15 junio 2007

Muertos de primera y de segunda, asesinos de cuarta.

Una nueva fase en el desastre libanés o, más bien, una vuelta a algo ya visto: los atentados con coche bomba a políticos en pleno día y en zonas concurridas, en cualquier momento y en cualquier lugar: "mejor no salgas a la calle".
Atentados que matan al político en cuestión y a un número variable de guardaespaldas y de transeuntes que no son más que una cifra para los mohosos medios de comunicación.
Titular de "L'Orient Le Jour", periódico francófono progubernamental hasta la médula y sin disimulos:
"Walid Eido, nuevo mártir de la libertad".
Y en letra pequeña:
"Diputado de Beirut, miembro de la "Corriente del Futuro" y pilar activo de la "Alianza del 14 de Marzo", Walid Eido, 64 años, su hijo mayor Khaled, abogado, y otras 8 personas sucumbieron ayer por la tarde a un atentado con bomba".
Siempre ese orden: Walid Eido, su hijo y otros 8. Ó 10.
Se equivocaba Jorge Manrique cuando decía que la muerte nos iguala (..."y llegados, son iguales /los que viven por sus manos / y los ricos").
Pero, claro, en su época no había periódicos ni televisiones.

Creo que estamos de acuerdo en que hay que ser un hijodelagranputa cobarde para poner bombas sin dar la cara.
Pero por otro lado habría que preguntarse hasta qué punto un político amenazado, sea por el motivo que sea, tiene derecho a poner en peligro la vida de otras personas apareciendo en lugares públicos.
El diputado asesinado hacia footing en la piscina "Sporting Club" habitualmente.
Y no se trata de que los políticos libaneses tengan que estar encerrados en un bunker.
Se trata de que sean conscientes de que están amenazados y tomen las medidas de protección, individuales, que crean necesarias. Va incluido en su cargo.
Si ni ellos ni el Estado, la policía o el ejército son capaces de asegurar su seguridad, es un acto de responsabilidad hacia la gente, lo siento, no seguir llevando una "vida normal" y poniendo en peligro a los demás.

La segunda conclusión es que Líbano es un caos ingobernable y a merced de otros países, de la violencia, y de mafias políticas libanesas de todo pelo y de ambos bandos.
En Beirut hay, día y noche, un despliegue militar impresionante, pero la gente tiene miedo porque todas esas medidas de seguridad no evitan una bomba casi diaria, una bomba que le puede tocar a cualquiera.

Y ésa es la tercera constatación: poner bombas es muy fácil; que haya miles y miles de militares por la ciudad intentando controlar, intentando encontrar las bombas, intentando evitar que las pongan... no hace nuestra vida más segura, sólo la hace más controlada.

Cada vez hay más de eso que se viene llamando terrorismo, en todo el mundo.
Quizás lo que pasa es que la política "antiterrorista" no es la correcta, quizás esa política, por el contrario, alimenta el caos, la paranoia y la violencia, como una espiral.

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