14 mayo 2010

La fiesta por procuración.

Líbano es un país pequeño y a los libaneses, coleccionistas de otras nacionalidades, parece que no les bastara: muchos tienen un “segundo país”, porque allí viven sus familiares, porque lo han visitado, porque estudian su lengua, porque acabarán viviendo en él, o porque sí.
Por eso un libanés te pregunta: ¿Pero eres español-español?
Porque hay españoles-libaneses, franco-libaneses, venezolanos-libaneses, mexicanos-libaneses…y hasta yanquis-libaneses, que, a veces, como buenos conversos, son más yanquis que los yanquis-yanquis.
Sólo si entendemos esa mentalidad, unida a un carácter extravertido y festivo, podemos asimilar lo que pasa aquí cada 4 años: la fiesta del fútbol.
Es algo extraordinario, surrealista y muy bonito de ver y vivir: el país entero se moviliza en apoyo de unas u otras selecciones y el mundial se vive más que en alguno de los países participantes.
En este país el deporte rey es el baloncesto, con unos equipos poderosos en Asia y en el mundo árabe y con una selección que incluso ha participado en fases mundiales de campeonatos del mundo.
El fútbol es flojo. Así que ya puestos a identificarnos con otro país, mejor elegimos a los fuertes, de igual modo que en España en las ciudades donde no hay un equipo de primera la gente se hace del Madrí o del Barsa.
El ritual es el siguiente: 2 meses antes del mundial miles de coches, tiendas, balcones, colocan la bandera de su país favorito.
Ahora mismo falta un mes y al menos el 10% ó 15% de los coches ya las llevan.
Algunos listos llevan 2.
Montones de tiendas de todo tipo y puestos callejeros venden las banderas de casi todos los participantes, en tamaño pequeño, grande o extragrande.
Los países dominantes, con gran diferencia, son Brasil, Alemania e Italia.
Un segundo grupo lo forman países cercanos a la cultura libanesa, como Francia, y otros que están subiendo en los gustos locales, como Argentina o España.
Es curioso ver cada vez más coches con la bandera española: son quizá los de la colonia española, pero también de libaneses que estudian español o no.
Por último hay algún sufridor u original que sigue a Inglaterra, Estados Unidos, o incluso Australia, Croacia…

Cuando comienza el mundial es la fiesta: es verano, hace calor y los partidos se retransmiten y se ven en todos los bares y terrazas del país, desde las teles gigantes de plasma de los restaurantes pijos hasta las más pequeñas del último chiringuito de falafel.
Se vive el mundial con bullicio, con alegría, con rivalidad también, pero siempre con buen ambiente.
En los partidos trascendentes la gente aparece con banderas y la cara pintada, por ejemplo.de Alemania, como si el individuo en cuestión fuera de Dusseldorf y no de Saida.
Los goles se celebran a gritos y las victorias con procesiones de coches pitando por la ciudad.

Recuerdo 3 anécdotas, en realidad 2 anécdotas y 1 crimen:
Durante el último Campeonato de Europa la final la jugaba España y en una casa la veían un grupo de españoles no muy futboleros, que se alegraron de la victoria de España, pero no tanto como un vecino, libanés, que salió al balcón a tocar una trompeta y mientras desfilaba en el metro cuadrado gritaba “¡Españaaa!”.
Hace justo 4 años el Mundial fue un espectáculo en Beirut; viajé al final y vi la final Francia-Italia en una tasca de Madrid, donde la mayor parte de la gente ni siquiera miraba la tele: como no jugaba España el interés se había acabado.
Y me imaginé cómo estaría siendo en Beirut, con la mitad de la población convertida en italiana y la otra mitad en francesa.
Muy pocos días después empezó la invasión israelí: julio de 2006, bombardeo durante un mes, hasta arrasarlos, de muchos pueblos del sur y del barrio chiíta pobre de Beirut.
Destrucción de la mayor parte de las infraestructuras del país: carreteras, puentes, aeropuerto, depósitos de petróleo –provocando una marea negra-, centrales eléctricas, telecomunicaciones.
Éxodo de casi 1 millón de personas –sobre 4 ó 5 que tiene el país- a Siria y otros países.
Evacuación de los extranjeros.
Más de mil muertos, casi todos civiles indefensos y entre ellos más de 350 niños. Toda una heroicidad.
Impunidad total de Israel, como siempre.
Apoyo explícito de Estados Unidos y de su colonia Inglaterra, y de muchos otros países súbditos de USA.
Apoyo también del PP en España.
Silencio cómplice de la Unión Europea.
Blablablá estéril de los países árabes.
Generoso comportamiento de Siria, que abrió su frontera.

Esperemos que esta vez Israel –que no juega el mundial porque no se ha clasificado en su grupo europeo- deje a los libaneses participar en paz.

1 comentario:

Paula dijo...

Precioso, dan ganas de que a una le guste el fútbol, a lo mejor si estuviese allí me gustaría.
Un abrazo.