04 febrero 2015

Serie: Misterios insondables del alma humana y de la naturaleza 2. Selfies.

Una de las cuestiones primordiales que centran el debate científico actual entre los patólogos es la de qué tiene alguien en la cabecita que le hace considerar que una foto carece de todo interés si en dicha foto no aparece él/ella mismo/-a.
Pongamos un caso práctico: estás en una plaza y quieres hacer una foto; hay árboles, un perro, muestras de raza humana, flores, excrementos, papeleras, semáforos y multitud de elementos más...y en la foto apareces tú, como por casualidad.
Conozco a personas aparentemente normales, que incluso tienen hijos, una profesión y sólo se drogan legalmente, que no conciben una foto sin ellos mismos. En todas sus fotos del facebook están ellos: ellos solos, ellos con una pared, con un famoso, ellos en un aeropuerto, ellos al despertar, ellos con un plato de lentejas...piensan estos enfermos que a las pirámides de Egipto les faltaría algo si no introdujeran su cabeza delante.
Un estudio reciente plantea el origen  de la enfermedad en la necesidad de demostrar  a las amistades que efectivamente fueron a Berlín de vacaciones. Lo que aún no está claro es cómo se pasó de eso al preocupante estado actual.
La ventaja evidente es que, a la hora de clasificar las fotos, a estas personas les basta con 2 subcarpetas:  "Yo en" y  "Yo con".
En algunos estados de Estados Unidos -siempre a la vanguardia- ya se están tomando medidas ante esta epidemia y se habla de prohibir los selfies en los que no aparezca en la foto al menos un objeto junto al desequilibrado individuo.
El propio Presidente ha criticado a esta secta acusando a sus miembros de "Scaughterings" (=Cansinos).

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