15 marzo 2015

Máquina de churros 2: El regreso de Alicatillo.

Verosimilitud y Coherencia son conceptos básicos en el arte del cine, aunque al parecer los guionistas de Hollywood o no se han enterado o les da igual. Pero la verosimilitud es lo que hace -entre otras cosas- que una película sea buena o mala, una obra de calidad o un churro.
Que Superman vuele no es inverosímil porque, si nos ponemos en la lógica de la ficción, los superhéroes vuelan y es completamente normal.
Pero que en una película pretendidamente realista Scarlett Johansson se enamore de Woody Allen, eso es inverosímil.
Que a Stallone le den treinta mil ostias en la cara, tres golpes en las costillas con una barra de hierro, se le derrumbe encima el techo de la casa, salte por los aires 16 metros para escapar in extremis de una explosión y acto seguido se caiga de un tren a toda velocidad, y todo ello después de llevar 9 días sin comer y torturado por unos malditos vietcongs en una lóbrega mazmorra...y la consecuencia de todo ello sea un rictus de dolor y un hilillo de sangre en la comisura de los labios que no le impedirán sin embargo asaltar el solo una fortaleza protegida por docenas de esbirros malos que van saliendo en fila por la puerta para que el caraculo del héroe los vaya abatiendo con una ametralladora que debe de pesar unos 70 kilos...eso es inverosímil, y sin duda un poco violento además.
Que al malo, cuando ya había vencido, en lugar de apretar el gatillo inmediatamente, le entren súbitamente irreprimibles deseos de explicarle al bueno sus motivaciones, sus traumas infantiles y hasta sus malvados planes, dándole tiempo con ello al héroe a cortar las cuerdas que ataban sus manos con un trocito de cristal...eso es inverosímil, propio de un cine tan malo y tan infantil como el estadounidense, y contrario a las leyes de la supervivencia animal.
Que siempre haya que salvar el mundo cuando quedan 2 segundos para que explote la bomba, en lugar de hacerlo una semana antes...eso es inverosímil, y de un estrés tan angustioso que si conseguimos soportarlo es sólo porque ya lo hemos visto 16.530 veces antes en nuestras hollywoodianas y palomiteras vidas y sabemos que va a terminar bien y que el cable azul es el correcto.
Inverosímil es que los extraterrestres siempre ataquen Estados Unidos, aunque de eso no me quejo, menos mal, porque ellos son los únicos capaces de parar a los bichos. (Bueno, otro día contaré mi teoría de que en la realidad una vez fueron los seres de otro planeta los que ganaron, con lo que se explicarían muchas cosas...).
A pesar de que 9 de cada 10 especialistas lo recomienden como remedio infalible contra el estreñimiento, no veo mucho cine estadounidense actual...pero a veces lo hago, lo confieso, o bien para reírme un rato, o bien para dejar mi encefalograma plano -que eso relaja mucho-, o bien para entretenerme encontrando agujeros en el guión, o bien para acompañar a alguien a quien le han dicho -y engañado- que tal película es feminista, tal otra pacifista y aquella sorprendente, o bien para indignarme descubriendo por enésima vez que esa peli ya la había visto, aunque tenía otro título; o bien, por último, para adivinar desde el principio cómo sigue y cómo acaba el churro ("The churrou").
Lo que quiero decir, es que no basta con gastarse 60 millones de dólares y contratar a los mejores técnicos en efectos especiales si en la primero escena el protagonista se toma un café y se va sin pagarlo.
¿Que a ti eso te parecen detalles sin importancia y que el cine del imperio te parece maravilloso?
Lo acepto y hasta casi lo respeto, tiene que haber gente pa' to'.
¿Que piensas por el contrario que en demasiados casos el cine de Hollywood tiene más agujeros de guión que un queso gruyere, un campo de golf y un tapete de encaje de bolillos juntos?
En este caso, no te pierdas el próximo episodio  de la serie, titulado "Manipula, que algo queda", por Alicatillo, el ex-amigo del director del cortometraje "Cien maneras de hacer el pollo al chilindrón".

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