05 junio 2008

Semen retentibus venenum est.

Es mucho más fácil cambiar por fuera que por dentro. Los pantalones y los calzoncillos cambian al ritmo de las modas, pero la cerrazón y la intolerancia se transmiten de generación en generación, en muchos casos con la inestimable ayuda de los supuestos representantes de Dios en la tierra.

A veces veo turistas saudíes disfrazados de imbécil texano, con sus pantalones cortos, su gorrita de beisbol, su camiseta de la Universidad de Yale y su tripón de McDonald's, y a pesar de todo su dinero, no sé si me dan más pena por dentro o por fuera.

Hace dos semanas tuve la desgracia de conocer a un tipejo cobarde, violento, mentiroso y prepotente, por resumir, una mierda de persona, que se presentaba a sí mismo como "doctor", como si en su miseria mental confundiera los estudios con la ética.

Si Quevedo levantara la cabeza y viera a esos banqueros, políticos, "doctores" y demás escoria social, seguro que escribiría una "Oda a la corbata en el cuello de un cerdo".

Una vez le alquilé una casa a un tal Monsieur Affeiche, que era "monsieur" porque tenía edificios enteros. El elemento tenía unos 80 años y era devoto de misa diaria y adorador del dólar. Además de creyente y rico era un estafador que sudaba ante la visión de los billetes.
Lo más triste es que él se consideraba a sí mismo como una buena persona, seguro que de cada 300 dólares que robaba le daba uno a los pobres y a los curas.

En algunas sociedades y en muchas mentalidades se produce una extraña confusión:
se cree que una mujer que disfruta de su cuerpo y del sexo con libertad es una puta.
Piensan estos fariseos que el sexo sirve para la reproducción y, eso sí, sin luz y previa aprobación de un listo que dice que representa la moral e interpreta la divinidad.
No se dan cuenta de que puta es la mujer que vende su virginidad y su cuerpo, a través de un razonamiento práctico y una familia y unos religiosos, a un hombre al que no quiere ni mucho menos desea.
No se dan cuenta de que puta es la que se casa por conveniencia propia y/o familiar.
Son señoras respetables putas, casadas con señores respetables cerdos, que tienen hijos que perpetúan esa mentalidad de mierda y que piensan que son buenos porque son doctores o rezan después de robar, mentir o matar.
Que Dios les ayude, pobres hipócritas mal follados, que falta les hace, amén.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya era hora de que alguien lo dijera con todas sus palabras y sus adjetivos. Los demas tambien lo pensamos, y no porque nos de envidia, sino porque nos da asco.

Ana dijo...

Hola,
enhorabuena por tu blog.

Me presento, me llamo Ana y quería hacerte una propuesta de colaboración con un medio español.

Por favor, si estás interesado, escríbeme y te cuento.

un saludo desde Madrid!!