29 septiembre 2013

El mundo desde la furgoneta: 2. La silla de mimbre.


Sentado. No me caben las piernas.
A mi lado una señora come pepinos a pequeños bocados, discretamente y con desgana, cerrando los labios y masticando con lentitud, como el que no tiene hambre y come pepinos por hacer algo.
Al otro lado una silla de mimbre baja y cochambrosa sustituye al asiento original. Tengo curiosidad por ver si se llena el vehículo y el último tiene que sentarse sobre ella y sujetarse con los brazos y apretar las nalgas para no despegar y para no caerse en las curvas.
Hace calor.
Si abro las piernas me caben mejor; pero a costa de tocar con una a la señora de los pepinos, y eso no está bien. Como para contradecir mi pudor orientalista, la dama se queda dormida nada más terminar su último pepino.
Nadie viene a ocupar la silla de mimbre.
Me bajo.

No hay comentarios: