"Cuando observo que la casi totalidad de mis colegas [...] están en todo momento por la paz y sólo denuncian públicamente a los señalados como maléficos oficiales, sigo preguntándome el porqué de esa incontrolable necesidad que me hace entrar en liza permanentemente. ¡Es tan agradable estar de acuerdo con la mayoría y, cuando algo no complace, mirar a otra parte! Lo que ocurre es que la gente de ese talante me pone frenético. Veo en ellos una aquiescencia y una conformidad que legitima y proporciona fundamento a las actuaciones más ignominiosas. En el fondo, con semejantes encogidos, le bellaquería ajena tiene incluso cierta justificación. Esos ciudadanos pacíficos no son del todo inocentes. representan un peligro público; su prudente docilidad es una incitación a que los canallas se lo pasen en grande".
(Albert Boadella).
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