15 enero 2012

¡Esto sí que es un cambio!

Muchos españoles tenían la impresión de que los ministros y las ministras del PSOE eran unos/as trepas mediocres sin preparación ni conocimientos, y que con tales elementos el gobierno no sabía por dónde le daba el aire.
Y yo tenía pa' mis adentros que los ministros peperos iban a ser más "profesionales" y serios.
Es que los llamados/as "socialistas" (ja, qué risa) apestaban a nuevo rico marrullero a kilómetros, mientras que los del PP huelen a rico de toda la vida, de ésos de "buena familia y colegio de pago".

Obsérvese la diferencia: la ministra Chacón era tan poco creíble con su traje militar nuevito seis tallas más grande como cantando La Internacional en un congreso; sin embargo el ministro pepero actual viene de una empresa de armas que comercializaba esas simpáticas bombas de racimo, similares a las que los democráticos israelíes sembraron en el 2006 en el sur de Líbano para que las ovejas, los pastores y los niños las pisen. Recordamos que las bombas de racimo se fragmentan en el aire, caen sin explotar y se esparcen por toda una zona, donde quedan para siempre, cual minas, a la espera de sus víctimas civiles.
Recordemos también que la mayoría de los países las han prohibido, incluido España. Y que al parecer en aquel momento la empresa del ministro pidió una indemnización al Estado por las pérdidas económicas que la prohibición les suponía a los pobrecitos. No sé si la indemnización fue concedida pero sospecho que sí, puesto que a las grandes empresas hay que tratarlas bien aunque vendan muerte y porque si este caballero ha acabado de ministro seguramente las relaciones con el poder politico eran óptimas.
Incluso recordemos que el sur de Líbano está plagado de bombas de racimo y que una parte de los 1.100 militares españoles de la FINUL se dedica precisamente a la penosa y meritoria tarea de desactivarlas.
Por último recordemos que el mantenimiento de este contingente militar cuesta muchos millones de euros anuales.
Qué divertida es la política: imaginemos que las bombas de racimo que mutilan y matan a los niños libaneses del sur fueran las mismas que vendía la empresa del señor ministro de Defensa. Y que quizá el propio señor ministro pronto irá al sur de Líbano a hacerse fotos con los militares españoles, y en un emotivo discurso los homenajeará por su importante tarea humanitaria en la eliminación de las bombas de racimo.

¿Y qué me dicen del ministro pepero de Economía? Nada que ver tampoco con la del PSOE; el nuevo es un banquero llamado De Guindos y tendrá la tarea de "recuperar la confianza de los inversores y de persuadir a los españoles de hacer sacrificios y aceptar más austeridad a pesar de que uno de cada cinco es un desempleado", según el Financial Times.
¡Oh, qué bonito!
Y resulta además que De Guindos no es un banquero cualquiera sino que trabajaba para Lehman Brothers, el banco estadounidense que quebró y que fue uno de los principales protagonistas del inicio de la crisis mundial.

Muy bien, que quede claro que no somos una república bananera: un mercader de armas como ministro de Defensa y un banquero experto en bancarrotas como ministro de Economía.
Si eso no es profesionalismo que venga Zapatero con su chófer y lo vea.

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