28 julio 2010

Lecturas veraniegas.

Cuando llega el calor a uno le apetece cambiar hasta de literatura y echa mano de refrescantes novelas negras, ligeros best-sellers de suspense o clásicos policiacos piscineros comprados de saldo en alguna feria del libro.
Hoy recomendamos un libro que no tiene desperdicio, o quizás, un libro hecho con desperdicios: “Tom Clancy’s Op-Center. Balance of Power “ es su título original. No sé cómo lo habrán bautizado en español pero se trata del 5º volumen de una serie de al menos 6 y es un compendio de todos los ingredientes de la máquina de churros estadounidense: ignorancia, patriotismo, tópicos, moralina, redención, tiros a tutiplén, héroes abnegados y argumento y final repetido en otros 173 millones de libros y películas.
Una joya del más puro estilo “neocon” y con un tufillo a “alguien tiene que hacer el trabajo (the work)” que hará vuestras delicias y que podréis disfrutar en vuestras casas, en playas y parques.

El autor: Bueno, no sé, no es tan claro. Por un lado está el jefe, Tom Clancy, que “presenta” y pone título a la serie, a la manera de aquel “Alfred Hitckcock Presenta…” de la televisión.
Por morro que no quede.
Y por otro lado está “el negro”, Steve Pieczenik, es decir, el que ha escrito en realidad la novelilla pero que no tiene derecho ni a biografía el hombre.

El argumento: Es la España de Aznar. El Rey vive en Barcelona. Y el país está a punto de explotar.
Los nacionalistas vascos y catalanes tienen “un plan ingenioso para apropiarse de España”: “Los primeros aportarían los hombres, las armas y su experiencia de la acción terrorista. Los segundos harían jugar su peso financiero para influir sobre los políticos, amenazándoles con un chantaje de depresión económica. Una vez establecido su control sobre el país, los Catalanes darían una amplia autonomía al País Vasco […]. Al mismo tiempo, los ricos catalanes continuarían dirigiendo el país y controlando a las otras minorías gracias a su poder sobre el comercio. El plan era no solamente ingenioso sino también infalible”.

Pero, claro, eso sería sin contar con que los Castellanos están hasta los testículos de siglos de afrenta y pobreza e incluso algunos entre ellos, más radicales y rancios, se consideran los únicos españoles “de pura cepa” y han formado un partido radical dispuesto a cometer atentados para impedir la disgregación de España. Dicho partido se denomina “Pueblo Español Original”, en sus siglas el PEO (y léase en voz alta que el nombrecito se hace más sonoro).
Para más inri, el General Amadori, que se cree descendiente del Cid, está dispuesto a aprovechar las circunstancias para dar un golpe de estado, hacerse con las riendas del poder e instaurar una dictadura ferrea con la excusa de mantener la unidad de España.
La situación es límite: atentados en San Sebastián contra “la familia catalana”, represalias, disturbios en Zamora, Ávila y Segovia que comienzan a trasladarse a Portugal…
Pero…
Estados Unidos no puede permitir que esto ocurra. Por un lado se siente obligado a defender la democracia y la libertad en el mundo: son así ellos, no pueden evitarlo. Además temen el efecto dominó que acabaría por desintegrar Europa y llegar a los mismísimos Estados Unidos de América. Por último, el Rey les ha suplicado ayuda y hasta el Primer Ministro Aznar ha pedido “la presencia de la flota americana a lo largo de las costas españolas”.
No hay más remedio que enviar con urgencia a “Los Atacantes”, unidad de élite constituida por un puñado de héroes dispuestos a sacrificarse por su país y por la libertad que ya han salvado al mundo en múltiples ocasiones –en Corea del Norte, Beirut, Rusia…hasta en la frontera ¡”libano-turca”! -. Entre otras muchas, tienen 2 grandes virtudes: respetan la corrección política incluyendo en sus filas a una mujer y a un negro afroamericano; y disparan, a poder ser, de la cintura para abajo excluyendo los huevos.

Los otros personajes: Los “negros” de Tom Clancy realizan un mediocre trabajo de documentación y España parece un poquito México con un toque flamenco.
Se trata de un país extremadamente católico donde la gente busca la mano reconfortante de un cura en su frente. Cuando comienzan los atentados en San Sebastián mujeres, niños, ancianos y pescadores corren hacia la iglesia llorando y suplicando que el Padre Norberto Ramos les alivie con sus palabras de amor. Otro tanto ocurre en la Catedral de la Almudena de Madrid, de estilo “birrioco”.
Por cierto, los jesuitas apoyan discretamente al general golpista cuando piensan que va a tomar el poder, que en esta novela hay mucho más realismo del que parece.
Las agentes secretas del Op-Center llegan a Madrid disfrazadas de turistas y para disimular traen unos pasaportes falsos a nombre de “Señorita Tremblón” y “Señorita Serafico”. Claro, como hablan español y con estos nombres, ¿quién las va a descubrir así?
Los personajes locales son aún mejores: está “la Familia Ramírez”, empresarios catalanes conspiradores; Adolfo Alcázar, asesino vasco “castellanista” al que su hermano el cura le lleva cocido de garbanzos para que coma bien.
Luego hay otros 3 curas: el padre Iglesias de Bilbao, el padre Montoya de Toledo, y el venerable padre Jiménez de Laredo.
El único apellido “vasco” que aparece es el del general franquista Antonio Aguirre, que ya digo que en todas partes cuecen habas.
La intrépida agente española de la Interpol es María Corneja, que flirtea con la muerte y además fuma.
Y el mejor es el jefe español de la Interpol, Luis García de la Vega, que se depide de los yanquis diciéndoles: “Vayan con Dios”. “Luis era un gitano andaluz de 37 años, moreno, una fuerza de la naturaleza que enseñaba el flamenco en sus horas perdidas”.
Por último, ahí va otra perla: “Por sus ojos negros, su piel mate, su pelo oscuro, su estatura esbelta, adivinó que él era de origen castellano”.

Los valores estadounidenses:
-Sobre el valor de la vida de los otros: “Después del atentado contra la embajada de Beirut, no hubiera tenido ningún escrúpulo en arrasar toda la ciudad nada más que para desembarazarse de los cabrones que habían matado a su mujer. La pena casaba mal con la misericordia”.

-Sobre el asesinato de estado: “…un pequeño comando de asesinos creado durante el gobierno Kennedy. Más de una docena de generales y diplomáticos extranjeros habían sido ejecutados entre 1960 y 1963. El método tenía sin duda una justificación política”.

-Y lo mejor: “Tenía una responsabilidad ante el presidente y la nación. Una responsabilidad ante el pueblo cuya existencia y modo de vida dependían de su actividad, de su juicio, de su concentración”.
Se me pone la carne de gallina.

El final: No hace falta contarlo porque se sabe desde la página 1: pero, en resumen, final feliz, héroes que cumplen su deber con éxito, redención y triunfo del amor.
Y España “se salva” con “una nueva Constitución que aumenta aún más la autonomía de las regiones y que no deja subsistir más que una apariencia de gobierno central”.

“McCaskey recordaba haber escuchado un día a alguien decir que para que el mal prospere es suficiente que la gente de bien se quede con los brazos cruzados”.

No hay comentarios: