12 julio 2010

Gora España.

"Si me viera mi amatxo, si me vieran mis colegas, me colgaban en la plaza por traidor y por idiota. Yo que soy más vasco que el árbol de Guernica, cuando juega la Selección no sé lo que me pasa: Juega España, ¡Rarrarrá! ¡Los Mundiales va a ganar! Mi conciencia me da igual, no puedo evitar gritar: ¡Gora España!".
La Selección tiene un "no sé qué"[...].

Esta canción premonitoria de los "Lendakaris Muertos" habla de una sociedad paranoica, la vasca, dominada por los hijos bastardos de Franco, los nacionalistas, divididos entre su odio a España y su subconsciente.
Ayer las calles de Bilbao estaban desiertas a la hora del partido: algún autobús vacío con la radio puesta y 4 coches que volvían a casa rápido para ver el partido, como en Damasco durante el Ramadán cuando los últimos rezagados corren a sus casas, hambrientos, porque va a empezar el Iftar, la ruptura del ayuno.
Bilbao no era una fiesta como el resto de España; era silencio y la gente estaba en sus casas viendo el partido, unos con la esperanza confesa de que perdiera España; otros, la mayoría silenciosa, felices por estar en la final y tristes por celebrarlo clandestinamente en la sociedad vasca maravillosa del miedo y la ausencia de libertad de expresión.
En las calles vacías y grises, papelitos que decían: "Paso de la Roja" y una bandera de España tachada. En las casas, millones de vascos españoles sin permiso para gritar su emoción.
Cuánto miedo, cuánta hipocresía, cuánto doble juego moral en una sociedad enferma de rencor e intolerancia.
Y en las casas, gente harta del fascismo que te apuñala por llevar una camiseta de la selección española.
Después del partido algunos coches pitaban, como diciendo: "hoy no me callo, cerdos".
Me imaginé, mirando las calles vacías, lo que sería en ese momento Beirut: cientos de coches con banderas españolas de libaneses felices que hace una semana llevaban la de Brasil y la cambiaron sin pudor porque para celebrar una victoria hay que estar con el ganador, sea quien sea.
Y en Bilbao...silencio.

Nos acercamos a la Plaza Moyúa: 2.000 personas, casi todas jóvenes, gritaban: ¡Iniesta Lendakari!...¡Yo soy español, español, español...y vasco!".
La policía autónoma "protegiendo" a los "españoles", no fuera a ser que vinieran los del pensamiento único a reventar la fiesta.
Pero todos sabían que esa noche no; que esa noche la borrokada cobarde e impune era la que estaba en su casa rumiando su derrota; derrota en la que habían colaborado 2 jugadores del Atlétic de Bilbao, que corrían felices por el campo porque eran campeones del mundo, disfrutando de su libertad de gritar; mañana, ya en Bilbao, empezarían a hacerse perdonar, a jurar por San sabino Arana que lo que ellos llevan en realidad en su grande corazón es la "Euskal Selezioa".
Pero eso sería mañana: hoy eran Campeones del Mundo con España y besaban la Copa.
Y hoy en la Plaza Moyúa 2.000 vascos, representando a un millón escondido, llevaban camisetas rojas y banderas de España. Porque les daba la gana. Al menos un día.
Era muy bonito y muy triste a la vez.
O quizá era sólo muy bonito y la tristeza era mía.

3 comentarios:

ander dijo...

Creo que confundes tus deseos con la realidad.

Anónimo dijo...

De que realidad hablas Andrés ? Me parece que ves el mundo al revés ... Y lo sabes de sobra.
Por una vez , y no va a ser la última se ha vencido al miedo.

Anónimo dijo...

Cuanta razón Fran.

Aabrazo Desde México, Vicente.