21 junio 2010

El tonto de la tiza.

Tenemos una parte embrutecida, heredada del hombre de Cromañón, por lo menos, y que nos sale a la luz en cuanto nos descuidamos. Bueno, en algunas personas no puede salir a la luz porque siempre está a la luz.
Es ese lado oscuro que nos hace reírnos cuando alguien se cae o disfrutar al tirar huevos contra una pared. ¡Oh, si pudiéramos romper a pedradas todos los cristales de los bancos, qué placer sería! Amén de una buena acción social.
Es el orgasmo por la destrucción. O por el ruido. Es un tonto al que le dan una tiza y es feliz. Es Manolo el del bombo con su bombo.

Hay casos de tontura colectiva, como el de las trompetas de los sudafricanos. Ahí están, 60.000 personas soplando del aparato que, además de pesado, sin gracia ni creatividad, parece ser que imita el sonido de un elefante. Dicen que se trata de una tradición sudafricana, ni más ni menos; nosotros también teníamos en algunos pueblos una tradición que consistía en tirar una cabra desde lo alto del campanario, qué cosa, y ver cómo se destripaba el animal; tradición que creo que afortunadamente ha desaparecido, como desapareció la tradición sudafricana del apartheid.
Un pueblo tan rítmico y festivo seguramente tiene algo mejor que ofrecer al mundo que ese zumbido pelma.

Otro caso de locura colectiva ruidosa es el del libanés con su claxon. Algunos estudios científicos de la prestigiosa Universidad de Wisconsin sugieren que el coche es la segunda polla de muchos hombres; si ello fuera cierto, habría que considerar ese vicio de tocar el pito como un caso de onanismo exacerbado.
Pero las apariencias engañan: no es que al libanés le encanten los atascos que provoca continuamente con su conducción de carnet de tómbola, o que no pueda vivir sin el ruido. No, lo que ocurre es que el claxon en este país es un maravilloso invento multiusos que deja en pañales a la navaja suiza, al móvil de última generación y a la olla expresss.
Ese ingenioso invento libanés podría ser comercializado, me extraña que esos “managers”, esos “business men”, esos reyes del “import-export”, esos vendedores de aire, traficantes de humo, aún no se hayan dado cuenta.
He estudiado el caso en profundidad en mi tiempo libre y sin ningún patrocinio institucional, y he llegado a la conclusión de que cuando el libanés pita, o sea, todo el tiempo, sin pausa y a cualquier hora, ese pitido tiene al menos 21 funciones distintas, dependiendo del tono, la intensidad y la duración:
1.Significa “¡quita, que voy yo!”.
2.Asimismo, “quita, que voy yo, marcha atrás, en dirección prohibida y a toda velocidad”, como el puño de Mazinger Z.
3.Tiene un efecto terapeútico de relajación en un atasco a 34º húmedos a las 3 de la tarde.
4.A algunos tontos del culo sin inquietudes intelectuales les entretiene enormemente.
5.Constituye una manera excelente de ocupar la mano libre que le queda al libanés cuando ha terminado de hablar con el móvil o de comer el bocadillo.
6.Con él se saluda a los conocidos, que esto es un pueblo.
7.Se traduce también como “María, baja a la calle, que ya he llegao”.
8.Difumina las fronteras del día y la noche al demostrar que a las 3 de la madrugada se puede tocar igual que a las 10 de la mañana.
9.Indica al peatón insconciente que corra si quiere salvar la vida.
10.Indica al peatón ocioso que se quite de la acera puesto que ése es el lugar exacto que él ha elegido para aparcar el todoterreno, ante la mirada distraída, por cierto, de un policía sentado en su moto, también en la acera y comiéndose un piscolabis para matar el rato.
11.Insulta al conductor que ha cometido el absurdo de pararse en un semáforo en rojo.
12.Sirve de grito indignado a ese mismo conductor para hacerle saber que hace una micra de segundo que el semáforo se ha puesto en verde, joder.
13.Hace ver a los demás que se tiene una prisa terrible, aunque no se vaya a ningún lado.
14.Para el taxista es una forma de buscar gente, incluso si el presunto cliente anda en dirección contraria a la del taxi.
15.El hortera se asegura así de que todos se den cuenta de que él tiene un Hammer de 50 x 6 metros, que no cabe por las calles, pero que él se cree que da prestigio, el imbécil, cuando lo que da es grima.
16. Sustituye a los intermitentes para decir que se va a girar. En realidad, sustituye a todas las luces del coche, excepto a las del propio conductor, que carece de ellas.
17.Demuestra el júbilo incontenible porque Brasil acaba de ganar un partido en el mundial.
18.Hace saber, pipipí, que el que va dentro del coche es seguidor acérrimo del General Aoun, o, por el contrario, de las Fuerzas Libanesas, pi pi pipipí pipipipi pipí.
19.Complementa la mierda que sale por el tubo de escape con la contaminación acústica, en una perfecta fusión.
20.Tranquiliza sobremanera al conductor, que comprueba así que le funciona el aparato.
y 21.Unido al de otros miles de pitos, crea una sinfonía espiritual que se eleva y sobrevuela las calles de la ciudad en homenaje emocionado al…SILENCIO.

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