14 diciembre 2008

La cobardía viene por el aire.

En Oslo se ha llegado a un acuerdo para prohibir la fabricación, la venta y el uso de las bombas de submunición o bombas de racimo, esos engendros criminales destinados a matar población civil.
Así lo han acordado unos cien países, es decir, la mitad de los que existen.
Pequeño detalle: no han firmado el tratado los países que más las fabrican, venden y utilizan: dictaduras como China, regímenes autoritarios con barniz de democracia como Rusia, y democracias degeneradas como Estados Unidos e Israel.
Los Estados Unidos de Obama Burger King, perdón, Luther King, incluso han intentado, con toda su hipocresía e impudor habituales, que Afganistán –que ha sufrido y sufre los bombardeos estadounidenses- no participe en el pacto.
No sé, no hay más que decir. Aquí termina el artículo.

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