07 julio 2012

Serie: La estúpida mitificación del poderoso. 2. Genuflexiones.

Siguiendo con el "Jubileo" de la reina Elisabeth de Inglaterra -60 años viviendo "como una reina" a costa de sus felices súbditos-, leo una noticia que me hiela mi roja sangre: la propia reina ha recordado la Orden de Precedencia, que indica, por ejemplo, que hasta que Kate Middleton -esposa del príncipe Guillermo de Inglaterra- sea reina, "deberá arrodillarse y hacer reverencia ante aquellos que sí son de sangre real, en público y en privado, y siempre y cuando no esté en compañía de su marido". Y esto, claro está, porque dar un braguetazo no exime a nadie de su plebeya condición.
Quizá esta ociosa familia -que el articulista califica de refinada- siga creyendo que su sangre es especial; pero a esa sangre le va a venir muy bien unirse a la sangre normal, porque la mezcla mejora al ser humano y elimina las razas puras, los pueblos elegidos, las sangres azules y la endogamia, reduce la imbecilidad y hace más guapas a las personas, incluso a los nobles de herencia, que no de corazón.

Personalmente me la trae floja si Kate se arrodilla ante la reina, o si se postra ante ella, hace volatines o el pino-puente, y le baila una alegre, rítmica e irresistible sardana.
Pero ya es triste que a estas alturas del siglo XXI algunas personas sigan considerando que su sangre es diferente.
Y  más triste aún es que otros lo acepten y les parezca normal y se arrodillen. Todos somos iguales, todos tenemos la máxima categoría -de persona-.
Y si esto no es cierto, entonces el inferior es el rey, porque ser hijo de alguien ni se elige ni constituye ningún mérito. Así que, si no hacen algo más importante en sus vidas que "ser reyes", no parece que haya que rendirles mucha pleitesía, más bien guardar la admiración para la gente que sí la merece y dejar de aplaudir a parásitos. Los reyes no existen, ni los ustedes ni los señores ni los superiores; el que quiera considerarse grande, al menos que pague los gastos con su dinero.
Grandes de pacotilla, como decía mi padre: ¡Anda, iros a trabajar!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

totalmente de acuerdo! besos

Ana Nunez Nino dijo...

ana