24 mayo 2010

Las fases de los emigrantes.

Cuando un país recibe inmigración en masa, el impacto en el país y en los inmigrantes va variando con el tiempo:
En una primera fase los recién venidos intentan pasar desapercibidos, hacen los trabajos más desagradecidos y con las peores condiciones, se agrupan en guetos y apenas influyen nada en el carácter del país de acogida. Las 2 culturas casi no se mezclan y las parejas “mixtas” son escasas.
Posteriormente, parte de los inmigrantes comienza a mejorar su estatus, tienen algunas posesiones, empiezan a mezclarse poco a poco en la población local, se van convirtiendo en “clientes”, en objetivo de bancos, comercios, etc. Organizan sitios de reunión, bares, conciertos,…puesto que empiezan a disfrutar de su tiempo libre y añoran aspectos de su cultura que desean reproducir. Es el caso de las discotecas africanas de Lisboa. Es la fase en la que se encuentra asimismo España.
En la 3ª fase, se ha producido la asimilación al país de parte de los inmigrantes, pero, al mismo tiempo, la reivindicación de la cultura propia. Algunos sectores de la población originaria ven estos anhelos como un ataque al carácter del país, un peligro de pérdida de identidad, una invasión cultural. Como en Francia, con su Frente Nacional de Le Pen, con sus polémicas sobre el pañuelo musulmán, con su debate sobre la identidad francesa. Pero también con influencia socio-política y cultural de la inmigración: los más famosos humoristas franceses en la actualidad son de origen argelino, marroquí, africano: Gad el Maleh, Djamel, Elie Semoun, Omar y Fred, etc. También algunos actores, como el protagonista de “Taxi”, la película más taquillera del cine francés. Por no hablar de los ídolos deportivos: Zidane, Ben Arfa, Benzema…
La juventud francesa imita la manera de hablar de los barrios deprimidos de mayoría inmigrante, se introducen palabras del árabe en el francés coloquial, como “Tubib” (médico), “Kleb” (perro). Aparecen los primeros políticos surgidos de la 2ª ó 3ª generación de esa inmigración.
La sociedad se divide entre los que consideran que Francia es una cultura, un carácter y una serie de tradiciones inmutables que cualquiera que venga tiene que aceptar y asimilarse a ellas; y los que creen que Francia es precisamente esa mezcla de culturas y tradiciones.
Ya veremos cuál es la 4ª fase.

En España estamos en la 2ª, aunque comienzan a entreverse los graves problemas que se darán entre esas visiones opuestas, la conservadora y la de la aceptación de la nueva realidad.

Sorprendentemente, Líbano sigue en la 1ª fase a pesar de que la inmigración es más antigua que en España: hay cientos de miles de mujeres srilanquesas, filipinas, etíopes (servicio doméstico) y de hombres egipcios (porteros), sirios (obreros de la construcción), africanos (limpieza), de India, Bangladesh, Pakistán (limpieza pública)…pero apenas influyen en nada a la sociedad libanesa. Se les considera mano de obra barata, los casos de abusos, explotación y esclavitud son muy frecuentes, y a ningún libanés se le ocurre interesarse por la música, la cultura o las tradiciones de esos países.

Sin embargo hay algunos detalles que indican un ligero avance hacia la 2ª fase: las tiendas y supermercados especializados en comidas orientales (aunque en general pertenezcan a libaneses; pero al menos los inmigrantes han pasado al estatus de “clientes”); el apartado de este tipo de comida en los supermercados. Las oficinas de envío de dinero y acceso telefónico para los inmigrantes.
El barrio de Bourgh Hammoud, armenio, se ha convertido los domingos en el centro de reunión multicultural de los inmigrantes. La calles se llenan de indios, paquistaníes, sudaneses, sirios, filipinas, etíopes…hay supermercados, restaurantes, cafés, tiendas, hasta iglesias dirigidas a ellos, donde raramente entran los libaneses, si no es un tipo que busca las relaciones con las “sirvientas” (sexuales o sentimentales). Porque en la parte más humilde de la sociedad comienzan a darse muchas parejas “mixtas”: libaneses humildes atraídos por la facilidad de iniciar una relación con una extranjera, sin dotes ni problemas familiares, sociales, religiosos, quizá con menos tabúes sexuales; ellas, a cambio, consiguen una estabilidad y una legalidad ante Líbano y sus autoridades.
Alguna ONG comienza a preocuparse por la situación de estos trabajadores.

Por eso, ver anunciado un concierto de música etíope en Beirut es algo importante en el camino de la normalización de la situación de muchos cientos de miles de personas ( y no hemos hablado del casi medio millón de palestinos hacinados en los campos de refugiados y cuya situación es aún peor).
Que el cantante Teddy Afro actúe en Beirut, aunque sea también organizado por un empresario libanés, significa tal vez un comienzo de la segunda fase.
Si a los sectores más fanáticos de la alta sociedad libanesa les parece fuera de lugar que sus sirvientes vayan a conciertos como las personas, en el mismo lugar que sus hijos escuchan sesiones de tecno-guarro, pues aún mejor.
Por cierto, tengo un canal etíope en la televisión desde que el pirata que controla el satélite decidió quitar la TVE-I y sustituirla por una cadena cristiana etíope, al darse cuenta de que en el barrio había menos españoles que etíopes. Aunque no perdí mucho con el cambio, tampoco gané nada porque la música etíope me parece un rollo –prefiero la de Mali, Burkina Faso, Senegal, Nigeria…-.
Pero me gusta que los etíopes puedan ir, un domingo, a escuchar a “la 1ª estrella etíope”.

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