23 mayo 2011

Serie "Los tipos sociales más fétidos": Los opuestos se unen.

Entre los tipos fétidos, como dijimos, se dan los contrarios; no se oponen en realidad sino que se complementan en su fetidez aunque entre ellos no se soporten. Así, el machista tipo Torrente y la feminista militante; el racista y el que a la mínima alega racismo; el homófobo rancio vs el gay o lesbiana radical; el contaminador cerdo y el ecologista paranoico; el facha del Vivaspaña y el facha del Goraeuskadi...

Se supone que los segundos de cada grupo son los modernos, progresistas, igualitarios y tolerantes; pero a mí me parecen tan retrógrados e intolerantes como los otros.
Lo que tienen todos en común es el odio y el defender sus ideas "contra" alguien y no por sí mismas.
De los primeros no hay mucho que decir porque parece clara la fetidez extrema del que considera a estas alturas que la capacidad humana tiene algo que ver con el sexo de la persona; o del que cree que su supuesta raza es mejor; o del que aún piensa que los homosexuales son enfermos; o del que contamina, ensucia, destruye y mata animales sin ninguna necesidad o por la necesidad del lucro.
Los segundos los güais, han perdido la mesura, son como fanáticos religiosos, siempre activos para enseñarte la verdad, ansiosos de obligarte a ver la luz; tienen una misión: convertirte o despreciarte:

La feminista militante es cansina, ¡pero qué cansina que es! Divide el mundo entre hombres y mujeres, o mejor, entre mujeres buenas y competentes por naturaleza, y hombres gilipollas e inútiles que no tienen más función en la vida que la procreación (y además follan todos mal) y dedicarse a oprimir a la mujer por pura maldad intrínseca.
Si les preguntas directamente si ellas están discriminadas, te hablan del machismo universal y de la ablación del clítoris en África; me recuerdan a Israel, siempre tienen que "defenderse", incluso cuando nadie las ataca..
Consideran que la sensibilidad, el cariño, el amor generoso, la capacidad de sacrificio, la comprensión y la inteligencia pertenecen en exclusiva al género femenino, habida cuenta de que el hombre es un ser simple que se la menea sin preocuparse más que de él mismo y después se duerme y ronca como buen cerdo que es.
Si escucharan de un hombre las barbaridades que son capaces de decir ellas, quizás se darían cuenta de que machismo y feminismo son la misma mierda. Yo no sé que energúmenos habrán tenido como parejas en la vida para seguir defendiendo unas ideas tan pasadas de moda, pero resulta preocupante.

Otro tipo fétido es el que, aprovechándose del racismo que sufre su grupo, intenta sacar partido malamente de la situación. Solamente un ejemplo para que se vea de quién hablo: Estación de tren de Montpellier, 5 de la mañana, ambiente turbio. Los taxis esperan clientes en la puerta. Aparece tambaleándose y hablando solo por la calle un joven francés, al parecer de origen magrebí. (Y hago aquí el inciso de que creo que efectivamente los magrebíes por un lado y los musulmanes en general, sufren la discriminación y los prejuicios en Europa). El tipo empieza a golpear el cristal del taxi; el taxista, acojonao, se niega a abrir la puerta y acaba largándose de allí sin clientes. Y el "discriminao" se lanza a acusar a la sociedad francesa en su conjunto del racismo, quoi, que seguro que muchas veces ha soportado a causa de su aspecto, pero que esta vez sin duda lo ha provocado él por su actitud. Fea actitud del que confunde ser argelino con estar borracho como una cuba y mostrar una agresividad que daría igual de miedo a un taxista si lo hiciera un turista alemán muy rubio.

Los gays y lesbianas también tienen que lidiar con la incomprensión y a veces la agresión. pero, sin duda, su situación ha cambiado muchísimo, por ejemplo en España. Yo pienso que en el fondo es una cuestión muy simple: a cada uno le gusta y le excita lo que le gusta y excita. Y está bien así. No me parece una agresión gustarle a un gay ni que me lo diga; y por eso no entiendo que a ciertas lesbianas les resulte un acoso sexual que un hombre haga lo mismo, ni entiendo una camiseta tan agresiva como "Sí, lo soy, ¿y qué?", que sólo merece otra que diga : "¿Qué de qué? ¿Qué te hace pensar que nos importa si eres lesbiana o no?".

Vamos a ver, una cosa es un cerdo que tira la lata de Guarri Cola por la ventanilla del coche y otra muy distinta el que imprime un papel en la oficina (y no por ello se convierte en el responsable de la deforestación del Amazonas).
Sospecho que el ecologista radical es como el santo varón misionero, que goza sintiéndose bueno.
Tiras un colilla al suelo y te mira como si acabaras de destruir el futuro de las próximas generaciones; escuchas que esa colilla tardará 2'7 millones de años en deshacerse en la naturaleza y te entra el pánico y la culpabilidad universal y te dan ganas de recoger todos los papeles del suelo, las bolsas de plástico, las hojas de los árboles según caen y las cacas de perro ajeno (no, que las cacas y las hojas son materia orgánica).
Después ves que San Ecologista no se corta un pelo en contaminarnos con su coche, en utilizar aviones, internet y otros productos que dañan la capa de ozono y ya te tranquilizas y sabes que lo que hay es mucho morro y que no contamino más de lo necesario, ni siquiera más que el santo ecologista. Y sabes que los responsables de la destrucción del planeta son otros pero que él se siente bien recogiendo colillas. Y te parece muy bien, sólo que te gustaría que no obligara a hacerlo a los demás y que cambiara su coche por un autobús o una bicicleta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta lo que escribes, pero aquí no estoy de acuerdo contigo..
Siempre que las mujeres, los gays/lesbians, los musulmanos en Europa... están todavía sufriendo de la discriminación, yo no creo que sea justo ponerlos en la misma categoría con los que hacen la discriminación..
tampoco creo que sea justo generalizar así:)