27 enero 2010

Microcuento de la constancia.

Cuando se despertaron en medio de aquel bosque, de la nada, ateridos de frío, entrechocando los dientes, húmedos hasta el alma, entumecidos, confusos, desesperanzados de esperanza, el que parecía más joven, abriendo apenas los ojos, le dijo al otro:
- ¿Qué hacemos?
- Tendremos que pasar al plan B –respondió.
- ¿Cuál es el plan B?
- Continuar con el plan A.

Y se puso en pie y empezó a andar hacia lo que parecía quizás el recuerdo de la imagen del reflejo del sueño de una leve claridad.

22 enero 2010

El autobús.

-“Señores pasajeros, la duración de este viaje será de 4 horas y 45 minutos. Haremos una parada de 20 minutos. Les recordamos que no está permitido fumar, consumir alimentos y bebidas. Según la normativa vigente, el uso del cinturón de seguridad es obligatorio”.

-“Rrrrrrrrrrrr. ¿Sí? Estoy en el autobús. Sí. Yo te llamo cuando llegue. Sí. Sí. Me paso por casa de mis padres y quedamos luego. No, yo paso, media hora. ¡Hombre! Sí.”

(Intento leer. Pero el conductor ha puesto “Radio Marca”, donde podemos oír durante 3 horas un apasionante debate en el que 4 “periodistas” deportivos discuten acaloradamente y con lenguaje de tasca sobre si Messi es mejor que Ronaldo o viceversa).

-“Hombre, Ronaldo en los 2 últimos partidos, contra el Valladolid y el Málaga, no ha hecho nada”.
-“Claro, es que se nota la ausencia de Kaka.”
-“Diréis lo que queráis pero yo en la porra con Manolo he puesto 0-2.”

(¡Qué calor! Debe de haber 50° aquí dentro. El conductor va en camisa fina de manga corta y gafas de sol aunque es enero y fuera llueve. Curioso absurdo el de la Europa ecológica que malgasta la energía de esa manera y me hace sudar en pleno invierno. Curiosa percepción térmica la que hace que a la gente le parezca normal tener la calefacción a temperaturas extremas).

-“Oiga, jefe, ¿podría bajar la calefacción? Que nos vamos a asfixiar”.

(No hay respuesta).

-“Para salvar al planeta”.
(No hay respuesta. Aquí manda él, y él no está sudando con su camisita veraniega. De hecho las señoras tampoco, y eso que llevan jerseys y pañuelos y hasta alguna chaquetilla. Todo lo que hace el conductor es un mohín casi imperceptible de disgusto: no quiere que lo distraigan, el debate está en su apogeo entre los defensores de Higuain
-“Es un crack”
Y los de Benzema
-“El francés se va adaptando. Lo ficharon para ser titular y …”.

(Desconecto.
Pero por poco tiempo).
-“Y que me des tu coraaaaaasoooon… ¿SÍ? HOLA. PUES DEBEMOS ESTAR CERCA DE MADRID PORQUE YA VA ENTRANDO. NO SÉ. SÍ, EN CASA DE JORGE.”

(¿Por qué grita tanto?)

(Silencio. Sólo se oye el ronroneo del motor, el tictac de la lluvia en los cristales, el zumbido rítmico del limpiaparabrisas).

-“Oye, estoy llegando a Madrid… Vale”.

(Silencio).

-“Ding dong dingggg ding dong … ¿Sí? Sí, sí, estoy llegando a Madrid. ¿Has hablado con Jose? Vale. Vale. Vale… Riiiiiiiiggggg, Sí, estamos llegando a Madrid, sí, … ¿Y qué te ha dicho Jose?... ¿A las 6 y media?... Caaaarlos, oye, mira, que estoy llegando a Madrid ¿vale?... Sí… Un beso… Ggggggggggr ¿Sí? Pues en Madrid. Ya, ¿Tú dónde estás? Venga te llamo, un abrazo… Sí…”

(Sí, Ya falta poco. Estamos llegando a Madrid).

13 enero 2010

Tax free y los 40 ladrones.

Los residentes fuera de la Unión Europea estamos exentos de IVA en las compras realizadas en Europa cuando venimos de vacaciones. Bueno, siempre y cuando el gasto sea superior a los 90€ y se realice en comercios concretos tipo “El Corte Inglés” o “Fnac”.
Supongamos que compramos una cámara de fotos de unos 380€ (IVA, 16 %, incluido) en El Corte Inglés.
Todo es aparentemente sencillo y hasta podemos elegir el modo de devolución: en efectivo, cheque o ingreso en una cuenta bancaria.
Los únicos problemas son que tienes que repartir ese dinero con una banda de apañadores, comerciantes y banqueros que no tienen nada que envidiar al buitre leonado. Y que todo el sistema está montado para no pagarte nada a poder ser, para convertir la devolución del IVA en una carrera de obstáculos contrarreloj y en una pelea contra las hienas.
En primer lugar necesitamos una factura especial que nos hace el propio Corte Inglés generosamente tras una larga cola y cobrándonos 6€ por un papel y un trámite de 10 segundos. En esta factura además el supuesto 16% se ha transformado milagrosamente en un 13%.
En 2º lugar en el aeropuerto nos vamos corriendo a la aduana para que un guardia civil nos selle esta factura. Si le caes bien, lo hace sin rechistar; si no, tienes que mostrar la mercancía y demostrar tu residencia en el extranjero.
Ya casi está. Sólo queda un último paso: ir a la oficina del BBVA, la famosa empresa de usureros, para que te entreguen el dinero.
Sólo hay un inconveniente: el aeropuerto de Barajas está plagado de oficinas del BBVA, pero solamente una te devuelve el IVA: se trata de la que se encuentra una vez pasado el control de pasaportes de las puertas A y B de la Terminal 1.
Esto significa que si tu vuelo sale de la terminal 2 ó 3 o de otra puerta, simplemente no puedes cobrar tu dinero.
A estas alturas el viajero tiene ya los testículos tan hinchados que amenazan con explotarle en pleno vuelo creando una alarma por atentado terrorista y la excusa perfecta para que, a partir de ese momento, se prohíba viajar con testículos en los aviones. Por seguridad.
Los empleados de las otras oficinas del BBVA son comprensivos y entienden que todo esto es un engaño montado para no devolverte el dinero… incluso uno de ellos acepta, apiadado, entregar los 46 euros que a esas alturas quedan.
Así que amablemente me da los 42€ y me voy corriendo al avión. No, no es un error. Los 4 euros que faltan corresponden a 1’80€ de “Comisión fija” y 2’31€ de “Comisión 5%”.
Aún así estoy orgulloso de haber rescatado unos euros de las garras de toda esta gentuza.
La publicidad engañosa del Tax Free dice que tienes derecho a recibir íntegro el IVA, es decir, el 16%. El 16% de 378€ es 60’5€.
A cambio de lo que me han robado me voy a cagar en ellos; ni lo van a notar, están acostumbrados a pesar de tanta gomina y colonia.
Lo único que deseo es que un día la sociedad los vea como lo que son: parásitos millonarios a costa de los demás. Y que los gobiernos por fin pongan un límite al enriquecimiento inmoral y comprendan que la creación de riqueza no pasa por delante del abuso y del robo. Que poner un sello en un papel y 5 segundos de trabajo no valen 6€.
Ya pago infinidad de impuestos en un país que apenas utilizo, España; me molesta pagar también el “impuesto revolucionario” al Corte Inglés y al BBVA.

06 enero 2010

In God we trust.

La relación del libanés con el dinero es muy especial –a la vez práctica y amorosa- y hace bueno el tópico del comerciante, del hombre de negocios, del estafador simpático, del mediterráneo vividor, obsesionado por la imagen y amante del lujo.

La gran mayoría de los habitantes de este país son expertos conocedores del mundo del billete: la primera sorpresa es ver a una chica o a un viejo contar un fajo de billetes con más técnica y velocidad que un indigno banquero.
El portero, un taxista, la cajera del supermercado, todos miran los billetes de 100 dólares al trasluz, rascan, manosean, cierran un ojo… éste vale.
A tamaña suspicacia se une la finura: si un billete está un poco viejo, es de un modelo antiguo o tiene el más mínimo rasguño o rajita, casi seguro que no lo aceptan; si le falta un milímetro cuadrado, entonces no sirve seguro.

Pagar a un libanés con monedas es casi ofenderle.
Las de 500 liras son de mal gusto, las de 250 una afrenta, las de 100 y las de 50 pareciera que no fueran de curso legal.
Sin embargo, en 10 años sólo una vez me he encontrado una moneda en la calle, de las pequeñas: qué raro.

En la esquina hay una tienda de ultramarinos, cutre, de barrio, con 4 cosas.
Pues bien, la semana pasada la dueña sacó de un cajón una especie de lápiz electrónico que pasó por el billete hasta que salió un pitido y una luz que reconocían su validez.
Me quedé boquiabierto ante tal alarde tecnológico, sobre todo teniendo en cuenta que la puerta del establecimiento se cae a trozos, que el dueño está siempre dormido en una silla y que sus amigos se sientan alrededor de una tele a ver telenovelas turcas.

Lo más curioso es que sólo una vez he visto un billete falso –y no creo que lo fuera, a pesar de lo que dijera el comerciante-.
Lo cual es lógico si lo miramos bien, porque a ver quién es el guapo que cuela un billete falso en un país con 4 millones de banqueros.

04 enero 2010

Señales de tu abismo personal.

Se dice que hay quien te avisa de lo que va a ocurrir.
Imagina que tienes que ir a un lugar y la idea te repugna.
Tienes que ir.
Esa mañana abres un libro al azar y lees: “Allí es el abismo”.
El horóscopo te anuncia: “Evita los desplazamientos o te resentirás de una vieja lesión”.
En todo caso vas. Tienes que ir.
En la calle, junto a un anuncio de un viaje, hay un niño solo que te mira fijamente y eso te inquieta porque sabes que hay ángeles -¿son ángeles?- que te advierten.
Aunque no crees en ellos, todo es un juego…pero te gustaría no tener que ir allí.
Quizás allí sea el abismo.
¿No lo crees?
Yo sí.
Yo soy el que pone las frases en los libros. Soy el que escribe tu horóscopo, el que desperdiga niños en tu camino para que te miren.
Tienes razón, no soy un ángel.

02 enero 2010

“Hágase la luz…y la luz no se hizo”.

Son las 5 de la tarde, ya es de noche, escribo a la luz de las velas, no es por esnobismo retro postmodernista romanticista; ni siquiera es por las tormentas y las lluvias torrenciales que están cayendo, como cada año, y que traen con ellas ríos en las calles, atascos más terribles que los habituales y, sobre todo, la constatación de la ineptitud y desidia de un estado en el que la lluvia corta la luz, el internet, el satélite de televisión, y hace que los teléfonos móviles y las cabinas públicas funcionen aún peor que de costumbre.

Pero no, no se trata de eso. Si no hay electricidad se debe simplemente al corte programado diario de 3 horas.
Cada día 3 horas sin luz, alternándose en diferentes zonas de la ciudad, entre las 6 de la mañana y las 6 de la tarde.
Hoy toca de 3 a 6 de la tarde en mi barrio.
Desde el balcón veo las ventanas vecinas con las lucecitas de las velas dentro.
El barrio es humilde y por eso la mayoría de las casas no tienen generadores privados para las horas de corte.
Yo no soy pobre y pago la electricidad, pero 3 horas al día no la tengo.
A todo se acostumbra uno, basta con prever la hora del corte diario para no estar en casa si es posible. O para recargar el móvil la noche anterior.
Y mi barrio está no muy lejos del centro; menos suerte tienen en otros barrios más alejados, más pobres o más morosos; o en otros pueblos y ciudades del país.

Tengo un amigo que tiene el privilegio de vivir cerca de la hija de un ex-ministro, obsérvese qué gran mérito el del amigo y el de la hija y el del ex-ministro.
Esto significa que mi amigo no tiene cortes de electricidad, porque a quién se le ocurre que la hija de un ex-ministro pueda quedarse a oscuras…

Cuando llegué a este país la falta de electricidad se achacaba a los ataques de Israel, que dañaban las centrales eléctricas.
Cuando Israel decidió visitar menos el Líbano y quedarse en su casa, suponiendo que donde vive sea su casa, hubo que cambiar el motivo justificador de que los cortes continuaran: se descubrió entonces que el 90% de los libaneses, especialmente fuera de la capital, no pagaba la electricidad, simplemente la pirateaba enganchando un cable, al más puro estilo postguerra.
Pero la guerra civil hace mucho que terminó y seguro que ahora muchísima más gente paga la luz. Lo sé a causa del método expeditivo y radical que utiliza la compañía de electricidad: si no te enteras cuando viene la factura, aparece un energúmeno que te la corta sin ningún pudor hasta que pagas y consigues que te la vuelvan a conectar.

Las centrales funcionan con fuel.
Recuerdo incluso una vez en la que la falta de electricidad se justificó por el hecho poquito creíble de que una tempestad no permitía acercarse a la costa al barco cargado de fuel.
En fin.
¿Cómo se argumenta ahora que nada haya cambiado ni tenga aspecto de cambiar?
¿Se relaciona con el anquilosamiento, la bancarrota del estado, el despilfarro, la corrupción?
No. Es simplemente una costumbre, casi una tradición, no tener electricidad algunas horas al día.
Y a las costumbres uno está acostumbrado.
Incluso es ecológico y estaría bien que se adoptara en Europa –bajando los precios, claro- como medida de ahorro energético y contra la contaminación.
Sobre todo ahora que una vez más comprobamos que San Obama es, desgraciadamente, mucho ruido y pocas nueces.

En un país como Líbano, con tanto lujo privado y tan pésimos servicios públicos, las diferencias sociales son tan marcadas que a veces parecen un insulto. Y a eso no se acostumbra uno.

En el edificio de la compañía estatal de electricidad, “Eléctricité du Liban” al gran cartel se le han fundido algunas letras y al pasar leemos “Elctrité d Libn”.