03 febrero 2011

Revolution number 9.

Dejando a un lado la cuestión de si las revoluciones populares existen o si simplemente se manipula y utiliza al pueblo cuando conviene y se le coloca de nuevo en su sitio cuando ya no hace falta...
Dejando aparte igualmente la posibilidad de que en Túnez todo empezara como un golpe de estado interior (dentro del régimen) o exterior...
Olvidándonos incluso de si la infelicidad y la enfermedad de la sociedad tunecina provenían del yugo de su dictadura, o si, por el contrario tiene causas más profundas que explicarían la poca hospitalidad de un país, Túnez, donde viví 2 años y del que me fui sin comprender su mal rollo pero contento de irme...
Sin querer entrar en todo eso, la llamada "revolución tunecina" nos ofrece un interesante ejemplo sociológico del funcionamiento de las masas, y una muestra magnífica de la condición humana.
En efecto, cuando un dictador cae, uno se alegra porque es una buena noticia, pero a la vez no deja de sorprenderse por la capacidad de las personas para cambiar de chaqueta, para mentir y para transformar lo negro en blanco...digamos, de ciertas personas.

En todo caso, en cuanto Ben Ali se marchó (y no antes, claro), toda la sociedad pasó a ser anti-Ben Ali. Políticos del régimen se convirtieron en demócratas de toda la vida por arte de magia, birlibirloque y, sobre todo, morro.
Los jueces y los abogados, otro pilar de la dictadura, se manifestaron para gritar que ellos no querían, oiga, que les habían obligado, pero que en lo más profundo de su tierno corazoncito siempre habían estado al lado del pueblo llano y soberano.
Después la policía, mano ejecutora del sistema, se manifestó igualmente contra la dictadura odiosa. Casi se me saltan las lágrimas cuando vi en la tele a aquel policía explicándonos compungido que ellos también habían estado oprimidos. Literalmente lo dijo y yo me lo imaginé al hijoputa en todos esos años de trabajo cotidiano.
Conclusión: la culpa culpita de todo todito había sido de Ben Ali; o más bien de la bruja de su mujer. Y todos los demás sufrían la opresión. Y así 23 años.
Sí, muy bien. Vale.

No es por tocar los cojones en esta bonita historia pero me gustaría recordar que en una dictadura hay una masa mayoritaria que vive y sobrevive y se adapta y trabaja e intenta no meterse en líos; también hay unos pocos que se oponen al régimen y sufren las consecuencias por ello. Hay otros pocos que viven de puta madre en Londres o en París, esperando como auténticos revolucionarios a que acabe la dictadura para volver como héroes y salvar a la patria.
Y por último hay otra masa de seres humanos (aunque del tipo más abyecto) que forma parte del entramado de la dictadura, que oprime, que se beneficia del régimen dictatorial y que permite que éste funcione.
Una dictadura no es un dictador: son cientos de miles, son millones de personas, son la ola, el partido, los adeptos, los delatores, los policías, los jueces, los políticos y muchísimos más.
En un país como Túnez, de 11 millones escasos de habitantes, más de 2 millones estaban afiliados al Partido de Ben Ali. Dos millones de personas, casi el 20% de la gente, incluyendo a los niños que supongo que no tenían aún el carnet.
¿Dónde están ahora esos 2 millones? Gritando "¡Ben Ali, dégage! y pidiendo el fin de la opresión. Así son los tunecinos porque así somos los humanos.
Yo era muy pequeño cuando Franco murió pero las imágenes están ahí: masas enfervorizadas aclamando al dictador con el brazo en alto. Algunos por miedo, otros por ignorancia. Otros por interés. Hasta ahí nada extraño.
Pero después murió Franco y aparecieron inmediatamente millones de "luchadores antifranquistas".
En España tenemos una figura especialmente y asquerosamente simbólica: Manuel Fraga, ministro franquista, importante responsable durante la dictadura, borrón y cuenta nueva, líder de un partido democrático, principal figura política de la Galicia democrática. Considerado además, este "Don Manuel", como una bestia política -en el buen sentido de la palabra-, un hombre que ha dedicado su larga vida al arte de gobernar, como si fuera igual hacerlo en una dictadura que en una democracia. Como si fuera algo admirable agarrarse al poder igual que una garrapata a un perro y pasar del franquismo a la democracia siempre arriba, siempre montado en el perro y chupando de él.
Notable político, hombre "flexible" o chaquetero de mierda, eso ya no es lo importante.
Lo importante -y lo temible- es con qué facilidad ciertos individuos siempre viven bien, como si hubieran nacido para ello y el sistema político de cada momento fuera sólo una circunstancia.
Ojalá en Túnez, en Egipto y en todo el mundo no haya más dictadores. Pero lo dudo. Ojalá al menos que los demócratas de hoy no sean los dictadores de ayer.
La democracia -especialmente la del tipo menos degenerado- se la deseo a todos, incluso a Túnez.


P.D.: ¿Y qué decir de los países güenos, de las democracias occidentales que han estado los 20 años de dictadura apoyando a Ben Ali o a Mubarak, haciendo negocios con ellos, subvencionando al régimen sin preocuparse de la miseria ni de los derechos humanos, invirtiendo, mandando turistas a viajes exóticos buenos, bonitos y baratos, y recibiendo a los dictadores con todo honor, boato y bandas de música?
Pues nada, que nosotros también somos muy humanos y que desde el día en que cayó Ben Ali -y no un día antes- nuestros políticos se han abalanzado a gritar su más sincera solidaridad con "el pueblo tunecino", deseosos de "acompañarles" en el proceso democrático. Sorprendidos porque al parecer acababan de descubrir que en Túnez había una dictadura, concretamente una de esas dictaduras que nos encantan, de las que se aseguran que no roben a nuestros turistas y nos controlan el islamismo - a ostias, sí, pero qué más da, ¿no?-. De esas dictaduras que dan una estabilidad tan grande tan grande tan grande que parecen hacer desaparecer de nuestra vista la pobreza, la injusticia, la censura y los abusos. ¡Oh, magia!
Y ahora estamos preocupados por ver cómo acaba esto, esperando que los nuevos gobernantes sean tan razonables como Ben Ali -seguro que sí-.
Preocupados sólo de que un pueblo soberano pudiera decidir que el próximo gobierno democrático sea "islamista".
Esperando para hacer buenos negocios.
Esperando que caiga también Mubarak para gritar nuestra más firme condena a la dictadura egipcia y nuestro deseo de acompañar al pueblo egipcio en su camino a la democracia, etcétera, etcétera.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Chapeau! Cuánta razón tienes una vez más. Sólo tengo una cosa que preguntarte, ¿por qué no cuentas cómo está la situación política ahora mismo en Líbano, tú que estás en el epicentro? Es que como libanés, estoy preocupado por ello y no he visto ningún artículo tuyo al respecto.
Gracias, y sigue así de claro.

amigo_de_libano dijo...

Hola anónimo, me alegro de que te guste mi blog; es verdad que no he escrito nada sobre los últimos acontecimientos en Líbano, un poco por falta de tiempo y otro poco porque la situación era un poco "deja vu", nada nuevo,problemas cíclicos...me pareció que no estaba`pasando nada especialmente grave...pero prometo que si la situación empeora la comentaré, por el momento las cosas están muy tranquilas y esperemos que dure. Un abrazo.