10 mayo 2010

Sobre los toros.

Las corridas de toros son una tradición y también un maltrato a los animales.
Mantenerlas por la tradición no es justificable. Prohibirlas por el maltrato tampoco, excepto si eso nos lleva a prohibir igualmente la experimentación con animales en laboratorios, el hacinamiento de los pollos, las carrozas para turistas, la matanza del cerdo, la caza en todas sus formas, el engorde artificial de las ocas, los zoos, y el tener un perro esquimal en verano en Madrid en un piso de 50 metros cuadrados.

Los antitaurinos sostienen que es una tortura, la de los toros, gratuita.
Y no es por justificarla, pero existe también una decena de argumentos a favor, algunos más serios que otros: el hecho de que las corridas son precisamente lo que mantiene la especie del toro bravo, que de otra forma se habría extinguido como en Europa en el s. XVII. Se dice también que los 4 ó 5 años que el toro vive antes de la fatídica tarde los pasa en dehesas, en plena libertad y con unas condiciones que para sí querrían la mayoría de los animales y no pocas personas. No hay que olvidar que la carne del toro se vende y se come, como la de una vaca, también asesinada aunque con menos ensañamiento. Crean también muchos puestos de trabajo: quizás no es un argumento válido pero así se justifica, por ejemplo, a las industrias contaminantes, o a las fábricas de armas en España…y a los estanqueros, los vendedores de alcohol y tantos otros. Y es uno de los principales reclamos turísticos de España, lo que quizá tampoco sea un argumento.

Ocurre que la mayoría de los extranjeros y una buena parte de los españoles no saben en qué consiste una corrida de toros; no ven en ella más que banderillas, picas, espadas que se clavan en el toro; y, entre pinchazo y pinchazo se le pasan al toro unos trapos por la cara.
Pero precisamente la suerte de varas y la de banderillas no son más que preparatorias para las fundamentales que culminan la corrida y se complementan: el toreo de muleta y la muerte del toro.
Se podría hablar de la lucha entre el hombre y la bestia, el peligro, la valentía, el ambiente festivo, etc, pero en realidad, lo único que esperan algunos aficionados y lo único que tiene de irrepetible la corrida es algo que sucede, cada mucho tiempo, un instante: el arte.
Es algo que, de entre todos los toreros, sólo está en la mano de unos pocos, y para que salga tienen que conjugarse además el tiempo, el espacio y ese toro, no cualquier toro.
Yo no sé explicarlo pero una vez lo vi, hace muchos años; lo hizo Vicente Barrera, el torero valenciano; duró 5 minutos y me acuerdo.

¿Qué es torear entonces?
Engañar al toro, pero no sólo eso, ni mucho menos.
“Parar, templar y mandar”, como dice la clásica definición: parar al toro, templar su embestida y mandarle ir por aquí, muy lento, muy largo, el torero con los pies juntos, quietos, con la mano muerta y la muleta baja.
Ya digo que no sé explicarlo…que lo haga mucho mejor Amós Salvador, político y aficionado a los toros que, a principios del s. XX escribió su “Teoría del toreo”, donde establecía como “principio fundamental del toreo” 2 maneras de engañar a los toros y, por tanto, 2 toreos distintos: “El primero, movido, de agilidad, de pies, malo por lo inquieto e indisciplinado. El segundo, quieto, de inteligencia, de brazos, bueno y único recomendable, por lo clásico y elegante, el verdadero toreo”.
Estas palabras se escribieron hace un siglo pero siguen siendo válidas; y hasta ahora, desgraciadamente, son multitud los toreros que hacen lo primero, y unos pocos lo segundo. Entre estos últimos aparece el arte, alguna vez.
“Para realizar toda suerte debe colocarse el torero en la dirección del toro, y desde este momento el toro queda interpuesto en el terreno del torero y éste en el de aquél, de modo que si el toro va por el suyoy en su dirección, debe coger, a menos que para impedírselo se interponga “una suerte” destinada a desviarlo. Pero esto puede hacerse de 2 maneras; consiste la primera en señalarle un terreno y darle una salida por medio del engaño, sacando y extendiendo los brazos, con lo cual se le lleva fuera de su línea, quedándose quieto el toro; consiste la otra en dejarlo empapado en el engaño y en su propia dirección, y salirse de ella moviendo los pies.¡La diferencia es colosal! La una descompone el toro, haciéndole describir una curva y contracurva extensas, y hace que el toro necesite más tiempo para reponerse y volver a embestir; la otra cambia los papeles y hace que tarde más en reponerse el torero, que está en movimiento. En la una el torero está quieto y se cansa menos porque sólo mueve los brazos, y se repone con sólo girar sobre los talones; en la otra agota sus fuerzas por el bailoteo, y el giro es más extenso.En la una el engaño sirve para quitárselo de encima; en la otra sólo sirve para contenerle o distraerle la cabeza mientras se desvía para evitar el hachazo. En una gira el toro alrededor del torero, y en otra el torero alrededor del toro. En suma, de un modo se torea al toro, mientras que del otro el que resulta toreado es el torero. ¡Y esto último no entra, que yo sepa, en el arte de torear, sino en el de ser toreado!”.

No sé si así es más claro, pero seguro que si un día lo ves lo reconocerás.
Y, si no, que prohiban las corridas porque seguramente un instante de arte no vale mil toros (y un torero) muertos.
Seguramente tampoco una escultura vale las 2 toneladas de metal que a veces tiene; seguro que un puente de Calatrava no vale lo que cuesta.
Menos aún un diamante vale ni la vida ni la esclavitud del obrero.

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Nota: José Tomás es uno de los pocos toreros de arte que existen actualmente. Dicen de él que morirá en una plaza de toros.

El diestro José Tomás, muy grave tras una cogida en México
El torero madrileño José Tomás, sufrió el sábado una grave cogida en la plaza de toros de Aguascalientes, México, que hizo temer por su vida, "Ha sufrido una cornada muy grave en el muslo izquierdo. Es una cornada de 10 centímetros que le afecta a la vena y arteria femorales, lo más grave de todo es que ha perdido muchísima sangre", indicó el apoderado del diestro en la Cadena Ser.
José Tomás, que perdió entre seis y ocho litros de sangre, fue estabilizado en el coso taurino antes de ser trasladado a un hospital, indicó Boix sobre el matador que concede escasas entrevistas y no permite que sus corridas se televisen.
El diestro de Galapagar, cuya retirada de los ruedos en 2002 en la cumbre de su carrera continúa siendo un enigma, regresó en 2007 para seguir cosechando éxitos y sustos, ya que su forma de torear le hace exponerse mucho a los astados.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Demostrada ya la existencia del amor entre simios (u otras bestias...), la percepción del arte es lo único que nos hace humanos. Quien es incapaz de percibirlo, o es inhumano o está desinformado (lo segundo, gracias a Dios, tiene arreglo).
Un abrazo y enhorabuena por el post, amigo.
M.