relajada y segura.
Pero la pelusilla es verdadera, se le ha pegado al muro justo en la espalda de la mujer.
Y al pasar por allí sentí la extraña, inquietante sensación que se tiene en esos casos: ¿Le digo que tiene una pelusa en la espalda?¿Se la quito con 2 deditos para que no se asuste?
La misma e irresoluble disyuntiva que cuando a alguien le asoma un moco -incluso blanco- y no lo sabe y tú sí porque estás enfrente y no puedes dejar de mirarlo.
La misma duda vital que cuando el otro tiene un trocito de tabbouleh en el diente y sonríe ignorante del efecto. La misma angustia binaria que cuando el de enfrente no ha visto la caspa que le decora el hombro, la baba blanquecina en las comisuras o formando un hilo de labio a labio, la bragueta abierta, una mancha en la pechera, un agujero en el pantalón, la boca hedionda, una miga enganchada, una cosita blanca en el pelo..
La púdica indecisión para avergonzarlo con confianza y evitar que siga todo el día mostrando su excrecencia por doquier y poniendo en aprietos de elección a los ciudadanos.

Dudé. Estuve a punto... Pero pasé sin quitarle la pelusilla a la señora de la gabardina. Sin decirle nada siquiera. La dejé expuesta a las miradas de la gente. Con su pelusilla. No te metas en líos.

No hay comentarios: