27 septiembre 2013

El mundo desde la furgoneta: Exilios (Introducción).

Hoy le he regalado unos mecheros al dueño del piso que alquilo. Yo, por ser majete...
Y en lugar de responder "gracias", los ha cogido diciendo: "Pas problème".
No sé por qué eso me recuerda al hecho de que estoy exiliado. No es un exilio político -o quizás sí-, ni económico -bueno, un poco...-, ni siquiera es un exilio interior -o puede que en cierto modo lo sea-.
Si hay que calificarlo diría que es un exilio "contraestético", una estética a la inversa en la que lo bonito no es lo que empiezas a ver sino dejar de ver lo anterior.
En cualquier caso mi exilio me obliga a pasar entre hora y media y 2 horas diarias en veloces y destartaladas furgonetas japonesas de transporte público que zigzaguean en los atascos y donde caben 11 personas -o 14, depende del modelo- además del conductor. Un mundo de sudores de gente humilde que mira pasar desde las ventanillas los anuncios gigantes de neón.
A ratos huele raro en la autopista, como en mi país y en el mundo. Por eso, y porque me he prometido no pensar mezquinamente en gente mezquina -las promesas hay que hacerlas sólo a uno mismo- paso también las horas mirando anuncios de paraíso consumista y me vienen a la cabeza bonitas frases de literatura costumbrista, que es la más apropiada en épocas y ambientes de caciquismo, censura, miedo y ausencia de libertad de expresión.

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