02 mayo 2010

El nacionalismo barato: 4. Nacionalismo y toros.


Los nacionalismos catalán y vasco, precisamente, tienen algo contra las corridas de toros y no es amor al animal. De hecho, Barcelona ya ha sido declarada, a golpe de “nosaltres nos lo guisamos y nosaltres nos lo comemos”, ciudad antitaurina.
Madrid ha reaccionado de manera tan rancia como Barcelona, con un nacionalismo de esos de “Vivaspaña, a por ellos oeoeoeee”, elevando la corrida al rango de Fiesta de interés nacional. O algo así.
Si fuera que en el País Vasco y Cataluña están más desarrolladas las sensibilidades ante el maltrato animal que en el resto de España, nada tendría que decir.
Pero se da la circunstancia de que una de las fiestas vascas más tradicionales, la de Lequeitio, tiene como acto principal romperle el cuello a un ganso, ganso que, por suerte, desde hace unos años está ya previamente muerto.
Yo no sé si calificar de maltrato animal el arrastre de bueyes, lo que sí sé es que los argumentos antitaurinos se mezclan con los políticos en estas 2 Comunidades bendecidas por los dioses.
Si fuera al menos porque en Bilbao, en san Sebastián, en Barcelona, la mayoría de la población rechaza las corridas y las plazas están vacías, tendrían quizá estas medidas“un pase”, y discúlpeseme la expresión taurina.
Pero sucede que la Feria de Agosto de Bilbao es una de las más importantes de España y que cada año se supera el número de espectadores. Por no recordar los recientes llenos hasta la bandera en la Monumental de Barcelona para ver a José Tomás.

No, los motivos son otros; y son tan simples, tan falaces y tan reaccionarios como lo suelen ser en general las políticas nacionalistas.
Se trata de lo siguiente: “Las corridas de toros son españolas; nosotros no somos españoles, ergo rechazamos las corridas de toros”.
O “el torito ese de las toallas playeras, las camisetas y las pegatinas de los coches es un símbolo españolista; luego nosotros nos sacamos de la manga al antídoto, el burro catalán que es un burrro que sólo se cría en Cataluña desde tiempos inmemoriales o antes”.
Más incluso, y más tonto: “Las corridas de toros nos las impuso Franco para colonizarnos y hacernos perder nuestra cultura propia”.
Bueno, bueno, todo esto estaría muy bien…si no fuera porque es mentira.
Se dice que la primera plaza de toros que se construyó en España fue la de Olot, en Cataluña, oiga. Barcelona tuvo varias plazas simultáneamente y gran actividad taurina desde mediados del s. XIX, un poquito antes de Franco.
Por esa misma época había en todos los periódicos de Barcelona crónicas taurinas, amén de multitud de revistas y periódicos especializados en las corridas, como El Liberal Taurino, Pepe-Hillo o El Toreo de Barcelona, por citar sólo algunos..
Así termina Don Pio su crónica de una corrida en Barcelona, en 1913, donde intervenía Belmonte: “Caballeros, ¡qué lleno! Menos mal que es el tercero de las tres corridas que llevan dadas”.
Así que vamos a dejarnos de tontadas, que cualquier parecido entre la política catalana en materia de toros, y los derechos de los animales, es pura coincidencia.
En cuanto a Bilbao, ciudad tradicionalmente taurina donde ya toreaba en 1907 el “torero de la tierra” Cocherito, en los alrededores de la plaza se organiza algunas tardes de toros una manifestación antitaurina, bastante minoritaria y muy politizada (porque en el país Vasco hasta la ecología y el feminismo están controlados sobre todo por sectores afines al nacionalismo independentista). Los aficionados van pasando entre las miradas torvas de los manifestantes y, a veces, escuchando gritos de “¡Asesinos!” y otras lindezas. Es nuestro estilo; la falta de tradición democrática, hay que disculparlos.
Pero si hasta uno de los más clásicos dirigentes de Herri Batasuna fue novillero en su juventud; supongo que expurgó después su “españolismo” a base de cilicio, azotes y golpes en el pecho al grito de “yo pecador”.
Se puede estar a favor o en contra de la corrida; lo que no se puede es negar, manipular o inventar la historia.
He encontrado una joyita de facsímil del programa de las Fiestas de Bilbao de 1865, también un poquito antes de Franco.
Nos sirve por un lado para comprobar cuál era la lengua de comunicación en Bilbao hace 150 años: el castellano, igual que ahora.
Nos sirve asimismo para observar que en 1865 había plaza de toros en Bilbao.
Y nos sirve finalmente para ver cuáles eran los actos festivos, los que con plena razón podríamos calificar ahora de típicos y tradicionalmente bilbaínos: tamborileros, encierros en los que hasta el novillo era vizcaíno, banda de música, “regateo”, sartenes, cucañas, lucha entre “un famoso elefante autómata del país” y un toro bravo, corrida de toros, novillo embolado, “fuegos de bengala” e iluminación del paseo del Arenal,
Mucho toro, ¿verdad?

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