03 septiembre 2015

De la serie "Misterios insondables del alma humana y de la naturaleza": 3. Futuro sostenible y Presente insostenible en Líbano.

No entiendo por qué los llamados "países occidentales" no imitan el maravilloso sistema libanés de ahorro energético.
Sí, de acuerdo, en el neoliberalismo se dan cada vez más pasos hacia el uso razonable de los recursos; por ejemplo, privatizando la sanidad o la justicia los pobres no van al médico ni pleitean, con el consiguiente beneficio económico para el Estado. No es sano ni es justo, pero es que aquí estamos hablando de economía, no de democracia.
Pero Líbano es mucho más vanguardista: su originalidad consiste en mezclar el neoliberalismo con el tercermundismo y los resultados son simplemente espectaculares.
El Estado libanés ha descubierto que si se corta el agua días enteros durante el verano se ahorra un montón de agua. Parece simple pero es genial.
Asimismo si cortan la electricidad algunas horas cada día -y especialmente en los días más fríos del año, que es en los que hay más consumo- el ahorro energético y el beneficio medioambiental son enormes. No se hace por penuria económica, mala gestión, corrupción y despilfarro, no, al contrario, se hace con una visión de futuro que pasma por su clarividencia.
Con ese sistema los pobres se ponen enfermos, sí, pero como no pueden pagar ni el hospital ni la justicia...¡ahhh!. Si ya digo que es genial.
Y no queda ahí la cosa, este plan magnífico, además de ahorrar energía y salvar al planeta, reactiva la economía local, creando una red de empresas de generadores eléctricos privados y de suministro de agua alternativo que, a cambio de un servicio pésimo y caro, permite a sus propietarios enriquecerse y así comprarse, por ejemplo, un Porsche o viajar a París.
A niveles más modestos, la venta de románticas velas se dispara.
El tercermundismo en los servicios básicos logra que el neoliberalismo se desarrolle y de esta manera, el que puede permitírselo, paga 2 veces por la misma cosa: paga al pirata del generador un día y al día siguiente paga también la factura de la electricidad, que es tan alta como si el servicio se hubiera proporcionado. Y lo mejor de todo es que entre los 2 sistemas, público y privado, el resultado sigue siendo lo que podríamos calificar, por resumir, como una auténtica mierda.
Y esto durante décadas, que un sistema que funciona tan bien -para ellos- y a un coste tan reducido -para ellos- para qué lo vamos a cambiar.
Hay un último beneficio, éste psicosomático: cuando uno está a oscuras y helao en su casa, defeca simbólicamente y a gritos en la señora que dio a luz -y perdón por la luminosa expresión- a los responsables de la electricidad. O de la falta de electricidad. Y claro, eso produce un efecto similar al de aquel que se estaba ahogando y pasó otro y le dijo:
-¿Qué le pasa, alma de Dios?¿Por qué grita así?
-Es que me ahogo.
-Pues llore, hombre, que eso desahoga mucho.

2 comentarios:

marta dijo...

Y en breve, deberían seguir el modelo de gestión del tráfico. El ahorro para la DGT, ayuntamientos y Obras Públicas sería inconmesurable...

amigo_de_libano dijo...

Es cierto, no he podido responder antes porque el internet tampoco funcionaba...