23 diciembre 2012

Recycling.

Aprovechando que estoy jartito de los ricos y maleantes, que la lucha de clases es una realidad y que tengo un rato libre entre obligación y obligación, me gustaría -si no les molesta a los espías profesionales y a los aficionados "voyeurs" del semen retentibus venenum est- hablar de ese concepto tan "chic" del reciclado o reciclaje, que no está muy claro cómo se llama como buen extranjerismo adaptado con prisas y siguiendo normas de la Unión Europea ésa que nos va a quitar todo lo que nos dio.

Pues sí, pues sí, "reciclar" es un barbarismo que no tiene demasiado que ver con la ecología y sí con una especie de "filosofía" pijo-bohemia de los talibanes del higienismo, así, al estilo Psoe que consideraba que teníamos que ser más "modernos" que nadie a golpe de decretazo; Psoe, por cierto, casi añorado ahora que los banqueros del PP se han quitado la máscara.

Si entiendo bien el término, "reciclar" debe de venir de "ciclar"(?) como "reconocer" de "conocer".
Pongamos un objeto x, por ejemplo un periódico fabricado a partir de un árbol; una vez que lo hemos leído debemos dejarlo en un banco -en un banco de sentarse, no en uno de robar- para que otros puedan disfrutar de él; cuando varias personas lo han leído, lo ideal es o bien hacerte un sombrero con él para protegerte del sol o bien meterlo en el contenedor de reciclado de papel de las hermanas Koplowitz para que con ese humilde periódico se fabriquen unas servilletas de papel reciclado que también tendrás que pagar a pesar de que el periódico original era tuyo. Está bien. Nada que objetar, excepto la reticencia a trabajar gratis para enriquecer aún más a las citadas hermanas Koplowitz.
El Estado cada vez te da menos cosas gratis; de hecho la nueva moda pepera es hacerte pagar 2 ó 3 veces por el mismo servicio, con impuestos directos, con impuestos indirectos y además ahora con el pago en efectivo al utilizar el servicio: lo que viene llamándose tradicionalmente robo, engaño o timo.
En el caso de la basura pagas una tasa de recogida de basuras, en muchas ciudades reducen los servicios en nombre de la sagrada crisis que permite al Poder robar a saco, y además pretenden que trabajes gratis separando la basura y llevándosela a sus contenedores a la hora convenida por ellos.
En Irlanda si reciclas la basura no pagas las tasas a cambio; cuando éramos niños recogíamos papel y lo llevábamos a un almacén donde nos pagaban por kilo de papel "reciclado".
Así que ya está bien de abusar: si el Estado te cobra sus servicios lo justo es que te pague por los tuyos.
Y ya está bien también de vendernos la moto de la culpabilidad y de salvar al Amazonas y al mundo. Los que tienen la capacidad de hacerlo son los gobiernos y no nosotros. Y lo que pasa es que nosotros reciclamos el papel y ellos se salen del Protocolo de Kyoto, colocan su sacrosanta economía del lucro por encima de la ecología y permiten a las empresas contaminantes hacer lo que quieren, incluidos desastres ecológicos, a cambio de unas multas ridículas. Que empiecen a dar ejemplo por arriba y luego ya, si eso, lo hacemos nosotros.

Ser ecologista está muy bien, es justo y necesario, es nuestro deber y salvación; pero el problema es que hay 5 tipos de ecologistas y sólo el primero me parece aceptable:

1. El ecologista normal, que es el que consume lo necesario, no mata animales ni plantas por placer, reutiliza lo que puede e intenta mantener una relación de equilibrio y respeto con su entorno, con la gente y con la naturaleza. Sin aspavientos ni fanatismos y consciente de que la verdadera solución está en los gobiernos.

2. El ecologista iluminado: es el que se cree que está salvando el mundo; no es consciente de que sus actos le hacen sentirse bien a él sobre todo, sentirse un poco Madre Teresa, la misma sensación; cuando das una limosna tienes justo ese sentimiento de haber hecho algo bueno y humano pero no por eso crees que estás ayudando a erradicar la pobreza del mundo ni te sientes responsable del desequilibrio que crea nuestro modelo económico, político y social.
El iluminado es el que recoge la colilla del suelo y la guarda en el plastiquito del paquete de tabaco, acumulándolas allí hasta que encuentra una salvadora papelera; este acto le provoca un placer interior cercano al sexual y se queda muy agustito aunque esté confundiendo la higiene y la limpieza del asfalto urbano con la ecología.
El iluminado es el que participa en una campaña para cerrar los zoos alegando que es un maltrato encerrar a un león en una jaula y que ese león debería estar corriendo por la sabana, para que así sólo pudieran verlo los pijos del safari. Claro que estaría mejor, es evidente, lo mismo que un pastor alemán en el campo y no en un piso de 50m de Madrid o un jilguero volando fuera de su jaula.

3. El ecologista talibán: aquí empezamos ya con los tipos peligrosos; el talibán es un iluminado pero agresivo; no sólo guarda las colillas en el plastiquito sino que pretende que lo haga el resto de la humanidad; si tiras un papel al suelo te mirará como si hubieras ahorcado a un perro o fueras responsable directo de la deforestación de la Amazonia; te increpará haciéndote sentir culpable de un acto cercano al asesinato con premeditación y alevosía; y, si hay confianza, incluso te obligará violentamente a sacar tu plastiquito y pasearlo todo el día en una mano con la colilla tóxica agazapada en su interior.
Si utilizas para escribir algo un papel que no esté ya utilizado por una cara -y preferiblemente por las dos- se llevará las manos a la cabeza con los ojos fuera de sus órbitas como si le hubieras dado una paliza a un niño, mirará el papel que has mancillado como si estuviera viendo el cadáver de un gorrión estrangulado con tus asquerosas manazas de cerdo psicópata y te dirá, con unos malos modos que poco tienen que ver con la actitud de Ghandi, que tu reprensible acción equivale a la muerte violenta de un árbol.
El ecologismo talibán es una religión, la única y verdadera; y se ha iniciado una cruzada para que te conviertas a ella o seas quemado en una hoguera por herético.

4. El ecologista sinvergüenza. Atención a éste, que es el peor: es ecologista iluminado y talibán pero siempre y cuando esa visión del mundo no afecte ni a sus necesidades ni a su comodidad. Este listo no va en bicicleta, no, tiene un coche y va expulsando su CO2 a través de su tubo de escape; pero, cuando se baja de él, le molesta el humo de los cigarrillos a 15 metros de distancia; los domingos se va de excursión en coche y cuando llega se fusiona con la madre naturaleza, la Pachamama, y abraza a los árboles con los ojos en blanco, sintiendo la savia energizante corriendo por sus venas. La casa se la limpia una sirvienta, que no hay contradicción en ello y así además crea puestos de trabajo. Utiliza, como todo el mundo, contaminantes aviones, agua caliente, ordenador, calefacción, y cualquier otra cosa que haga su vida confortable, incluido un generador del que sale un humo negro. Su "sacrificio" consiste en vivir de puta madre y consumiendo todo lo que necesite, pero, eso sí, los manifiestos los firma en papel reciclado. Son los que se pasan toda la semana contaminándonos con sus coches y el domingo hacen una mani en bicicleta para exigir una ciudad más verde y menos contaminada. Con 2 cojones reciclaos.
De este pijo hay que huir como de la peste bubónica.

5. El empresario disfrazado de ecologista: Hace ya años que los empresarios se dieron cuenta de que el ecologismo "vende". Y como de lo que se trata es de vender y morro les sobra pues resulta que hasta las empresas petroleras se han pasado a la publicidad ecologista, los bancos de mierda sacan anuncios de un niño rubio corriendo por un trigal, y los gobiernos se inventan "tasas ecológicas" para recaudar pasta del contribuyente en nombre de la salud y el equilibrio sostenible.
Otro ejemplo: Reunión creativa de ejecutivos de Carrefour con un orden del día único: "Cómo obtener más beneficios". El yupi superlisto y superprometedor espeta: "Si eliminamos las bolsas de plástico que ahora regalamos, nos ahorramos equis coma cinco millones de euros al año, sólo en España".
-"Pero la gente se va a enfadar si les quitamos ese servicio y se van a ir a los supermercados que sigan dando las bolsas".
-"No, si les planteamos las cosas así: lo hacemos por el bien del planeta, en nombre del ecologismo y porque el plástico es altamente contaminante, concretamente tarda 2'5 millones de años en eliminarse en la naturaleza. Nuestros clientes pueden ser alegres partícipes en ese proyecto ilusionante, esa es la palabra, ilusionante. Nosotros nos ahorramos un pastón, además les vendemos las mismas bolsas y encima nos creamos un label de empresa verde. Los demás supermercados pronto harán lo mismo. El plástico seguiremos utilizándolo en el envoltorio de todos los productos pero no se van a dar ni cuenta".
Aplausos para el creativo engominao y a vivir.
Los ejemplos son múltiples: el negocio del "bio", el negocio del reciclado de materiales, las toallas que no limpian en los hoteles para que el detergente no contamine los océanos,..en fin.

Pero basta, porque de lo que yo quería hablar es por tanto de esto: las clases media-alta, alta, y repugnantemente alta "reciclan"; las clases medias, media-baja y baja "aprovechan" las cosas.
Ese concepto de "aprovechar" las cosas nos lo inculcaron nuestras madres y es el pre-reciclado pero en menos chic y en menos cuento.
Por eso las bolsas del supermercado las "reciclamos" en bolsas de basura, los tarros del Nescafé se convierten en botes de especias y esto lo escribo en un papel usado.
Los pobres que rebuscan en los contenedores de basura, ésos sí que reciclan: el papel, el plástico, el metal...
Y por eso resultan tan cansinas las lecciones morales de los pijos pseudo-recicladores.

No tengo coche, no consumo más de lo necesario, "aprovecho" las cosas, "reciclo" las bolsas de plástico, hacía muñecos con material de desecho, no corto nunca árboles, ni mato animales, ni maltrato infantes; no dejo todas las luces encendidas ni los grifos abiertos. No tengo piscina, utilizo el transporte público, respeto a la gente y a la naturaleza, mi árbol de navidad es de plástico y es el mismo cada año. No contamino mares ni ríos, ni cazo, ni exploto a otras personas, ni robo ni engaño.
Creo que ya está bien, ¿no?
Así que cada uno que haga su papel (su papel reciclao): los gobiernos a parar el calentamiento global -que no lo hacen-, los pijos a reciclar en sus ratos libres -que sí lo hacen, algunos-, los comerciantes a ganar pasta en nombre de la ecología -que sí lo hacen, cada vez más-, y los demás a aprovechar lo aprovechable y a respetar el entorno -que también lo hacemos, algunos-.

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