30 septiembre 2011

La mona vestida de seda.

Va un tío a la farmacia y dice: "Hola, ¿hay ampollas?"
Y el farmacéutico -como habla inglés- le responde: "Hello, Mister Pollas".

Estambul. En la cola del control de equipajes.
Aparece una mujer española y se pone la primera.
Tiene cara de bicho malo, pretenciosa. Apostaría mi dedo meñique izquierdo a que es una enchufada de institución pública.
Lleva chanclas "Converse", igual de horteras que todas las chanclas, pero Converse.
Otra chica en la cola le toca el brazo y le dice que adónde va así, colándose.
La bruja se da la vuelta y le suelta, viperina, la frase que ya tenía preparada, en inglés:
"I am Business".
Sólo le falta decir, "mira maja, es que I am business, ¿sabes?".
Y se da la vuelta otra vez y se queda tan ancha, como si su billete business class, que seguramente ni siquiera ha pagado, fuera un salvoconducto para pasar antes en el control de equipajes, y hasta en la consulta del dentista.

Lo que más me llama la atención es esa identificación con su billete: "I am", no es que "tengo" un billete, es que "soy".
Y, efectivamente, su billete y su actitud la identifican perfectamente.

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