22 octubre 2006

Damasco.

Volver a Damasco es sumergirse en la pureza del mundo árabe, en la hospitalidad de la gente de la calle.
Ya en el autobús un viajero saca un frasco de colonia y se lo pasa al conductor y después a todos los pasajeros.
Y para mí eso es más importante que si el autobús cumple las normas de seguridad o que si alguien está fumando dentro.
En la frontera hay un cartel que dice a los visitantes que ante cualquier problema que tengan en el país al que van a entrar, deben llamar al Ministerio tal, al número de teléfono cual. Y eso también es importante, incluso si nadie respondiera a ese teléfono.
Pasear por las calles aquí en Damasco, como en el Cairo, como en la parte árabe de Jerusalem, es entrar de lleno en el caos, el ruido, los olores, la hospitalidad. Es un tópico pero es verdad.
Y es un placer perderse por los zocos, por el centro, por el barrio del Muhayirin, por el "Zouk al Yumaa" con su mercado en la calle de frutas y verduras y con su mezquita de Ibn-Arabi, el poeta y místico murciano. En realidad toda la ciudad es un zoco.
El tiempo vuela pero la sensación es más dulce, el ritmo es distinto, se cuenta por horas y no por minutos.
Esta ciudad, a diferencia de Beirut, está hecha con tiempo, con siglos. Beirut está hecha con prisa porque siempre se ha destruido y reconstruido.
Las dos son muy diferentes, las dos me gustan.
No es fácil decirlo ahora, cuando la relacion entre los dos países no es buena, cuando hay incomprensión, a veces odio entre los dos vecinos.
Lo siento, pero las dos me gustan.
Y me duele oír a algunos libaneses hablar tan mal de Damasco sin conocerlo, incluso preferir Israel a Siria.
Porque los libaneses no tienen nada en común con Israel y sí muchos muertos e invasiones que reprocharles.
Habrá, espero, otra generación que acerque a los dos pueblos, libanés y sirio, que olvide los problemas políticos y respete a la gente llana, que no confunda una situación y un régimen con las personas.
Porque la comida es la misma y el arak y el café y el arguile y el baile y la hospitalidad.
Y cada una es diferente.
Y las dos me gustan.

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