30 septiembre 2011

El honorable Alfredo.

La honorable Audiencia Provincial de Barcelona ha suspendido la ejecución de la sentencia que condenaba al honorable consejero delegado del honorabilísimo Banco Santander y expresidente del honorable Banesto, Alfredo Sáenz, a 3 meses de arresto y suspensión de su honorable profesión de banquero y a una multa de 400 euros por un delito de estafa procesal y presentación de acusación falsa. En caso contrario el honorable Sáenz hubiera tenido que dejar su honorable puesto en el honorable banco cántabro.

Tuve la desgracia de ser cliente de este honorable banco hace unos años, justo hasta el día en que se me hincharon mis honorables huevos, vacié mi honorable cuenta y tiré su honorable cartilla a una honorable papelera.

El caso es que el honorable Alfredo no sólo pidió la suspensión de su poco honorable condena sino que también solicitó un indulto al honorable Ministerio de Justicia.
El honorable tribunal ha suspendido la sentencia con la divertida -pero muy honorable- argumentación de que "las penas son de corta duración y de acordarse su inmediata ejecución podría resultar ilusoria una hipotética concesión de la gracia", es decir, para dar tiempo a que el honorable Ministerio de Justicia conceda el indulto.

Pero lo más jocoso del caso, pa' descojonarse de la risa, es que el honorable Alfredo alias el Banquero también ha pedido -esta vez sin éxito- que su condena no sea anotada en el Registro de Penales, porque, agárrense los costillares, "eso pondría en duda la honorabilidad que exige la ley para ser banquero".
Sí señor, muy bueno el chiste, ay que me parto...de modo que para ser banquero hay que ser honorable...
Si yo no digo que no, pero si me dicen que pa' ser bombero hay que ser pirómano me lo creo más.
Qué jodíos; no, si al final tienen gracia estos banqueros (aunque poca).

Pero lo importante de esta sentencia es que, como en España todos somos iguales ante la ley y todos somos muy honorables aunque no seamos, gracias a Dios, honorables banqueros, pues ya saben todos los españoles que pueden pedir que les suspendan sus sentencias -alegando que si van a la cárcel no podrán seguir trabajando en sus empleos, los que los tengan- y que les den un indulto, e incluso que su condena no conste para no dañar su honorable honorabilidad.

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