23 septiembre 2015

El burro y la luna. (Cuento infantil y romántico a modo de apuesta)

Aquella noche se acercó a beber en el río; fue por casualidad y por sed. Estiró los belfos para absorber el agua y a su lado vio un círculo redondo y amarillo como pintado de luz. Y sintió que lo miraba.
-¡Hola!, eres un burro, ¿verdad?
-Creo que sí -respondió, y estuvo a punto de atragantarse-. ¿Y tú qué eres?
-Yo soy la luna -sonrió.
-¿Eres una luna? -y puso cara de entendido en lunas, aunque no sabía qué era una luna.
-¡No, burro!¡No soy "una" luna, soy "la" luna.
-Ah. ¿Y qué haces aquí? -añadió, por añadir algo.
-Me reflejo.
-¿Te reflejas?
-Me reflejo, sí.
Hablaron tanto que el burro se olvidó de su sed, del tiempo y hasta de preguntar qué significaba "reflejarse".
Y, justo antes del amanecer, ella bostezó: -Tengo que irme
-¿Volverás?
-¡Pues claro, esta noche!, ¿qué te pasa?
El burro esperó, esperó y esperó. Todo el día esperó sin saber por qué esperaba.
Y llegó la noche. Y con la noche, la luna.
Y hablaron de estrellas, de campos, y de cosas aún más difíciles como el infinito y la luz.
Y al amanecer ella se fue.
Y al anochecer ella volvió.
Y entre los 2, él había esperado para verla. Porque verla era bonito como ninguna otra cosa que él conociera, incluida la sombra en el verano.

-¿Por qué estás más delgada?
Ella sonrió: -Porque soy la luna.
-Ah
Y cada noche ella adelgazaba y él no comprendía aunque dijera "ah".
Y una noche, la última noche, Luna era casi una línea, toda nariz y barbilla. Y aún así estaba guapa.
Y ese amanecer, el último, ella le dijo adiós con otra sonrisa. Y él lanzó un beso a las aguas.

El burro siguió esperando. Y cada noche se acercaba al agua como queriendo ver. Pero no la veía.
Y cada día esperaba y el sol era más fuerte y el río se iba secando.
Hasta que quedó un charquito pequeño.
Y él prefirió tener sed que beberse la esperanza de verla volver una noche.

Y cuando ya no hubo río, se fue a ver a quien pudiera contestarle y lo encontró y le preguntó qué era la Luna y el sabio le dijo así:
-"Es un satélite de la Tierra, y has de saber que tiene un diámetro ecuatorial de 3.474 Kms, está a una distancia de 384.400 Kms, posee una gravedad de 1,622 m/s2; su circunferencia es de 10.917 Kms, su densidad de 3,34 g/cm3, y su declinación, de 28º. Tiene 4,527 mil millones de años".

Pero no le importó. No le pareció ni bien ni mal. Quizá no lo creyó. Sobre todo lo de su edad.
-¿Puedo hacerte otras preguntas? Tengo 2.
-Elige una, soy viejo, estoy cansado.
Y él dudó y dudó. Dudó durante horas, hasta que el viejo sabio se durmió. Y dudó tanto porque las 2 preguntas eran muy importantes.
Cuando el anciano despertó él ya había decidido:
-¿Qué significa cuando ver a alguien es bonito como ninguna otra cosa que conozcas, incluida la sombra en verano?.
-Se llama amor. Y no tiene explicación, tú lo acabas de definir.

El burro dio las gracias y se alejó pensando en la luna y en su amor. Pensando también si no hubiera sido mejor hacerle la otra pregunta al viejo: ¿Qué significa: "Me reflejo"?.
Quizá así hubiera mirado hacia arriba y habría visto a la luna haciéndole señas cada mes, engordando primero y adelgazando después hasta desaparecer, mirando al burro cabizbajo, la luna enamorada de un burro enamorado de la luna...

Pero la historia no acaba ahí: pasó el tiempo -7 lunas, concretamente-, y -porque el tiempo actúa así- ya todo fue recuerdo, historia, quizás leyenda...La luna se enamoró de otro burro y después de una vaca, y finalmente de un espejo -porque la luna es lunática y cambiante-; y el burro, mientras pacía, trabajaba, se tumbaba a la sombra o montaba burras como tienen por costumbre los burros, echó de menos, si no a la luna tal vez, al menos sí ese cosquilleo que según el viejo sabio se llama amor.

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