13 octubre 2006

Revoluciones, ya te digo.

Dicen los pesimistas que las revoluciones están bien mientras duran y que justo el día en que acaban todo vuelve a la "normalidad", a como era antes; como mucho han cambiado los perros, como poco los mismos perros han cambiado de collar. Hay casos incluso en los que siguen los perros y siguen los collares.

Dicen otros que todas las revoluciones son burguesas porque sólo los ricos tienen tiempo, dinero e influencia para ser revolucionarios. Los otros tienen cosas, si no más importantes, al menos más urgentes que hacer.

Ayer pasé por la tumba de Hariri, el primer ministro libanés asesinado junto a otras 20 personas en un atentado en Beirut hace 607 días, como marcan los calendarios digitales que instalaron por la ciudad entonces y que hoy siguen contando los días.
Hariri mandó construir una mezquita en la Plaza de los Mártires con capacidad, al parecer, para 4000 personas.
Cuando murio aún no estaba terminada, con lo que fue enterrado al lado, en lo que entonces era el parking del Virgin Megastore, ironías del destino. Ahora es un mausoleo; la mezquita está terminada pero ya es tarde.
Detrás de él, en fila y en segunda fila, yacen sus 7 guardaespaldas.
La revolución que empezó con su muerte terminó hace mucho tiempo; desde entonces ha habido incluso una guerra.
En su tumba ya no hay masas indignadas ni cámaras de televisión, sólo alguno que reza o piensa aquello de Jorge Manrique sobre la muerte: "(...) y llegados, son iguales \ los que viven por sus manos\ y los ricos".
A hariri lo sustituyó su hijo; otros volvieron, algunos cambiaron de bando y todo siguió igual.

Hariri cambió de estatus con su muerte: de empresario multimillonario pasó a mártir, de hacer negocios en Arabia Saudí pasó a ser símbolo de los libaneses, de algunos: porque aquella revolución tuvo una contra-revolución, y se hicieron 2 bloques, los 2 que siguen ahora.
La mayoría de los libaneses fue a las manifestaciones de un bando o del otro.
Y después, todo terminó, cada uno se fue a su casa y "aquí paz y después gloria".
Paz no hay aquí, esperemos que haya gloria.

1 comentario:

Anónimo dijo...

lo que falta no son revolucionarios...pero rebeldes...porque la rebelion es un acto cotidiano que nunca muere...y la revolucion una idea que deja un vacio placido, como los fuegos artificiales...el rebelde es un "petardo" siempre aqui para romper el silencio...
D.