21 abril 2010

Serie: El Nacionalismo Barato: 2. La Lengua.

Una pregunta de cultura general. O más bien de actualidad política: ¿Cuántas lenguas existen en “el Estado español”?
Si habéis respondido que 4, español, gallego, catalán y vasco…la respuesta es que necesitáis urgentemente un curso de Educación para la Ciudadanía, paquetes.
Os habéis olvidado del Valenciano, que ha adquirido el estatus de lengua recientemente.
¿Quién otorga dicho galardón? ¿Insignes hombres de letras, literatos, sabios lingüistas?
No, hombre, no. Los políticos.
Y vosotros que pensabais que era un dialecto de la lengua catalana… Pues no. Para empezar porque eso de “catalán” suena a opresor, como lo de llamar “Español” al “Castellano”. Aunque ahora que lo pienso “Castellano” también suena a opresor. Digamos entonces “la lengua de Cervantes, que se habla en gran parte del estado español”. No, “en gran parte del estado”, que si empezamos a ponerle adjetivos al “Estado” vamos a herir sensibilidades.
Es verdad que el que a hierro mata a hierro muere, y al catalán le han salido disidentes lingüísticos y políticos dentro de esa gran nación que es “Los Países Catalanes”.
Ahora los valencianos quieren tener una lengua distinta. Y los mallorquines. Y algunos araneses empiezan a reclamar el respeto a su cultura y a su lengua, que, según dicen, poco tienen que ver con la de los catalanes que los oprimen.

Otra vez no entiendo nada. Yo creía que una lengua se diferenciaba de otra mucho más que el catalán y el valenciano. Y creía también que la categoría de lengua se alcanzaba después de siglos de entidad histórica del territorio y que venía acompañada de un floreciente desarrollo cultural y literario propio.
Atónito, me voy otra vez al diccionario:
-Lengua: “Conjunto de palabras y modos de hablar de un pueblo o nación”.
Ah, vale, ahora está más claro, el valenciano es el conjunto de palabras y modos de hablar con el que se expresa el pueblo valenciano, la nación valenciana (excepto la mayoría, que se expresa en español).
Sí, pero, el pueblo mallorquín ¿en qué se expresa? ¿Es el mallorquín un dialecto del catalán o del valenciano o una lengua propia de la nación mallorquina?
Lo mismo me pregunto del “alicantino”.
Y del bable, lengua con la que se expresa la nación asturiana (parte del antiguo reino astur-leonés, que tenía un dialecto propio en su conjunto).
Y también la fabla aragonesa, coño, sin olvidar el Castúo, lengua vernácula de la Comarca de la Serena, Badajoz, y que tuvo en el siglo XIX un desarrollo literario muy superior al del bable en toda su historia.

El argelino y el sirio-libanés se consideran –por motivos político-religiosos- 2 dialectos de la lengua árabe. Y entre ellos tendrían que comunicarse en francés, porque la distancia que los separa actualmente es mayor que la que hay entre el español y el italiano.
Y digo lo de “dialecto sirio-libanés” porque es así como lo consideran los estudiosos de la lengua árabe. Pero a un maronita libanés le ofendería la amalgama puesto que muchos creen que el libanés es una lengua.
En resumen, que lengua y dialecto es lo que nos dé la gana. O más bien lo que les dé la gana a los políticos de turno.
Yo, mientras aumenta el número de lenguas del “Estado”, sigo pensando que el valenciano es un dialecto (=”Cada una de las variedades de un idioma, que tienen cierto número de accidentes propios”).
Y es un dialecto con un desarrollo literario muy pobre, lo mismo que las lenguas catalana, gallega y vasca. Y eso por mucho que los nacionalistas se empeñen en colocar a cualquier cantamañanas en el pedestal de los grandes escritores.

Nota: Pido perdón por el horrible error que he cometido al decir “fabla aragonesa”, que hoy precisamente me he enterado de que ya no se llama así, que ahora hay que llamarla “aragonés”. Esto me recuerda una anécdota que contaba Manuel Gómez de Valenzuela, a la sazón embajador de España en Siria, erudito, estudioso del Valle de Tena y más bruto que aquel baturro que le decía al tren: “chufla, chufla, que como no te apartes tú…”. En una conferencia que D. Manuel daba allá por su tierra, fue interrumpido por un fanático aragonesista que le corrigió el que aquel dijera “Junta” y no “Xunta” como debe decirse correctamente en la lengua aragonesa, puesto que no existe tal sonido.
A lo que el embajador respondió: “Coño, ¿y entonces aquí qué bailamos? ¿La Xota?”.

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