"Al descubrir los círculos protestantes de Valladolid y Sevilla en 1558, el Santo Oficio se dio cuenta que España sí tenía un problema luterano. [...] Todas las autoridades políticas, religiosas y morales del país fueron movilizadas para erradicar la nueva amenaza. Se mandaron órdenes a los prelados, Grandes del Reino, virreyes, condestables, corregidores y universidades para que contribuyeran al rastreo de los protestantes. El inquisidor general Valdés adaptó las estructuras de la Inquisición en función de la represión de la herejía luterana. Se desencadenó una verdadera "caza de protestantes", con 1557 víctimas entre 1558 y 1575 [...]. En estos 17 años los tribunales peninsulares quemaron a 173 personas [..]".
Werner Thomas
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