18 junio 2012

Lo normal.

Ayer, comentando que Mariano Rajoy se fuera a ver el fútbol, un amigo me decía: "Bueno, nos hemos acostumbrado, siempre es así, y nos parece normal".
Se refería a que políticos, nobleza y demás ralea fueran de gratis a ver los acontecimientos deportivos internacionales en los que participa España, con la excusa de "representar a nuestro país".
El tal Rajoy explicó en rueda de prensa la situación económica de España y después cogió un avión que no pagó para ir a Polonia a ver el partido España-Italia, que tampoco pagó, acompañado de un montón de personas que tampoco pagaron nada.
Unas preguntas retóricas: ¿Quién pagó ese avión? ¿Cuántos iban con el tal Rajoy por la patilla garrapatera?¿Familia, amiguetes, consejeros, asesores, politiquillos, ayudantes, sirvientes, equipo de seguridad?¿Dónde durmió toda esa peña y quién pagó el alojamiento?
Lo mismo podría decirse del príncipe Felipe y de su esposa, que fueron "a animar a España" y tal y tal, acompañados asimismo de una masa de servidores y personajillos.
Este Felipe dicen que va a ser ni más ni menos que mi Rey a causa de que es el hijo de otro señor pudiente llamado Juan Carlos que dicen que es mi Rey porque así lo decidió en su día el militar golpista y dictador llamado Francisco Franco. La señora de este Felipe se llama Letizia y dicen que va a ser mi Reina, porque se casó con el susodicho Felipe.
Vamos a suponer que todo lo anterior pueda ser calificado de "normal".
A partir de ahí resulta que todos ellos y sus hordas de acompañantes viajan gratis; y que eso también es normal.
Dentro de toda esta anormalidad tan normal hay que aceptar, por ejemplo, que precisamente las personas que tienen más dinero sean las que entran gratis a los eventos deportivos.
Esta normal subnormalidad implica que irse a ver el fútbol gratis sea considerado como un importante "trabajo".
Una anécdota que podemos calificar de "normal" es un país tan normal como España: hace unos años hice 3 horas de cola al sol madrileño y pagué 60 euros (que era la entrada más barata) para ver la final del Campeonato de Europa de baloncesto entre España y Rusia. Esas 3 horas de cola y esos 60 euros daban derecho a un asiento en la parte más alta del Pabellón de los Deportes desde el que no se distinguían las caras de los jugadores. Ofrecía asimismo el asiento una vista panorámica sobre la "zona VIP": el mejor lugar, abajo, junto a los jugadores. Esta zona era inmensa, varios cientos de elementos de la familia real, de la política y del mundo de la empresa disfrutaban del partido con unos cubatitas; estaban, parece ser, animando a España y representando a nuestro país; por lo tanto, realizaban una importante labor y sin duda Gasol y compañía agradecían de corazón su presencia y apoyo, y el resto de los españoles estábamos orgullosos de tenerlos allí en nuestro nombre y a nuestra costa. Me cagué en todos ellos sin excepción, pensé que yo había pagado su entrada. Me cagué sobre todo en los pobres ciudadanos que no tenían 60 euros para ver el partido y que esperaban en la calle junto a la entrada VIP para ver llegar los cochazos de toda esta flor y nata y que además aplaudían el paso de Aznar, que estrenaba look de cachillas, o del Rey; al día siguiente contarían en el bar o en la oficina del INEM: "¡Joder, ayer vi a Aznar!"
Imaginé el partido sin todos los que habían entrado gratis y resultó que era mejor y que olía mejor.

Rajoy y sus acompañantes no representan a España ni un poquito más que tú y yo.
Felipe y Letizia no representan a España ni más ni menos que cualquier otro español.
Que Rajoy utilice dinero público para ir al fútbol no es un honor, es una vergüenza, una provocación y un robo.
Que Felipe haga "la ola" no es simpático ni campechano; es un insulto y un asco para sus compatriotas ver el  "caro país de fantasía" en el que viven algunos a costa de todos los demás.
A mí no me representa ninguno de ellos, ni falta que hace, más bien me ofenden; en todo caso me podrán representar los jugadores y los aficionados "normales", los que han usado su tiempo y su dinero para ir a animar a España.
Los otros, los Vips, los que viajan y entran sin pagar y además creen que es normal, lejos de representarnos sólo representan lo peor de España, la injusticia, el engaño y la inmoralidad.
¿Para qué necesitaba ese partido la presencia de Rajoy?¿Alguien lo hubiera echado en falta?
Pues eso, ahora vas y lo aplaudes: por vivir como un príncipe mientras la plebe lo ve en la tele.

Quizás "normal" es lo que se convierte en una "norma"; pero las normas anormales para lo único que sirven es para eliminarlas.

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