que los siervos de Dios
conocemos.
Los que hemos amado
y conocido
la majestad del amor.
La humildad
del cariño eterno.
La gracia de saberse
bendecidos.
Una y otra vez
por su recuerdo,
su existencia".
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-"Sin embargo los dioses
son caprichosos.
¿Cuántos amantes no descienden envueltos en llamas de dolor,
a los infiernos el día
que las garras divinas los sueltan
en la vacía altitud y regresan vertiginosamente desenamorados
a su vida humana?
¿Cuántos amantes no se odian
corruptos tras haber sido elevados
íntegros a la dulzura del Paraíso?
(Sergio Arboleda "El Meditador").
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