24 enero 2007

Más sobre la supuesta seguridad.

Enero 2007.
En el avión Praga-Madrid, líneas aéreas checas, las azafatas nos ofrecen la comida y, ¡ oh, sorpresa !, los cubiertos son metálicos, lo cual se agradece, acostumbrados a tanto plástico:
hay un cuchillo, sin punta, que es para cortar, pero cuchillo al fin y al cabo.
Y hay un tenedor con sus 4 puntitas para pinchar.
Y hay una cuchara con un mango tan fino que, después de tanto telediario apocalíptico, uno imagina sin dificultad como arma letal para apoderarse del avión.

Y, por si acaso, no digo nada, no vaya a ser que a algún pasajero le dé un ataque de ansiedad y encienda un cigarro y el comandante decida hacer un aterrizaje de emergencia y me detengan por pensamiento pre-terrorista.

Pero me quedo pensativo y rascándome la barbilla con mis largas uñas, porque en el control de aduanas me han quitado el cortauñas.

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