05 noviembre 2006

¿Será Pekín así?

Beirut a las cinco y media de la mañana es para ti.

La compartes sólo con los pájaros, que han vuelto,
algún taxi, algún barrendero,
algún recuerdo de otro día que has vivido.

Da igual si la noche, generosa, ha cumplido sus promesas
o te ha dado, pajarraca, con el pico en la nariz.

Da igual, dicen, si vienes de o si vas a...
Las legañas, la resaca, son 2 caras de la misma cara.

La compartes con el día que ha llegado, el silencio, las cucarachas muertas, las tiendas cerradas.

El aire es fresco y todavía no huele a coche, no sabe a coche, los coches duermen.

Da igual que vengas borracho de alcohol, borracho de emociones, borracho de hastío, que no vengas borracho, que no vengas.
Da igual.

Por la cabeza te pasa una franjita
que te dice...
¡ que no duermas!, que qué pena, que respires.

Ahora es la hora de mirar el mar
y acordarte de lo que merezcas acordarte.
O de mirar el mar y no acordarte de nada.
Mirar el mar y no verlo.

El mar está tranquilo,
para no hacer ruido que despierte a los vecinos que duermen miserias y glorias.

Entonces al mar le hablas suavecito,
con voz queda, en un ssussurrrro.

Ahora es la hora de hacer, aprovecha, tantas cosas...
de mear en las esquinas
de tumbarte en el medio de una calle
de gritar, suavecito, no se vaya a despertar
de ver... que no pasan los aviones por el cielo
de quemar los recuerdos de la noche
de contar las farolas apagadas
de contar las palabras del silencio
de contar esos cuentos incontables
de contar uno, dos, hasta infinito
de reír, de pararte, de andar hacia atrás, de sentarte y ¡ ale hop !,
levantarte y continuar,
que el camino es tortuoso si no vas a ningún lado
de sentir que la vida se ha parado
y tú andas
y no vas a ningún lado.

Es la hora, intenta creerte, de jurarte
que ese día que ha pasado es peor
que este día que levanta.

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