29 marzo 2011

No se trata de cambiar de cerdo sino de cambiar de animal.

Se han celebrado las Elecciones Cantonales en Francia, algo así como provinciales-comarcales. Ayer vi los resultados aproximados: 1º- 33% el Partido Socialista (derecha), 2º-19% UMP (derecha reconocida), 3º- 10% el Frente Nacional (ultraderecha). Lo más triste no es que los mediocres socialistas hayan ganado por eliminación, por hartazgo de Sarkozy y no por méritos propios (o sea, lo contrario de lo que va a ocurrir en España, donde el PP ganará solamente porque estamos hasta los cojones del Zapatero y su banda de ineptos). Lo más triste no es que eso los socialistas franceses lo interpreten como que "los franceses no han otorgado su confianza", qué morro. Lo más triste no es que la derecha considere que "hemos resistido e incluso en algunos cantones hemos avanzado" (es que en las elecciones todos los partidos ganan, eso es cierto, los que perdemos somos los demás). Lo más triste no es tampoco que, pese a la demonización y el vacío al que le someten el sistema y los medios de comunicación, el Frente Nacional de Marina Le Pen tiene un electorado fiel que representa siempre entre el 10% y el 15% de los votantes al menos No, lo más triste no es todo eso. Lo más triste es que todos sean iguales. Lo más triste es que el verdadero ganador de esas elecciones ha sido el "partido" de la abstención con el 54% de los votos, porque todas las cifras anteriores parten del miserable 46% que ha votado. Lo más triste es que no pasa nada y que la élite que pudre el sistema se va a repartir el poder igual y como siempre, pretendiendo además que el pueblo lo ha decidido así. Lo más triste es que esa elección sea válida y se considere democrática. Lo más triste es que no sirva para nada el mensaje de la mayoría de los franceses: "Paso de todos vosotros, ineptos apoltronados. Ninguno me valéis. Lo que quiero es otra gente, otros partidos, otro sistema, otro olor y otros valores". Pero, como dice el ancestral refrán, mensaje claro a garrapata sorda no llega.

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